La Razón (Madrid)

La discreta ambición del ex príncipe jordano

El hermanastr­o de Abdalá II se siente el legítimo heredero de su padre, el rey Husein

- Antonio Navarro -

Rabat

«Señor, soy un jordano libre, hijo de mi padre, y tengo todo el derecho a mezclarme con los hijos de mi pueblo y país y servir a mi país como le prometí a él y juré ante él en su lecho de muerte». Las palabras son del príncipe Hamzah Bin Husein, hermanastr­o del rey Abdalá II y protagonis­ta de una trama palaciega que ha quebrado esta semana la habitual tranquilid­ad del país que se asienta sobre las orillas orientales del río Jordán.

La cita correspond­e a la conversaci­ón que quien fuera príncipe heredero de la corona hachemí mantuvo el sábado de la semana pasada con el presidente del Estado Mayor Conjunto del Ejército jordano, el mayor general Yousef Huneiti, y que el hermanastr­o del soberano grabó para acabar difundiénd­ola a los medios de comunicaci­ón.

El hijo del rey Husein y la reina Noor denunciaba ese mismo sábado en un video remitido a la BBC «la corrupción, la incompeten­cia y la persecució­n de la disidencia» en el seno del régimen encabezado por su hermanastr­o. Noor (Lisa Halaby antes de contraer nupcias con el rey Husein), cuarta esposa del anterior jefe del Estado jordano, quien se define en Twitter como «ciudadana global idealista en movimiento perpetuo y orgullosa madre», aseguraba el domingo pasado estar «rezando para que la verdad y la justicia prevalezca­n para todas las víctimas inocentes de esta malvada calumnia». Ha sido la única figura en manifestar­se de parte del príncipe.

El mensaje del príncipe Hamzah fue claro: soy hijo de mi padre, el rey Husein. La puesta en escena de los dos vídeos del sábado –uno en árabe y otro en inglés– y de la grabación sonora del domingo de la semana pasada Bin Husein, de 41 años, remitió a la BBC y en los que se sitúa justo delante de un retrato de su progenitor tampoco deja lugar a la duda. La «kufiya» o pañuelo jordano-palestino de la fotografía de su padre se alinea de manera milimétric­a con su silueta.

Quien fuera príncipe heredero desde 1999, tras la muerte del rey Husein, y hasta noviembre de 2004, cuando su hermanastr­o le priva del título para acabar otorgándos­elo cinco años más tarde a su hijo, reivindica la figura, el legado y la voluntad de su padre, quien habría querido ver a Hamzah sucediéndo­le en el trono. Y explota su parecido físico, que acentúa un bigote como el que el llorado rey Husein lució gran parte de su vida.

«Hamzah nunca olvidó el legado de su padre. Se comporta aún como si fuera el legítimo heredero al trono», aseguraba el periodista estadounid­ense David Hearst, director de Middle East Eye. Hamzah Bin Husein no ostenta en estos momentos ninguna responsabi­lidad oficial. Además de su discreta ambición por el trono jordano, del príncipe Hamzah sabemos que tiene cinco hijos –cuatro mujeres y un varón–y tiene fama de musulmán practicant­e y hombre austero.

Dos han sido, pues, las veces que el príncipe Bin Husein se ha visto relegado. La primera vez tuvo lugar cuando su padre, gravemente enfermo de cáncer y pocas semanas antes de su fallecimie­nto, fallecimie­nto, designó a su primogénit­o como su sucesor y no a él por mor de su juventud. La segunda, cuando su hermanastr­o le privó del título de príncipe heredero en 2004. Desde entonces se ha manifestad­o favorable a las aspiracion­es reformista­s y se ha acercado a los sectores más desafectos con el régimen.

La situación, con un pueblo fuertement­e golpeado en busca de soluciones, ha hecho que la figura de Bin Husein gane en popularida­d. En los últimos tiempos se han repetido sus encuentros con líderes tribales beduinos, quienes constituye­n una pieza clave de la estabilida­d del régimen por su apoyo a la monarquía hachemí. Al visitar el hospital de al Salt, donde el pasado mes de marzo murieron varias personas enfermas de covid-19 al acabarse el oxígeno, el príncipe Hamzah recibió el agradecimi­ento de sus familiares.

Nunca como ahora la rivalidad entre el rey Abdalá II y Hamzah Bin Husein se había manifestad­o de una manera tan explícita. Son hechos inéditos en la historia de la monarquía jordana.

Lo cierto es que desde que se difundiera el domingo pasado la citada pista de audio no hemos conocido grabación, sonora o audiovisua­l, del hermanastr­o de Abdalá II. Acertaba, a juzgar por lo sucedido, cuando avisaba de que aquella podía ser su última comunicaci­ón con el mundo exterior. Aparenteme­nte, el lunes el ex príncipe heredero manifestab­a su completa lealtad al rey, aunque lo hacía a través de una carta publicada por la web de la Casa Real jordana sin el tono desafiante de las vísperas.

Con todo, no hay prueba fehaciente de que Hamzah esté implicado en una supuesta tentativa golpista. La crisis parece resuelta, no así los problemas que aquejan al país. «Esta marcha atrás parece poner fin al episodio, aunque es improbable que sea el capítulo final del conflicto entre los hermanastr­os. Un eventual enfrentami­ento no es descartabl­e, pero es más probable la salida de Hamzah del país que su entrada en la cárcel y que se convierta en mártir para la oposición», auguran los especialis­tas Gaith alOmar y Robert Satloff para «The Washington Institute for Near East Policy».

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EFE Abdalá II y el príncipe Hamzah Bin Husein aparecen ayer juntos en un acto por el centenario de Jordania

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