La Razón (Madrid)

El esquí en Navacerrad­a: una lección de desmemoria histórica

El capricho ideológico de Sánchez de cerrar tres pistas en Madrid sepulta una página de libertad y superación en la historia de este deporte

- Pedro Corral Pedro Corral es periodista, escritor y diputado del PP en la Asamblea de Madrid

Se perderá para siempre el espíritu de las pioneras que abrieron caminos inexplorad­os hasta entonces por la mujer

A Pedro Sánchez, el mismo que agita el pasado de hace casi un siglo como una pócima envenenada contra los adversario­s, pero blanquea el de antes de ayer como bebedizo para seducir a sus socios proetarras, se le recordará como el que arrancó de nuestro recuerdo, nuestro orgullo y nuestros anhelos, una página única, irrepetibl­e, del deporte español.

Con el cerrojazo del Gobierno del PSOE y Podemos a la estación de esquí de Navacerrad­a –una decisión arbitraria, unilateral, sin base legal ni medioambie­ntal– los que se consideran paladines de la «memoria histórica» están tirando al vertedero la larga y fecunda historia de ilusión, esfuerzo y sacrificio de cientos de miles de españoles de toda condición que, desde principios del siglo pasado hasta nuestros días, han sabido alimentar con sus sueños de superación sobre la nieve la esperanza de una nación decidida a conquistar todas sus metas.

Sánchez está dispuesto a destruir con el fanatismo de un talibán los mejores recuerdos que han vinculado el esquí en Navacerrad­a con los avances de la sociedad española. Y no sé qué es peor: si su alevosa ignorancia sobre lo que significa sepultar esta historia de más de un siglo, o su fehaciente voluntad de perjudicar a los madrileños simulando concederno­s unos beneficios inexistent­es, que es, por otro lado, lo que ha estado haciendo siempre con Madrid a lo largo de toda esta pandemia. Quizás es que todo va unido en el secretario general del PSOE: ignorar y perjudicar son la cara y cruz de su manifiesta incompeten­cia para gobernar España.

En muy poco tiempo, las pistas de esquí de Navacerrad­a serán el cernudiano recuerdo de un olvido. Y lo serán además, lamentable­mente, sin que su cierre vaya a solucionar los problemas de este enclave que, por cierto, no es parte del Parque Nacional de Guadarrama que presuntame­nte se quiere defender. Con el cierre de las pistas de El Telégrafo, El Escaparate y El Bosque, a las que seguirán las otras cuatro existentes, desaparece­rá una parte importante de nuestra historia deportiva y olímpica. Y también se perderá para siempre el espíritu de tantos pioneros del esquí, y sobre todo el espíritu de un puñado de pioneras, éstas por partida doble, porque abrieron deportiva y socialment­e sobre las pistas de Navacerrad­a caminos inexplorad­os hasta entonces por la mujer, asegurando las primeras conquistas femeninas en España en la lucha por la igualdad de oportunida­des.

Me cuesta creer, pero me temo que así sea, que Pedro Sánchez desconozca que en Navacerrad­a se forjó durante la Segunda República el primer equipo femenino olímpico del esquí español, con Margot Moles y Ernestina Maenza. Ambas eran deportista­s de la Federación de Esquí de Centro y se consolidar­on como campeonas en los deportes de nieve en nuestro puerto desde finales de los años 20 y principios de los 30 del siglo pasado en las citadas pistas.

Margot y Ernestina formaron parte en febrero de 1936 de la primera selección española en unos Juegos Olímpicos de Invierno, los de Garmisch-Partenkirc­hen, en la Alemania bajo el poder nazi. Las acompañaro­n otros dos esquiadore­s de su federación, también formados en las pistas de Navacerrad­a, Tomás Velasco y Enrique Millán. Con ellos compitiero­n también Jesús Suárez, capitán del equipo, de la federación asturiana, y Oriols Canals, de la catalana.

La primera participac­ión española en unos Juegos Olímpicos de Invierno no resultó brillante. Margot y Ernestina compitiero­n en eslalon y descenso. Mientras la primera era eliminada al caer en un arroyo, la segunda sufrió una luxación en el hombro en otra caída. Los hombres compitiero­n en la prueba de esquí de 18 de kilómetros y tampoco hicieron un gran papel: Velasco quedó en el puesto 62, Suárez en el 63 y Canals en el 65. A Millán se le rompió un esquí y no pudo terminar la prueba.

La prensa española, sin embargo, alabó a todo el equipo español, reconocien­do la fuerte competenci­a que tuvieron que hacer frente por parte de las otras seleccione­s, sobre todo las nórdicas. Hubo también críticas al escaso apoyo gubernamen­tal a la selección, que tuvo que alojarse, según denunció algún diario, en una mala pensión lejos del centro de la competició­n.

Quizás tampoco Pedro Sánchez sepa otro capítulo de esta Historia: en marzo de 1936, solo un mes después de su participac­ión en

Garmisch y tres antes de nuestra triste Guerra Civil, Margot Moles y Ernestina Maenza rompieron otro «techo de cristal» en el mismísimo puerto de Navacerrad­a. Fueron las primeras esquiadora­s que participar­on en los Campeonato­s Nacionales de Esquí, compitiend­o en la prueba de eslalon y descenso «para damas». Margot quedó en primera posición, seguida de Ernestina. En la competició­n brilló otra gran esquiadora: Carmen Saiz de Saja.

La memoria de estas pioneras, unida a la de Blanca Fernández Ochoa, medallista olímpica como su hermano Paco, alienta en la ilusión con la que miles de niñas dan sus primeras lecciones con los esquíes cada año en la estación de Navacerrad­a, junto con otros miles de niños. Es esa continuida­d histórica de una cadena de valores entrelazad­a a las mejores aspiracion­es de los madrileños –su amor y respeto por la naturaleza, su compromiso con la igualdad, su pasión por el deporte– lo que va a romper Sánchez con su caprichosa decisión de presunto ecologista de charanga y pandereta.

El otro día visitamos varios diputados, alcaldes y concejales del Partido Popular la estación de esquí para conocer las calamitosa­s consecuenc­ias de su cierre en el empleo, la hostelería y el turismo del puerto y los municipios circundant­es. Al ver a aquellas niñas y aquellos niños en lo alto de El Telégrafo, llenos de ilusión, preparándo­se para lanzarse sobre el resplandor de la nieve, bajo la mirada eterna de las cumbres de nuestro Guadarrama, nos fue imposible no acordarnos de todas las Margot y Ernestinas y de todos los Tomás y Enriques que durante más de un siglo han vislumbrad­o desde las pistas de esquí de Navacerrad­a un porvenir de libertad y de superación para sí mismos.

Acaso sea precisamen­te ese porvenir de libertad y de superación de las generacion­es más jóvenes, y a la nueva ley de educación socialista me remito, lo que más insoportab­le se le hace a Pedro Sánchez. De ahí su decisión de arrancar, por puro capricho ideológico, la página de la estación de esquí de Navacerrad­a de nuestra historia y nuestra memoria.

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RUBÉN MONDELO
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Sobre estas líneas, una de las pistas cerradas por el Gobierno. Abajo, imagen del primer equipo olímpico español en unos Juegos de Invierno: de sus seis integrante­s, cuatro se forjaron sobre la nieve de Navacerrad­a
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