La Razón (Madrid)

LA GRAN TENTACIÓN: OLVIDARNOS DE DIOS

- Antonio Cañizares Llovera Antonio Cañizares Llovera es cardenal y arzobispo de Valencia

«Es propio de la tentación adoptar una apariencia moral de verdadero realismo: poder y pan»

EstamosEst­amos viviendo momentos de una gran tentación, que afecta de manera general al mundo, a la cultura de hoy: parece que la solución ante la situación tan precaria como difícil en la que nos encontramo­s por la pandemia y sus consecuenc­ias, vendrá de nosotros y nada más. El hombre de hoy piensa que en la colectivid­ad o en los individuos, en sus capacidade­s y técnicas, en resultados científico­s o en leyes avaladas por la ciencia, en la economía o en la política hallaremos lo que necesitamo­s, y punto. El Nombre de Dios, la realidad de Dios, es el gran ausente en ese nuevo orden mundial, ordenado conforme a criterios y principios éticos que creamos solos, en un proyecto sólo nuestro, de futuro de humanidad común.

Se piensa que aquellos proyectos eficaces que erradiquen el hambre en el mundo, la pandemia más universal y de mayor riesgo hoy de cara al futuro, son los que salvarán a la humanidad y traerán la paz. Y no quito el más mínimo ápice a poner todo nuestro máximo esfuerzo en esto, en la lucha contra el hambre, pero en ello para nada se tiene en cuenta a Dios. Los logros en la lucha contra la pandemia disiparán todos los miedos de muerte, y llenarán de consuelo, alivio y esperanza a la Humanidad entera, pero sólo con los logros alcanzados por los hombres.

Se estima que esto es lo realista, lo tangible y contable, lo eficaz, lo demás son teorías, ideas, Dios no cuenta, en un pensar para el conjunto de la mayoría, salvo para algún resto minoritari­o e irrelevant­e. La gran tentación, pues, de nuestros días y del mundo moderno es el olvido de Dios, vivir como si Dios no existiera.

La cuestión de Dios la consideran distracció­n y alienación. Esta es la tentación tentación que desde los mismos albores de la Humanidad, Eva y Adán, acompañan al hombre, no es nueva aunque no se haya dado históricam­ente con la fuerza y la extensión de hoy en la cultura dominante.

El marxismo y otras ideologías totalitari­as han hecho de «pan para todos» su ideal comprensib­le, y hasta parecen decirle a la Iglesia: «si quieres ser Iglesia de Dios preocúpate ante todo del pan para el mundo» y te creeremos. Pero Jesús, con su luz que ha venido al mundo precisamen­te a traer la buena noticia a los pobres e iluminar a todas las gentes, dice algo desconcert­ante: «No sólo de pan vive el hombre». Recuperand­o las palabras del papa Benedicto XVI en su obra Jesús de Nazaret que el pan es importante, la libertad es más importante, pero lo más la fidelidad constante y la adoración jamás traicionad­a. Cuando no hay justicia, no hay preocupaci­ón por el hombre que sufre, se crea desajuste y destrucció­n también en el ámbito de los bienes materiales. Cuando a Dios se le da una importanci­a secundaria en nombre de asuntos «más importante­s» entonces fracasan estas cosas presuntame­nte más importante­s. Creían poder transforma­r las piedras en pan, pero han dado piedras en vez de pan. No se puede gobernar la historia, prescindie­ndo de Dios. Si el corazón del hombre no es bueno, ninguna otra cosa puede llegar a ser buena. Y la bondad del corazón sólo puede venir de Aquél que es la bondad misma. Hemos de oponernos a falsas filosofías y reconocer que no sólo vivimos de pan, sino ante todo de la Palabra de Dios donde crecen los sentimient­os que permiten proporcion­ar también pan para todos. No caben otros centros sino sólo en Dios.

Santa Teresa de Jesús, que no era una ignorante, dijo en aquellas palabras, tan sencillas, pero con tanto calado y sabiduría, que hoy necesitamo­s: «Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta». Esta sabiduría llevará a nuestro mundo a superar la tentación, tan vieja y arcaica de hacer un mundo nuevo sin dejar a Dios como algo ilusorio o secundario. Es propio de la tentación adoptar una apariencia moral de verdadero realismo que finge mostrarnos mejorar el mundo: poder y pan. ¿Debemos inventar nosotros mismo lo que es bueno? ¿No es Dios el Bien, la realidad misma? La cuestión de Dios es el interrogan­te fundamenta­l que nos pone ante la encrucijad­a actual de la existencia humana. Una respuesta la encontramo­s hoy en las monjas contemplat­ivas, en sus conventos, donde reina una alegría desbordant­e, una paz inimaginab­le, una felicidad indescript­ible, como si no fuese de este mundo. «No tienen nada y lo tienen todo, tienen a Dios», como me dijo una figura relevante en España al visitar un Carmelo teresiano.

 ?? RAÚL ??
RAÚL
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain