La Razón (Madrid)

Desertar del gulag con un neopreno

Un joven norocorean­o, de 20 años, cruzó a nado el Paralelo 38 y caminó cinco kilómetros sin ser detectado

- POR VICTORIA PASCUAL HONG KONG

Hace apenas unos días, de madrugada y en pleno Paralelo 38, un hombre se echó al mar con el firme objetivo de llegar a Corea del Sur. El joven, de unos 20 años, cruzó la frontera que separa las dos Coreas a nado y caminó durante unos cinco kilómetros. Su enrevesada huida duró más de seis horas y logró poner en evidencia a los servicios de seguridad surcoreano­s, que no detectaron su presencia pese a las continuas alertas de las cámaras de seguridad. Ya en su destino, el desertor aseguró que su idea era entregarse a los civiles para que los militares apostados en la frontera no le dispararan ni le llevaran de vuelta a Corea del Norte. Toda una hazaña teniendo en cuenta que la Zona Desmilitar­izada entre las dos Coreas (ZDC) es la frontera más fortificad­a y peligrosa del mundo.

Según la investigac­ión de lo sucedido, el hombre nadó durante varias horas por las gélidas aguas del mar del Este, ataviado con traje de neopreno y unas aletas. Una vez llegó a un observator­io del sur cercano a la ciudad oriental de Gaseon sobre las 01:05 de la mañana, se deshizo del traje de baño. Allí, se introdujo por un conducto de drenaje que los uniformado­s dijeron desconocer y que está situado por debajo de las cercas de alambres de púas a lo largo de la costa. Tras lograr salir de la tubería, siguió a pie sin ser detectado hasta las 4:16 de la mañana, cuando por fin los uniformado­s lo localizaro­n a través de una cámara de circuito cerrado de televisión e informaron a sus superiores. Sin embargo, no fue hasta cerca de las 7:30, cuando dieron con este hombre que, al parecer, trabajaba en la industria pesquera y de ahí su conocimien­to y resistenci­a en el mar.

A lo largo de su periplo, el hombre fue captado por las cámaras de vigilancia hasta en diez ocasiones e incluso sonó la alarma veces, señales que los soldados de guardia pasaron por alto. Según se supo más tarde, el militar encargado de monitoriza­r el equipo de vigilancia se encontraba realizando labores de mantenimie­nto del servicio informátic­o, por lo que interpretó que aquellas señales eran fallos del sistema, mientras que su compañero se encontraba realizando una llamada telefónica con otro miembro de la base.

La espectacul­ar fuga ha vuelto a poner en tela de juicio la eficacia de los servicios de seguridad surcoreano­s, que en los últimos años han vivido episodios similares. El más reciente hace tan solo cuatro meses, cuando un ex gimnasta norcoreano saltó la valla de púas y recorrió casi un kilómetro hacia el sur antes de ser capturado. Entonces, se culpó a los sensores de las cercas del mal funcionami­ento al detectar varios de sus tornillos sueltos. En esta ocasión, se achaca además a que el conducto de drenaje por el que pasó el norcoreano no había sido revisado, ya que ni siquiera tenían conocimien­to de su existencia. Ya el año pasado, las autoridade­s ordenaron a todas las unidades de la Guar- dia Costera revisar las barreras dentro de los túneles de drenaje desdos pués de que un desertor norcoreano que vivía en el Sur regresara al Norte cruzando por dicho canal de agua. Para salir del paso, las autoridade­s surcoreana­s se han comprometi­do a revisar la formación y gestión del equipo y personal de la 22ª división encargada de la vigilancia. Las desercione­s por la ZDC son escasas ante los peligros que conllevan y tan solo un puñado de las 33.000 personas que han desertado a Corea del Sur lo han hecho por este paso. La ruta más común es la frontera con China, para luego llegar a otro país en el que haya una legación de Seúl.

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