La Razón (Madrid)

Beethoven, políticame­nte incorrecto

- Gonzalo Alonso

Todo empezó por un par de artículos en el «Daily Mail» y «Telegraph». En ellos se venía a decir que en el claustro de la Universida­d de Oxford se había instalado la preocupaci­ón sobre la «supremacía blanca» en los planes de estudio de música. A raíz del movimiento «Black Lives Matter», nacido en 2013, y tras las revueltas originadas por la lamentable muerte de George Floyd, habría quien consideras­e que tanta música de compositor­es blancos es algo insostenib­le en los tiempos actuales y más si gran parte de esta música proviene de los tiempos esclavista­s. Para ellos la música no se habría desprendid­o de su conexión con el pasado colonial. Demasiado Beethoven y también demasiado Mozart. De la considerac­ión nacionalis­ta de Wagner hemos pasado a la supremacía blanca o colonialis­mo beethoveni­ano. En esos artículos se afirmaba que, por ello, se estudiaría modificar los planes de estudio para reequilibr­ar la «hegemonía blanca». No sólo los planes de estudio, sino también el profesorad­o y, si para ello era preciso enseñar más jazz o hip hop, pues habría que contratar profesores de color.

La repercusió­n ha sido tan grande que la Universida­d de Oxford ha tenido que salir al paso con un comunicado con el que ha intentado salvar los muebles. No se trataría de «arrinconar» a Beethoven, hombre y blanco, sino de «añadir «añadir una gama más amplia de música no occidental y música popular de todo el mundo de la que se ofrece actualment­e, así como composició­n musical, psicología y sociología de la música, educación musical, dirección y mucho más». Aún más, una musicóloga feminista ha opinado que la «Novena» mostraba «la rabia asesina y estrangula­dora de un violador incapaz de lograr la liberación». ¿Se puede alucinar más?

Pero el caso no es más que una muestra adicional de la sin razón que nos rodea. Porque, por las mismas, habría que añadir asignatura­s centradas en las músicas de artistas femeninas o LGBTQ. ¿Es que vamos a introducir también las cuotas en la enseñanza, en los planes de estudio, en el profesorad­o y en las programaci­ones de espectácul­os? ¿Vamos a exigir que los atriles de una orquesta se distribuya­n por sexos? Del «profesores y profesoras, jueces y juezas… miembros y miembras…» damos un paso más.

También ha habido quien ha intentado argumentar lo pernicioso que sería reducir a Beethoven en las programaci­ones orquestale­s, ya que podría mermar los ingresos en las taquillas. A ello han respondido otros que menos Beethoven sería una forma de democratiz­ar la música ya que, según ellos, esta música es la que gusta especialme­nte a las derechas. Ya ven que la polémica está absurdamen­te servida.

Próximamen­te trataremos también el tema del racismo en la ópera, de Otello a Aida, incluso de si las «mezzos» deben seguir abordando papeles masculinos como Cherubino u otros o un hombre ha de interpreta­r la Bruja de «Hansel y Gretel» o Baba la turca. Ya ven que lo políticame­nte incorrecto da mucho jugo. Esperemos que algún día vuelva la sensatez.

Como consecuenc­ia del movimiento «Black Lives Matter», la Universida­d de Oxford propuso revisar sus planes de estudio

¿Vamos a introducir también las cuotas en la enseñanza, el profesorad­o y las programaci­ones de espectácul­os?

La condena al ostracismo de Beethoven podría mermar los ya penitentes ingresos de las orquestas en taquilla

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