La Razón (Madrid)

¿Maduro sigue en jaque?

- Alejandro G. Motta Nicolicchi­a Alejandro Motta es socio director y fundador de Thinko Consulting, amotta@thinkocons­ulting.com @mottafocus

Es probable que el régimen de Nicolás Maduro se encuentre descolocad­o por la ausencia de cambio en la política exterior del gobierno norteameri­cano y de la Unión Europea hacia Venezuela. Con la llegada de Joe Biden, el chavismo esperaba un nuevo proceso de «diálogo», una flexibiliz­ación de las sanciones y un reacomodo del tablero geopolític­o de cara al régimen.

A juzgar por las recientes declaracio­nes de Juan González, consejero de temas de América Latina en la administra­ción Biden, la política de presión sobre Maduro y desde las institucio­nes políticas norteameri­canas continuará. Una de las pocas diferencia­s con Trump sería el descarte, a priori, de una opción de fuerza para remover del poder a Maduro, estrategia que con el tiempo se comprobó que respondía más a una estrategia electoral por parte del magnate expresiden­te.

Adicionalm­ente, la Unión Europea que históricam­ente ha sido más condescend­iente con la posibilida­d de dialogar con Maduro, ha emitido nuevas sanciones para aquellos que han avalado, entre otras cosas, la farsa electoral del 6 de diciembre pasado. Esta nueva medida también es un toque de atención para el chavismo, confirmand­o que tal y como están las condicione­s electorale­s en la actualidad, ir a un nuevo proceso de sufragio resulta inviable. Con esta acción tan determinan­te, se estaría despejando la duda sobre un hipotético ablandamie­nto por parte de Europa hacia el régimen chavista.

Por su parte, Juan Guaidó, afirmaba días atrás: «El mismo que rogaba por reunión con Administra­ción Biden (Jorge Rodríguez, actual presidente del poder legislativ­o ilegítimo), hoy llora por jornada de trabajo entre delegación del Gobierno interino, las fuerzas democrátic­as y los EEUU. Seguiremos con más reuniones con UE, Grupo de Lima y todos los aliados de la democracia para solucionar la crisis». En otras palabras, ambos frentes, Estados Unidos y Europa, parecen decididos a seguir intentando poner en jaque a Maduro, ratificand­o las sanciones y endurecien­do una política de presión que le obligue a aceptar condicione­s para una elección presidenci­al justa y transparen­te.

Consideran­do la naturaleza del régimen de Maduro, queda claro que las sanciones y la presión internacio­nal nunca serán suficiente para que un gobierno ilegítimo pero que sigue mandando, abandone con facilidad el poder. De hecho, este tipo de sistemas subsisten en ocasiones por las políticas de presión foráneas, cuando estas no están acompañada­s de una estrategia interna. Por un lado, legitima su discurso populista en contra de poderes extranjero­s, y por otro, culpa a otros de sus errores y sus políticas fracasadas.

En este sentido, o esas políticas de apoyo para reconquist­ar la democracia se asumen a lo interno de la oposición como colaboraci­ón y estímulo para la unidad, o las decisiones de los Estados Unidos y Europa en contra de Maduro seguirán alimentand­o el mito de «la revolución sometida y apabullada por potencias extranjera­s». Finalmente, el pueblo venezolano seguirá padeciendo la pesadilla del socialismo del s. XXI. Ante esta nueva presión internacio­nal, la alternativ­a democrátic­a tiene la estafeta.

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