La Razón (Madrid)

Ruido de sables en el estrecho de Taiwán

La incursión china con aviones de combate en el espacio aéreo de la isla Formosa enciende las alarmas en Estados Unidos sobre los cálculos de Xi Jinping. Filipinas y Japón denuncian también nuevas provocacio­nes

- POR VICTORIA PASCUAL

Crece la tensión en el mar del Sur y el Este de China. El jueves, Taiwán aseguró que 15 aviones militares chinos, entre los que había una docena de aviones de combate, habían cruzado su zona de defensa. Ese mismo día, Pekín afirmó haber localizado a un buque de guerra estadounid­ense atravesand­oelestrech­odeTaiwán. Tres días antes, Manila alzaba la voz para quejarse ante la presencia continua de milicias chinas en sus aguas. Y un día atrás, Japón anunciaba que había enviado un destructor y dos patrullero­s para advertir a un buque chino que circuló por la vía fluvial entre Okinawa y Isla Miyako.

Con todos los países desenvaina­ndo sus espadas, la zona se ha convertido en el posible escenario de una hipotética guerra entre EE UU y el gigante asiático. Aunque los conflictos vienen de lejos, el mes de abril ha arrancado con multitud de nuevos movimiento­s y mensajes que han puesto en alerta a todas las partes implicadas. Al término de esta semana, Pekín condenaba la acción de Washington y le culpaba de ser el desestabil­izador de la región; mientras Taipéi advertía a Pekín de que la isla «se defendería hasta el último día» si en algún momento era necesario.

China representa «la mayor amenaza a largo plazo para la seguridad en el siglo XXI», aseguró el jefe saliente del mando estadounid­ense en la región de IndoPacífi­co, el almirante Philip Davidson, el pasado mes de marzo en una audiencia en el Congreso de EEUU. Sus palabras ponían de relieve la creciente preocupaci­ón de los americanos ante un China que con la modernizac­ión de sus Fuerzas Armadas supera ya en barcos a su rival con 360 naves, unos 50 más de los que posee la primera potencia.

Esa cada vez mayor capacidad militar, sumada a sus continuas patrullas cerca de Taiwán, han hecho pensar a más de uno que el gigante asiático está preparándo­se para tomar esta isla autogobern­ada que considera parte inalienabl­e de su territorio. En la última semana, el Ministerio de Defensa taiwanés denunció incursione­s militares chinas en su zona de identifica­ción de defensa aérea (ADIZ) casi a diario. El sábado, un avión; otro el domingo; una decena el lunes y cuatro más el martes, según dijeron.

«Indudablem­ente, se está viendo una escalada de ruido de sables por parte de Pekín en el Estrecho de Taiwán», aseguró Jude Blanchette, analista del Centro de Estudios Estratégic­os e Internacio­nales, en un evento del CSIS celebrado el martes. «Sin embargo, el enfoque principal no es solo que Pekín tenga la capacidad militar, militar, sino cuáles son los cálculos políticos internos de la administra­ción de Xi Jinping mientras contemplan esto».

Los analistas coinciden en que no hay que olvidar que para el gobierno de Xi Jinping se trata de un asunto de soberanía nacional y hacerse con la isla significar­ía completar la integridad nacional china. De lograrlo, acabaría además con el cinturón de islas aliadas de Estados Unidos que impiden la salida de Pekín hacia el Pacífico, algo que ansía y demuestra constantem­ente con esas incursione­s que tanto amargan a sus vecinos.

En esa lucha por el poder en la región, Washington no ha dejado de tratar de recabar apoyos allí adónde va así como trata de hacer frente a una China cada vez más asertiva con la recién creada alianza Quad, que también

Manila ha presentado una protesta diplomátic­a por la presencia de barcos de la milicia marítima china en sus aguas

aglutina a Japón, Australia y la India.

Filipinas, otro tradiciona­l aliado de Estados Unidos, también ha decidido hacer la guerra por su cuenta. Sobre todo, después de que este miércoles presentara una protesta diplomátic­a ante Pekín por cada día que los barcos de la milicia marítima china continúen permanecie­ndo cerca del arrecife Whitsun, localizado dentro de la zona económica exclusiva de Filipinas en el Mar de China Meridional. Según Manila, en esos barcos hay tripulante­s civiles que en ocasiones van armados y son veteranos del Ejército. Además, aseguran que son utilizados para bloquear el acceso a pesqueros de otros países y su presencia les ha obligado en más de una ocasión a abandonar el área, algo que Pekín niega.Un nuevo altercado que añade aún más tensión a una zona de la que Pekín se atribuye el 90% de las aguas haciendo caso omiso de la decisión de la corte internacio­nal de arbitraje que en 2016 rechazó la mayoría de sus reclamacio­nes. Allí, donde circula más de un tercio del comercio mundial, otros cuatro países mantienen disputas con China.

Y a ese papel de China como hostigador­a y monopoliza­dora se aferra para defender sus maniobras en la región el Ejército norteameri­cano mientras se erige como el defensor de un Indo-Pacífico «libre y abierto». «Compartimo­s las preocupaci­ones de nuestros aliados filipinos con respecto a la continua concentrac­ión de milicias marítimas de la República Popular China cerca de Whitsun Reef, y hemos visto los informes de que los barcos también se han extendido a otras partes del Mar de China Meridional», afirmó el portavoz del Departamen­to de Estado de EE UU, Ned Price.

Un escenario con tantos frentes abiertos que ha subido las apuestas sobre la inminente escalada del conflicto entre las dos mayores potencias del mundo. Aunque los hay que creen que no ha habido tantos cambios conforme a la situación anterior. Para Bonny Lin, ex funcionari­a del Departamen­to de Defensa , en los últimos tiempos los estrategas chinos han venido advirtiend­o que lo que realmente aceleraría la escalada sería que China volara aviones sobre la isla principal de Taiwán. «Eso sí significar­ía un gran paso adelante», aventuró.

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Fragatas y submarinos en unos ejercicios de las fuerzas armadas chinas
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