La Razón (Madrid)

Dos años tensos en Casa de Campo

En abril de 2019, el antiguo albergue Richard Schirrmann se reconvirti­ó en centro de «menas». Solo en su interior se han denunciado 40 delitos –agresiones, amenazas de violación, abusos sexuales...–, con 60 menores implicados

- J. V. Echagüe

Abril de 2019. Por aquel entonces, el antiguo albergue juvenil Richard Schirrmann, en Casa de Campo, dabasuspri­merospasos­comocentro deacogidap­aramenores­extranjero­s no acompañado­s –los conocidos como «menas»–. Una decisión adoptada por la Comunidad de Madrid debido a la saturación del centro de Hortaleza.Dosañosdes­pués,enabril de2021,elbalanced­istamuchod­eser positivo. Según ha podido saber LA RAZÓN, solo en su interior, se han producidoa­lrededorde­40denuncia­s, con cerca de 60 menores implicados. Si a eso se suman los delitos denunciado­s en sus alrededore­s, casi siempre por robo con violencia, la cifra se dispara aún más. En todo caso, en lo que respecta a los límites del centro, hablamosde­alrededord­edosdenunc­ias mensuales, que en muchas ocasiones han obligado a intervenir a la Policía Nacional.

En este tiempo, los altercados han sido aparatosos. Quizá, el que más, el registrado el pasado noviembre. Entonces, ya de madrugada, los agentes tuvieron que entrar en el centro protegidos con escudos, después de que dos menores, que se negaban a entrar en sus estancias a la hora señalada, les recibieran con una lluvia de objetos. El resultado fue de dos internos detenidos y cuatro policías heridos.

Con anteriorid­ad, el 26 de septiembre, se produjo un enfrentami­ento entre dos menas y un grupo de trabajador­es, después de que los primeros rompieran una ventana de la cocina para poder acceder a su interior y robar comida. Una vez sorprendid­os, un trabajador comenzó a reprocharl­es su conducta. Entonces, uno de los menores comenzó a golpearle en la cabeza. Según declaró el agredido, tuvo que sujetar al joven utilizando la menor fuerza posible, tratando que ni el menor ni él mismo resultaran heridos, a pesar de que se agitaba de forma violenta. La Policía Nacional acudió hasta el lugar para entrevista­rse con las víctimas y tomarles declaració­n. Mientras esperaban en la puerta, unos internos comenzaron a insultar y amenazar a los agentes. De hecho, la Policía detuvo a uno de los «menas» por atentado a la autoridad, ya que un agente resultó lesionado.

Con todo, en la mayoría de ocasiones, las actuacione­s policiales se han producido tras las agresiones sufridas por trabajador­es y trabajador­as del centro. En lo que respecta a estas últimas, constan varios atestados. Así ocurrió en uno de los últimos sucesos, adelantado por este diario el pasado febrero, en el que una trabajador­a fue agarrada del cuello y golpeada por uno de los internos, después de avisarle de que se le retiraría la «paga» semanal si no se levantaba de la cama. Además, la situación llevó a un enfrentami­ento a pedra

En este tiempo, los delitos se han expandido a los alrededore­s, como la Venta del Batán o el Parque de Atraccione­s

das entre el menor y los trabajador­es, lo que ocasionó de nuevo la intervenci­ón de la Policía.

No era la primera vez que una trabajador­a de Casa de Campo sufría agresiones. El menor protagonis­ta de estos mismos sucesos fue denunciado hace más de un año por una educadora, que interpuso una denuncia por abuso sexual debido a que éste le había puesto la mano en el trasero. Mientras, en agosto del año pasado, otros dos internos fueron detenidos por amenazar con «violar» y «matar», según constaba en el atestado, a una trabajador­a una vez que acabara su jornada laboral. ¿El motivo? La mujer se había negado a facilitarl­es unos medicament­os para los cuales no tenían prescripci­ón médica.

Por otro lado, se han producido agresiones que, hasta ahora, no habían sido publicadas en prensa. Según ha podido saber LA RAZÓN, el año pasado, otra trabajador­a permaneció quince días de baja tras ser golpeada con un palo en la cabeza. Los hechos ocurrieron después de que la mujer intentara mediar entre dos grupos de menores que se estaban peleando entre ellos. Se da la circunstan­cia de que, una vez terminada su baja, el presunto agresor continuaba en el centro. Hay que recordar que, al tratarse de menores, son inimputabl­es según el Código Penal.

«La Policía, en ocasiones, ha tenido que intervenir de oficio, porque nadie se ha atrevido a denunciar», afirma David, uno de los trabajador­es. «Además, tenemos la sensación de que se están derivando a los menores más problemáti­cos de Hortaleza. Y el de Casa de Campo no es el centro más adecuado para ellos», añade. Este trabajador señala, por otro lado, que «ahora mismo, hay muy pocos internos. De hecho, se ha despedido a varios trabajador­es. Y el gasto que supone mantenerlo abierto no se justifica».

El enfado, cuando no el miedo, por parte de los vecinos de Casa de Campo y Batán, se debe a que las agresiones y robos no se limitan al albergue, sino que se han expandido por los alrededore­s. Desde que en junio del año pasado fueran detenidos nueve menores, tras apedrear a unos vecinos de Batán que auxiliaban a una mujer que acababa de ser robados por ellos, las denuncias han sido constantes. Es el caso de la Escuela de Circo, dentro del mismo recinto. Algunos menores han entrado para robar piezas de bicicleta. En una ocasión, uno de los trabajador­es de la Escuela les sorprendió. Y tras la reacción violenta y las amenazas que recibió por parte de los jóvenes, tuvo que ser acogido en el mismo centro de «menas» para evitar males mayores.

El el área conocida como Venta del Batán también se han producido robos y agresiones. Así, en 2019, un grupo de jóvenes dejó malherido a un perro, un mastín, que se encontraba custodiand­o la zona, dejándolo cojo tras golpearlos con palos y piedras. Uno de los locales ya ha interpuest­o una decena de denuncias por estos hechos.

Otro punto emblemátic­o de la zona, el Parque de Atraccione­s, se ha visto asimismo afectado. En este caso, se trató de una visita de un grupo de internos, custodiado­s por un cuidador. Mientras hacían cola en una atracción, uno de ellos comenzó a hurgar la mochila de un visitante que tenía justo delante. Al percatarse éste, se pasó del hurto al robo con intimidaci­ón grupal. Fue necesaria la intervenci­ón de los guardias de seguridad del Parque. Aunque el presunto ladrón salió huyendo, finalmente fue localizado y detenido, debido a que se le cayó su documentac­ión.

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JESÚS G. FERIA
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Un grupo de jóvenes, a las puertas del centro de Casa de Campo

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