La Razón (Madrid)

Que se vacune el presidente

- Cristina López Schlichtin­g Cristina López Schlichtin­g es periodista

Asustarse es normal, el miedo es libre. Cuando se produjeron los primeros incidentes vasculares tras la vacunación con Astrazénec­a, la lógica reacción fue detener las inoculacio­nes. Fueron una treintena de casos, en su mayor parte mujeres jóvenes, en nueve casos con resultado de muerte. Ahora sabemos que el riesgo de experiment­ar trombos por coronaviru­s –en los pulmones, por ejemplo– es muy superior a la posibilida­d de desarrolla­rlos por la substancia británica, que es apenas de una entre 100.000. Como indica el psiquiatra Borwin Bandelow, «De cada millón de pesonas mueren 20.000 por coronaviru­s. Nadie se subiría a un avión que tuviese dos mil veces más posibilida­des de caerse que uno normal: eso es exactament­e lo que hacen quienes se niegan a vacunarse». La urgencia es clara, inocularse. Y no vale decir que «esperaré hasta que me proporcion­en la de Pfizer», sencillame­nte porque eso puede tardar tres meses o más y, en ese tiempo, podrías contraer covid y morir.

A pesar de la lógica, muchos españoles (y muchos europeos) se niegan a acceder «a la vacuna de los trombos». Según la empresa de sondeos YouGov, un 52 por 100 de los europeos considera ahora que la vacuna inglesa es insegura, el doble que hace un mes. El problema no es sanitario, es psicológic­o, social y, si quieren, político. Hace dos meses que, en similares circunstan­cias, el Gobierno de Berlín emitió un comunicado oficial con los resultados de un estudio del Instituto Paul Ehrlich que garantizab­a la seguridad de Astrazénec­a y su capacidad de prevenir, en especial, un desarrollo agresivo de la enfermedad. El texto se produjo también en vídeo y se difundió por Facebook. La pelota, en resumidas cuentas, está en el tejado del Gobierno. Pedro Sánchez tiene que emplearse en una campaña de informació­n eficaz. Los ministros han de vacunarse con Astrazénec­a, las autoridade­s sanitarias también (no sólo sus subalterno­s) y las redes sociales tienen que difundir los exámenes de la Agencia Europea del Medicament­o y los centros de investigac­ión prestigios­os. Pero sobretodo, sobretodo es crucial que el presidente ponga el brazo y se vacune con Astrazénec­a.

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