«SI NOSOTROS CALLAMOS, ¿QUIÉN HABLARÁ?»
LasLas palabras de Primo Levi iluminan en la tiniebla y conminan a la humanidad a un deber colectivo. Él es uno de esos faros que aseguran el rumbo firme si nos fijamos con el detenimiento y la voluntad debidos. El escritor italiano de origen judío comparte con Edith Bruck, la escritora húngara de casi noventa años, la condena de un pasaje al infierno en la tierra de los campos nazis y el retorno de entre los muertos en vida para erigirse en guardianes de la memoria más atroz. Edith añora a Levi y no le perdona su final. Como él, fue testigo directo de la capacidad del hombre para la crueldad sistemática y el mal absoluto. Sobrevivió a Auschwitz, Dachau, Bergen-Belsen, pero por ese viacrucis perdió a sus padres y a un hermano. «¿Ves ese humo? Han hecho jabón con tu madre». El relato angustioso y estremecedor, pero al mismo tiempo de coraje y resistencia ante el suplicio, captó la atención del Papa. Su testimonio publicado en «L’Osservatore Romano» emocionó al Santo Padre. Que fuera residente en Roma desde hace muchos años facilitó el encuentro, en la primera salida de Francisco en meses por las restricciones de la pandemia. Ese cara a cara en el hogar de Edith Bruck, que recoge la imagen, se convirtió en un homenaje al pueblo judío martirizado por los nazis. La narradora del calvario propio y el de tantos no alberga odio ni sed de venganza. «El mal engendra maldad». Hoy, de nuevo, el antisemitismo, la vileza, el supremacismo, el totalitarismo populista, rebrota mientras la indiferencia y el egoísmo se funden con el relativismo social hasta desconectar recuerdos que perturban. Pero si el bien debe prevalecer, en efecto, no podemos callar.
Juan Luis Carrasco