CON LA MIRADA PUESTA EN LO MÁS ALTO
Madrid cuenta con el rocódromo urbano más grande de España
DicenDicen por ahí que esta desgana generalizada tras un año esperando un reinicio de partida que no llega se llama fatiga pandémica. Que no es simple frustración, ni cansancio o aburrimiento, ni siquiera ansiedad o una depresión. Que lo que sufre la sociedad actual aquí y en todas partes es un conjunto de todo eso y un poco más, provocando un agotamiento psicológico que colma las calles de miradas tristes y cabezas gachas. Y como, por el momento, al final del túnel la luz no es más que un hilo tenue de esperanza en forma de vacunación, no queda más remedio que encontrar la manera de erguir esas espaldas y levantar esos ánimos.
Es sabido que el deporte es una de las mejores herramientas para mejorar la salud mental, como también lo es aventurarse a hacer cosas nuevas o, mejor, probar con las dos a la vez y atreverse con la escalada en el que es su año. Sí, su año, porque, si nada se lo impide y sus planes no vuelven a retrasarse, la escalada pasará a ser deporte olímpico en Tokio 2021, lo que se está reflejando en el aumento de adeptos. Aficionados y aficionadas que no solo están dispuestos a escaparse a la montaña para disfrutarla, sino que reclaman cada vez más opciones sin salir de la ciudad y están impulsando así la apertura de nuevas instalaciones, como es el caso del rocódromo recién inaugurado Sharma Climbing Madrid, nada más y nada menos que el más grande de España.
Abierto a finales de 2020, este espacio ubicado en el distrito de San BlasCanillejas cuenta con 4.000 metros cuadrados y con muros de escalada de hasta 19 metros de altura. Un rocódromo con opciones para todo tipo de públicos: niños desde los cuatro años y adultos, curiosos y expertos, para practicar escalada con cuerda o sin ella, en grupo o con clases individualizadas. Las instalaciones abren todos los días, de lunes a viernes en horario de 8:00 a 22:00 y los fines de semana de 9:00 a 20:00.
Y así, aunque ahí abajo las cosas sigan pintando no todo lo bien que deberían, con las manos manchadas de magnesio y los músculos cargados de tensión, la mirada estará puesta donde tiene que estar: en lo más alto.