PARECE QUE SÍ HAN ATENDIDO LA LLAMADA
LaLa imagen, tomada en el río Bravo, entre las localidades de Miguel Alemán y Roma, muestra a unos solícitos rangers texanos ayudando a una inmigrante a ganar la orilla norte. Con distintas variantes, esta escena se ha repetido hasta 200.000 veces estos dos últimos meses de febrero y marzo a lo largo de los puntos de cruce de la frontera méxico-estadounidense. Al menos, esa era la cifra de inmigrantes irregulares interceptados por las patrullas fronterizas norteamericanas y los rangers de Texas que ha facilitado Washington. Casi un diez por ciento son menores de edad no acompañados, a los que es forzoso dar asistencia y alojamiento. Que el cambio de presidente en la Casa Blanca ha tenido un efecto llamada extraordinario es un hecho evidente. Pero qué hacer con los que llegan se está convirtiendo en un problema político mayor. Muchos de los aspirantes a una vida mejor, por lo menos más segura, serán devueltos. Otros, engrosarán la larga lista de indocumentados, más de once millones, que Joe Biden ha prometido regularizar. El asunto, por supuesto, da munición política a los republicanos, con el viejo Donald Trump desatado en twitter desde su retiro floridano. Y mucha más munición dará, si tenemos en cuenta que la encargada del problema es la muy progresista y radical vicepresidenta, Kamala Harris, a la que no tragan y que, de momento, guarda prudente silencio. Tiene tiempo. A la población le preocupa mucho más la campaña de vacunación y los programas de inversiones en obra pública que ha anunciado la Casa Blanca. Lo de los «espaldas mojadas» puede esperar.