La Razón (Madrid)

Un golazo de Giroud deja tocado al Atlético

El Atlético despreció el ataque para proteger su portería y no supo cómo responder al gol del Chelsea

- Domingo García

El valor extra de los goles en campo contrario en caso de empate ronda la cabeza de Simeone al comienzo de cada eliminator­ia de Liga de Campeones. Su obsesión es no encajar goles en su campo para aprovechar esa ventaja aritmética en el segundo enfrentami­ento. Y a eso dedicó todas sus energías el equipo rojiblanco. Sin éxito. Tuvo que intervenir el VAR para dar validez al gol de Giroud que el árbitro había anulado. Pero fue Hermoso el que tocó la pelota hacia atrás, un despeje fallido que se convirtió en un pase perfecto para la chilena del delantero francés.

El Atlético había jugado a protegerse en Bucarest, donde jugaba como local y sin público, detalles que ayudan a ser conservado­r sin remordimie­ntos, aunque no es ése un problema que afecte mucho a Simeone por proteger demasiado su defensa. Y la protegió tanto que llegó a juntar a seis hombres en el borde de su área. Correa era un lateral más al lado de Llorente, que perseguía a Timo Werner. El Atlético intentaba presionar arriba para robar algún balón cerca del área, pero cuando le superaban en la primera línea prefería esperar atrás, como en los primeros tiempos del Cholo. Muy cerca de Oblak.

Y cuando recuperaba ahí atrás la distancia era demasiado grande hasta la portería de Mendy. Y sólo Luis Suárez estaba por delante de la pelota. Tampoco se entretenía en la elaboració­n el equipo rojiblanco. La jugada comenzaba comenzaba desde atrás con un pelotazo de Oblak buscando directamen­te a Luis Suárez. Al Atlético le sobraban los intermedia­rios porque quería evitar pérdidas tontas cerca de su área que acercaran al Chelsea al gol.

El portero despejaba para que Luis Suárez se buscara la vida. Las ocasiones, las poca que tuvieron los rojiblanco­s, llegaron por casualidad­es. Una mala cesión de Jorginho, un mal control de Mendy, el portero del Chelsea, que dejó la pelota a los pies de Saúl, pero no acertó el centrocamp­ista rojiblanco, que fue honrado y no quiso tirarse ante la entrada del guardameta rival.

El Atlético no buscaba el gol, esperaba un regalo del rival. Y no llegó. El Chelsea dominaba el partido, jugaba en campo del rival, que se sentía cómodo defendiend­o. Así ha sido durante años en Europa. El Atlético se encierra esperando el desgaste del contrario sin sentir ningún agobio.

Pero el oxígeno empieza a faltar cuando la estrategia falla y el

Atlético tiene que esforzarse por marcar un gol para igualar la eliminator­ia. Las remontadas se suelen dejar para la vuelta, pero el equipo del Cholo tuvo que empezarla en la última media hora del partido.

Era un plan improvisad­o de un equipo pensado para otra cosa. Y el riesgo era que el Chelsea encontrara otro gol en un contraataq­ue. A eso se aplicó Timo Werner, el delantero fichado del Leipzig, que se perdió la eliminator­ia de la temporada pasada entre el equipo alemán y el Atlético pensando en partidos como éste con su nuevo equipo.

No encontró el gol el delantero del Chelsea. Tampoco el Atlético. Simeone decidió entregar todas sus energías a la defensa, sacrificar a alguno de sus mejores hombres en ataque por la tarea de proteger la portería de Oblak. Y cuando quiso reaccionar era tarde.

No es extraño que Simeone cambie el dibujo durante el partido incluso en varias ocasiones. Pero más difícil que variar un sistema es cambiar sobre la marcha la cabeza de los futbolista­s que llevan días preparándo­se para una cosa y tienen, de repente, que enfrentars­e a una realidad diferente.

Buscó en el banquillo, pero te

El Atlético dedicó a sus mejores futbolista­s a defender y cuando intentó reaccionar era tarde para cambiar la mentalidad

nía más jugadores defensivos que ofensivos. Allí esperaban, por ejemplo, Kondogbia y Torreira, mientras Llorente, Lemar, Joao Félix y Correa se aplicaban en ejercicios defensivos sobre el césped. Entró Torreira para recomponer el equipo, como Lodi, y con ellos Vitolo y Dembélé.

El resultado fue igual de improducti­vo. Es complicado marcar goles cuando no hay ni siquiera un disparo entre los tres palos en noventa minutos. Simeone despreció el ataque, como suele hacer en situacione­s de riesgo, mucho más en Europa, y el Atlético tendrá que doblar sus esfuerzos ofensivos para el partido de vuelta en Londres.

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Olivier Giroud celebra el golazo de chilena que dio la victoria al Chelsea en Bucarest
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