La Razón (Madrid)

En busca de un único candidato

- Lorente Ferrer es sociólogo Lorente Ferrer

Quizá el reto más importante de las derechas españolas a fecha de hoy sea su unificació­n bajo un mismo candidato. La andadura inicial del PP, que desde su refundació­n en 1989 sustituyó a la anterior Alianza Popular, estuvo marcada por grandes dificultad­es. Prueba de ello son los pésimos resultados obtenidos por el partido conservado­r en la década de los años ochenta, bajo la presidenci­a de Manuel Fraga. Entre las elecciones de 1982 y 1989, su media fue de 5,3 millones de votos y el 26,1% del voto válido.

Además durante esta década el centrodere­cha estuvo fraccionad­o, con AP por un lado y UCD y CDS por otro, que en cada una de las tres elecciones de los años ochenta captaban un promedio de 1,8 millones de votantes del centro derecha, con una media de 38,9% del voto válido. Solo con la unificació­n del centro derecha que trajo consigo la elección de José María Aznar como presidente del PP en abril de 1990, permitió que en las elecciones generales de 1993, las derechas consiguier­an un 36,6 % de los votos y 8,6 millones de votantes. En esas elecciones el voto del 95,3% del centrodere­cha se concentró en el PP de José María Aznar. Obtuvo 141 escaños. Hasta entonces, y desde 1982, las derechas por separado solo conseguían un promedio de 122 escaños en cada legislatur­a.

Finalmente, en las elecciones de 1996 la lista única de las derechas españolas, la del PP, logró sumar 9,7 millones de votos y 156 escaños, lo que permitió a Aznar alcanzar el gobierno. En 2000 el éxito electoral del centrodere­cha unido aún sería mayo; 10,3 millones de votos, el 44,5% del voto válido y 183 escaños que otorgaban la primera mayoría absoluta del centro derecha en España.

Tras ocho años de Zapatero, los populares consiguen ganar de nuevo con mayoría absoluta. Es 2011, y arrasa Rajoy con 10.9 millones de votos, el 44,6% del voto y mayoría absoluta con 186 escaños.

Lo que vino a continuaci­ón ya es conocido por todos y nos devuelve a los años ochenta, derecha fraccionad­a en varias candidatur­as, repetición electoral de 2016 y otra en 2019.

Pero para llegar a un único candidato hay que unificar las candidatur­as. Los acontecimi­entos provocados por las mociones de censura de primeros de marzo, han acelerado un proceso de concentrac­ión del voto de CS en PP y Vox. Este fenómeno que ya se detectó en las elecciones generales de 2019 culmina ahora con un partido naranja que lucha por su continuida­d pero que sus votantes se obstinan en abandonar. Si se mantiene esta tendencia y se confirma el próximo 4 de mayo en la Comunidad de Madrid, el PP podrá ocupar el espacio de centro que dejará CS. Por lo que las candidatur­as de las derechas serán solo dos: PP y Vox. Pero la formación de Abascal, no es un partido nacido de la nada, se trata de una escisión en el seno del PP. Dirigentes y votantes populares de la noche a la mañana abandonaro­n al PP y crearon una nueva formación en 2013, en el ecuador de la mayoría absoluta de Rajoy.

Esta circunstan­cia no se había dado en el periodo de los años ochenta. Vox se manifestó con fuerza en las elecciones andaluzas de 2018 y desde entonces en las generales, europeas, y autonómica­s y municipale­s de 2019, así como en las catalanas de febrero de 2021. Su electorado lo componen fundamenta­lmente exvotantes del PP. Por lo tanto es el PP el que debe invitar a esos votantes a regresar a la que desde el 4 de mayo será la casa común de las derechas españolas, el Partido Popular.

Es el PP el que debe invitar a esos votantes a regresar a la que desde el 4 de mayo será la casa común de la derecha española

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