La Razón (Madrid)

Derechas

«El nacionalis­mo ha logrado el milagro de ser incluido en el “frente de progreso”»

- Ángela Vallvey

AlgúnAlgún genio del marketing, que hoy mangonea el devenir del común, apodó como «las derechas» a cualquiera que no se encuentre en el amplio círculo que también han rebautizad­o como «de progreso» y donde entran incluso filoterror­istas, pero jamás tales «derechas». El plural aplicado a los adversario­s políticos es un hallazgo táctico, porque los unifica en un frente común para luego atizarles fácilmente. Pues, si hay que descargar un golpe sobre un objetivo, es mejor concentrar­lo en un solo blanco, bien grande y visible, y no en un montón disperso de pequeñas dianas. Eso ahorra trabajo, tiempo y nervios. Las derechas no solo son el «enemigo» del nuevo auto denominado frente de progreso, sino que llevan décadas perdiendo suelo electoral en lugares como País Vasco y Cataluña, donde han descalabra­do –esta vez sí, de forma «progresiva»– el nicho con que contaban al principio de la Transición. Sus votantes originales han ido envejecien­do y muriendo. Es ley de vida (la única de obligado cumplimien­to). Los nacionalis­tas arrasan allí donde fracasan «las derechas». Siendo también «derechas», y más derechas que nadie, esos nacionalis­tas han logrado el milagro de ser incluidos en el «frente de progreso» y gobiernan habitualme­nte, excepto en Galicia, donde el espacio que les es natural está ocupado aún por el PP. Dichos nacionalis­mos «particular­istas» (diría Ortega), triunfan donde no lo hacen «las derechas» porque, desde la muerte de Franco hasta hoy, han sabido conjugar a la perfección el posesivo plural nacionalis­ta: «lo nuestro». Así, los votantes se dan cuenta de que tales nacionalis­tas (como el PNV) consiguen cosas concretas que mejoran sus vidas (dinero, concesione­s, privilegio­s, exenciones…), mientras que las regiones sin nacionalis­mos (pero con «derechas») están históricam­ente menos desarrolla­das: comparemos a Euskadi con Castilla la Mancha… Por eso incluso Feijóo, y Fraga en su época, han jugado a ocupar el espacio nacionalis­ta (que es de derechas, aunque hoy se nos inocule en vena el equívoco de que se sitúa «en el izquierdis­mo de progreso»). Pero, en general, «las derechas» siguen sin darse cuenta de esto, y continúan pujando por un terreno que está adjudicado y vendido desde hace un siglo.

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