La Razón (Madrid)

La llevan en volandas

- Juan Ramón Lucas

EnEn primavera electoral se dispara la demagogia con la misma insistente regularida­d con la que el polen coloniza el aire y machaca a los alérgicos. Es ésta una mirada muy urbana, sí, se lo concedo, pero es que la pugna electoral tiene más de disputa urbanita que aspira a moqueta que de carrera contra el viento por hacerse con la generosa gestión de lo público. La batalla electoral, por muy local que sea, se libra con medio ojo mirando a casa y el otro ojo y medio a la política nacional que ejercen los partidos que se presentan. Salvo alcaldes con personalid­ad muy definida o candidatos locales de probada gestión y cercanía, es el peso de los partidos que les avalan lo que casi siempre inclina más la balanza. Seguro que algún sociólogo con más criterio y conocimien­to que un servidor me ajustaría esta cuenta con cifras y letras, pero esta mirada de puro observador –que, como todas las que uno plasma aquí, puede ser equivocada– se me atornilla y acrecienta en cada elección. Ahora con Madrid, casi definitiva­mente.

Ya tuvimos hace semanas el aperitivo de la disputa fascismo comunismo como males inevitable­s que traería el adversario. Pero deben de haberse dado cuenta del exceso verbal y hemos pasado ahora a otros desafíos. Fundamenta­lmente alrededor de la Covid. La demagogia planea como la primavera, pero parece como si se aletargara ante la consistenc­ia sonora de esa otra batalla que trasciende ampliament­e los límites de Madrid.

Ya hasta la candidata a una victoria histórica para los populares se planta en jarras no ante el adversario socialista local, sino frente al jefe supremo. Del partido y del Gobierno. El desafío de Isabel Díaz Ayuso a Pedro Sánchez, citándole en corto y por derecha, define perfectame­nte el rasgo de carácter más notable y afilado de las elecciones del cuatro de mayo. Si en cualquier elección local o autonómica el peso de los partidos nacionales –quizá con la excepción de territorio­s con tradición autonomist­a– es grande, en ésta lo que se juega sobre el tablero de Madrid es la hegemonía de la izquierda o la derecha como punto de partida para reconquist­ar la Moncloa o mantenerse en ella.

Pero hay más en esta ocasión sobre el tablero. Algo que tiene que ver con los peculiares rasgos políticos de uno de los protagonis­tas principale­s, Isabel Díaz Ayuso. La candidata presidenta ha desarrolla­do una personalid­ad propia, de carácter singular y peleón, partiendo –y eso si que es un mérito político– de un desconocim­iento o hasta desprecio de los adversario­s y alguna prensa, que aún hoy se resisten a reconocer pese a la evidencia de su popularida­d y el éxito de las encuestas. Arranca, por tanto, desde una posición en la que no es extraño que levante los ojos en su desafío sobre la línea del señor Gabilondo e incluso del ex vicepresid­ente Iglesias.

La batalla de Madrid ya no es que vaya más allá de la comunidad o los municipios, es que además de componer un paisaje con figuras en el que los bloques se reafirmen o no, puede suponer también el principio de un interesant­e movimiento dentro de la propia derecha española. No es que Ayuso vaya a poner en cuestión el liderazgo de Casado, sobre todo con un resultado que le permita continuar, es que en su partido y desde la base, la van a llevar a Génova en volandas.

«Ayuso ha desarrolla­do una personalid­ad propia, de carácter singular y peleón»

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