La Razón (Madrid)

«ES UN ERROR TENSIONAR AL GOBIERNO PLANTEANDO QUE SE PUEDE TRAICIONAR LA PALABRA DADA»

- Alfredo Semprún

Pablo Iglesias Vicepresid­ente segundo del Gobierno

NoNo le falta razón al señor vicepresid­ente segundo cuando apela al cumplimien­to de los pactos firmados entre el PSOE y Unidas Podemos para conformar el acuerdo de gobierno de coalición. Parece extraño que se apurara tanto en los detalles, pero si Iglesias lo dice será verdad que la limitación del precio de los alquileres es una de las condicione­s a cumplir por Pedro Sánchez, de cuya palabra, ahí están los hechos, nadie debería dudar. Otra cuestión es que el asunto no guste un pelo a un partido veterano como el socialista, con aspiracion­es de permanenci­a en el largo plazo, y que conoce de primera mano que las soluciones populistas las carga el diablo. Un partido, además, y no debería olvidarlo el señor vicepresid­ente segundo, que fundamentó su retorno al poder en la Transición en un pacto, ese sí, de hierro, con la oligarquía y que sabe por experienci­a, quizá no por convicción, que una economía abierta a la inversión renta a la larga mucho más en términos políticos. Dicho lo cual, limitar el precio de los alquileres no deja de ser una ocurrencia si, al mismo tiempo, no se opera con fuerza sobre el mercado inmobiliar­io. Así, cuando el régimen de Franco dictó la ley de arrendamie­ntos urbanos de 1964 –los famosos pisos de renta antigua, muchos de los cuales aún subsisten– se cargó, es cierto, el mercado del alquiler, pero, simultánea­mente, puso en marcha unas políticas inmobiliar­ias que, según el INE, supusieron la construcci­ón de más de cuatro millones de viviendas entre 1961 y 1975, la mitad de las cuales gozaban de alguna figura de protección oficial. Resultado, el 52 por ciento de los españoles pasaron a vivir en un piso en propiedad, porcentaje que subió hasta el 76,1 por ciento de 2018. Comprendo que en los tiempos que corren todo sean prisas y no vaya a ser que nos pongamos a elaborar un plan de promoción de viviendas, con incentivos fiscales como los que tienen los norteameri­canos, a cinco años vista y el mérito se lo lleven otros, cuando de Iglesias no quede memoria. Porque, mucho me temo, que el PSOE sí seguirá.

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