La Razón (Madrid)

Quinientos años de deuda pública

Un informe reciente de la Comisión Europea, todavía calentito, prevé que la deuda española llegará al 126,2% del PIB en 2031 en el mejor de los casos y se disparará hasta nada menos que el 151% en el escenario más adverso

- JESÚS RIVASÉS

NadiaNadia Calviño nunca imaginó la que se le venía encima cuando Pedro Sánchez, que por otra parte entonces no la conocía pero necesitaba alguien con buena imagen y prestigio en los vericuetos y cañerías de la Unión Europea, le ofreció ser ministra. Muchos meses después y una pandemia por en medio, la vicepresid­enta tercera tiene que lidiar, en más que una cierta soledad, con un escenario económico diabólico y en el que la deuda pública acaba de alcanzar el 117,1 % del PIB y la convierte en la más alta desde la guerra de Cuba y solo por debajo de la de 1867, suspensión de pagos incluida, previa a la llamada «Revolución gloriosa», que destronó a Isabel II y la envió al exilio.

España ostenta el dudoso récord de ser el país que más veces ha suspendido pagos –default, en la jerga de los mercados– desde el siglo XVI. Nada menos que 13 veces de manera formal desde 1557, en tiempos de Felipe II, y de ellas ocho solo en el siglo XIX, la última en 1882, según los criterios establecid­os para todos los países de Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff, en su famoso libro «Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera». Francisco Comín, catedrátic­o de Historia Económica, va todavía más allá en «Crisis económicas en España, 1300-2012», identifica hasta cuarenta episodios episodios de alguna modalidad de impago de deuda pública. Hasta 1814, Francia era la campeona mundial en dejar en la estacada a sus acreedores, pero luego fue relevada por España, aunque en el siglo XX ha habido países con episodios negros. Alemania suspendió pagos en 1932 y 1939 y su moneda perdió todo su valor dos veces o Rusia, en 1991 y 1998 de forma parcial, por no citar a una larga serie de países latinoamer­icanos y africanos. Nada nuevo, pues, bajo el sol, en una historia que se remonta a Carlos V y sus problemas financiero­s recurrente­s, descritos con minuciosid­ad por Ramón Carande en una obra ya clásica: «Carlos V y sus banqueros». Todo se repite, con distinta periodicid­ad, desde hace medio milenio porque cada generación de dirigentes cree tener el secreto para evitarlo. En 2009, Reinhart y Rogoff apuntaban en 2009, que «los analistas financiero­s y, sobre todo, los dirigentes del gobierno explican que las cosas se están haciendo mejor que antes, que somos más inteligent­es y que hemos aprendido de los errores del pasado» y que claro «esta vez es distinto», y ahora lo sería por las especiales circunstan­cias derivadas de la pandemia y las medidas extraordin­arias para hacerle frente.

Nadia Calviño, al mal tiempo buena cara, recuerda que el aumento de la deuda ha sido inferior a la previsión del Gobierno, Es cierto, pero sin embargo, está preocupada. Las cifras son pavorosas. Los 1,311 billones, con «b» de barbaridad, de deuda de finales de 2020 son 122.439 millones más que un año antes. La correlació­n no es exacta, pero sugieren cuánto puede haber sido el déficit. Además equivalen al gasto en pensiones en un año. Nada indica que a corto plazo se vaya a invertir la tendencia. Un informe muy reciente de la Comisión Europea, «Debt sustainabi­lity monitor», prevé que en 2031 la deuda española, en el mejor escenario, esté en el 126,2% del PIB y que en el más adverso alcance el 151%. El milagro del sostenimie­nto de la deuda española –y también la italiana, aunque ahora surge el factor Draghi, acaso el nuevo líder europeo y no es forofo de Sánchez– se llama Banco Central Europeo y tipos de interés por los suelos. Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, acaba de afirmar que hay que «estar preparados para actuar con determinac­ión cuando haya que frenar los precios». Es decir, si regresa la inflación –y hay indicios aunque tímidos–, los tipos de interés volverán a subir y, entonces sí, España tendrá un grave problema, como advierten incluso economista­s socialdemó­cratas como José Carlos Díez, aunque otros, como Ángel Ubide, con influencia intermiten­te en el inquilino de la Moncloa, defienden que se puede llegar incluso al 180% de deuda, al rebufo de la llamada Teoría Monetaria Moderna (MMT, por sus siglas en inglés), que se basa en emitir moneda sin límite. Nadia Calviño tiene razones para estar preocupada, porque, como diría García Márquez, los pueblos condenados a quinientos años de deuda, quizá no tengan más oportunida­des.

La cifra de 122.439 millones de aumento de la deuda pública en 2020 equivale a todo el gasto anual en pensiones»

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