Juan Ramón Jiménez pone orden a la tragedia de la Guerra Civil
«Guerra en España» es uno de los títulos más importantes del Premio Nobel, pero también uno de los más desconocidos por el gran público
A lo largo de su vida, Juan Ramón Jiménez fue trabajando en una serie de proyectos que no vieron la luz hasta su muerte. Forman parte de las numerosísimas carpetas con manuscritos, buena parte de ellos inéditos, que el escritor dejó preparados para su edición o pendientes de una última revisión. Hablamos de libros de poesía, pero también de prosas, algunas de ellas dolorosas para Juan Ramón por su contenido.
Entre esos materiales destaca un título insólito. Es «Guerra en un volumen que vio por primera vez la luz en 1985 en Seix Barral bajo el cuidado de Ángel Crespo. No lo tuvo fácil: Crespo, por entonces ya un reconocido poeta y traductor, tuvo que viajar hasta la Universidad de Puerto Rico para consultar en la Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez los papeles personales y literarios del autor de «Platero y yo». Fue allí donde pudo estudiar tres sobres llenos de papeles y que se habían agrupado bajo el título «Guerra en España».
Hasta casi su muerte
Los documentos habían sido trabajados por Juan Ramón desde su salida de España en 1936 hasta 1954, muy poco antes de su fallecimiento. Era una suerte de cajón de sastre con manuscritos, pero también había recortes de Prensa, fotografías y textos de otros autores vinculados al poeta. Todo ello servía para dibujar las preocupaciones del autor de Moguer respecto al conflicto bélico. Pero, para hacer todavía más difícil la edición del texto, algunas de las páginas se confundían con otro proyecto, también de tono autobiográfico e inédito hasta fecha reciente, titulado «Vida».
En 2009, Soledad González Ródenas se embarcó en la que es la edición definitiva de uno de los libros más malditos en la bibliografía juanramoniana. «Guerra en España. Prosa y verso (19361954)», publicado por Editorial Point de Lunettes, sigue los pasos de lo fijado por Crespo, pero incorporando nuevos y abundantes materiales.
Que Juan Ramón Jiménez decidiera dedicar el libro a la memoria de Manuel Azaña y Julián Besteiro, así como a Cipriano Rivas Cherif «con mi agradecimiento por ideas y acciones», resulta toda una declaración de intenciones. También es receptor de la obra Juan Guerrero Ruiz, el gran amigo del poeta. El texto va precedido de un inspirado prólogo de Antonio Machado en el que habla de que «mucho alienta escuchar las voces de los buenos –su claro timbre español– en los momentos más trágiEspaña», cos, que han de ser también los más fecundos, de esta magnífica soledad española». Juan Ramón aborda en el libro diversas tragedias, algunas tan próximas como la muerte en la contienda de su sobrino Juan Ramón Jiménez Bayo; el robo de su biblioteca en Madrid en 1939 por Félix Ros, Carlos Martínez Babeito y Carlos Sentís, así como recuerdos emocionados al país en ruinas que había dejado atrás. Una mención aparte la merecen sus cartas dirigidas a los jóvenes creadores del momento, como Carmen Laforet o José Hierro. Un título que se debe reivindicar.