La deriva de Cataluña apunta al hundimiento separatista de Quebec
Madrid baja impuestos para atraer talento y Cataluña los sube para expulsarlo
Una salida honrosa para Cataluña ha vuelto a bloquearse, lo que en la mayoría de las situaciones es la solución, es decir las urnas, aquí no lo es. La mitad de los catalanes, dirigidos por líderes independentistas de dudoso amor a su tierra, ha vuelto a impedir la resolución del contencioso.
Desde los años ochenta recurrentemente los partidos independentistas han llegado al 50% del voto; en 1984, 1992 y 1995, así como ahora en 2021. El record fue 1992 con el 54.2%. Desde entonces, en los últimos 31 años no han llegado a igualarlo. Por lo que no confíen los separatistas en que les irá mejor en sucesivas convocatorias, ya que tras lustros de manipulación en la escuela y en los medios de comunicación públicos no consiguen aumentar en porcentaje.
La solución para Cataluña pasa por ejercer su autonomía, ya que la independencia no es posible. El bloqueo catalán se inició internamente, por lo que es un autobloqueo. El origen lo encontramos en 2006, cuando los partidos nacionalistas iniciaron una absurda competición para ver si era CiU o ERC el campeón en la liga independentista.
En aquel momento ERC formaba parte del gobierno tripartito, junto con PSC e Iniciativa. El trío había desbancado en 2003 por primera vez a CiU del poder en Cataluña. ERC había conseguido su mejor resultado electoral desde que en 1980 se celebrasen las primeras elecciones autonómicas de la democracia. CiU, por el contrario, su peor resultado en veinte años.
El Tripartit se embarcó en la aventura de elaborar un nuevo estatuto de autonomía que reemplazara al de 1979. Incluso el presidente del gobierno por aquel entonces, Zapatero, respaldaba al gobierno catalán. «Respetaré el Estatuto que apruebe el Parlamento de Cataluña», proclamó solemnemente. Pero el estatuto que aprobó el parlamento catalán no se ajustaba enteramente a la Constitución. Zapatero alentó el primer choque importante entre la autonomía y el Estado.
CiU no podía permitir que ERC se atribuyera este tanto, así que radicalizó se mensaje político. En las elecciones de 2010, tras siete años en la oposición, los de Artur Mas logran ganar las elecciones y recuperar la Generalidad. Pero el listón que había dejado ERC en su paso por el gobierno estaba muy alto. Y los de CiU iban a aumentar el órdago. Nace el «procés». Los que orquestaron el intento de golpe de estado siguen ratificados por las urnas de 2017 y 2021. Los que han hundido la economía catalana han conseguido la mayoría absoluta nuevamente. Cataluña supera en deuda, parados y pensionistas a la Comunidad de Madrid. Mientras que la comunidad madrileña supera en PIB a la catalana y amplía año tras año la brecha sobre la anteriormente primera economía del país. Madrid baja impuestos para atraer empresas y talento y Cataluña los sube para expulsar inversiones y cerebros.
En cualquier país del mundo, salvo las regiones de Quebec en los años ochenta/ noventa del pasado siglo y la Cataluña actual, el deterioro económico y de la convivencia es castigado por los electores.
El comportamiento electoral de la mitad de los catalanes no es pues lógico. Tampoco el de los alemanes en 1933 que votaron a Hitler. Ni el de los quebequeses que daban mayorías absolutas en las décadas de los años ochenta y noventa del siglo XX a los partidos independentistas. Hay por lo tanto un deseo de autodestrucción subconsciente que domina a la razón de las masas. Esta frustración acompañará a los votantes independentistas hasta el final de sus días. Que nadie espere que la mitad de los actuales catalanes vuelva al estatuto de autonomía y a la Constitución. La solución la traerá el relevo generacional. Muy probablemente los catalanes de corta edad de familia independentista sean los primeros en un futuro de tomar consciencia del declive. En la región canadiense de Quebec hemos visto un proceso similar al catalán. Ambos únicos en el planeta (Juegos olímpicos en Montreal en 1976 y Barcelona 1992). Esta rica zona de América del Norte se empobreció en la década de 1990. Este territorio padeció dos consultas independentistas (1980 y 1995). La fuga de empresas, capitales y personas fue la consecuencia. Pasó a ser de líder de crecimiento a la cola de todos los territorios de Canadá. En las últimas elecciones autonómicas en Quebec, el Partido Quebequés, el principal entre los independentistas, sufrió una gran derrota, perdió su hegemonía de los últimos cuarenta años. Fue relegado a la tercera posición y fuera del gobierno autonómico. Una nueva generación de quebequeses ha tomado el relevo en las urnas a sus padres y abuelos. El voto independentista ha caído en el olvido de millones de quebequeses dispuestos a solucionar su integración nacional en el conjunto de Canadá, imprescindible para la reconstrucción económica, política y social de la región.
En Cataluña seguiremos los próximos veinte años votando cada dos o tres hasta que la juventud jubile a los políticos y activistas independentistas.