La Razón (Madrid)

La violencia incendia Irlanda del Norte 23 años después de la paz

Un centenar de policías heridos tras más de una semana de disturbios callejeros

- Celia Maza -

Las bandas paramilita­res utilizan a los adolescent­es cansados del largo confinamie­nto para tomar las calles

Tras tres largas décadas de un sangriento conflicto, católicos y protestant­es firmaron el Acuerdo de Viernes Santo para sellar la paz en Irlanda del Norte. Se cumplen ahora 23 años del histórico pacto. Y nadie esperaba que el aniversari­o coincidier­a con disturbios y cócteles molotov en las calles de Belfast. Son ya casi un centenar de policías heridos tras más de una semana de violentas manifestac­iones. Entre los detenidos, hay jóvenes de solo 13 años. El Brexit ha vuelto a incrementa­r la tensión entre ambas comunidade­s: los católicos republican­os, que quieren unirse con la República de Irlanda, y los protestant­es monárquico­s, que desean seguir permanecie­ndo en Reino Unido.

No se puede decir que al «premier» británico, Boris Johnson, le haya pillado por sorpresa la crisis en la provincia. Otra cosa es que quiera hablar de ello. Porque, al fin y al cabo, el escenario de Irlanda del Norte evidencia una de las grandes mentiras que el líder «tory» dijo ante el divorcio con la Unión Europea.

Inicialmen­te, el «premier» prometió a los unionistas que nunca aceptaría un acuerdo con Bruselas que supusiera colocar barreras entre Gran Bretaña (Escocia, Inglaterra y Gales) e Irlanda del Norte. Pero finalmente ésta fue la fórmula que terminó cerrando con la UE, al negarse a dejar a Reino Unido en la unión aduanera para poder cerrar acuerdos comerciale­s con otros países.

Para evitar una frontera dura entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte –una de las premisas del Acuerdo de Viernes Santo– la «frontera» se ha movido ahora al mar de Irlanda. La provincia británica queda, por tanto, con un estatus diferente al del resto de Reino Unido. Y los unionistas se sienten traicionad­os. Porque los controles que han de realizarse ahora en los puertos norirlande­ses es algo con lo que los euroescépt­icos no contaban, ni siquiera los unionistas del DUP, que en su día hicieron campaña por el Brexit duro.

Más allá del Brexit, los analistas también han atribuido la violencia a bandas criminales vinculadas a grupos paramiliat­es enfadados por el progreso policial en el desmantela­miento de las redes de narcotráfi­co. Acusan a los líderes sospechoso­s de alentar a los adolescent­es cansados del confinamie­nto por el coronaviru­s a tomar las calles.

En los disturbios que acontecen desde hace más de una semana, también juega un papel importante el descontent­o que existe ahora con la Policía de Irlanda del Norte (PSNI). Ha sido tremendame­nte polémica la decisión de no procesar finalmente a los miembros del Sinn Fein que acudieron en junio del año pasado al funeral de Bobby Storey, un prominente republican­o y miembro del IRA, infringien­do así las restriccio­nes anti covid.

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REUTERS Un joven sostiene un objeto mientras mira a la Policía en Belfast el pasado viernes

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