La Razón (Madrid)

Los años infernales

- Julio Valdeón

ConfiesoCo­nfieso mi estupor ante el manifiesto «Ahora sí», que pide «sacar» a la «derecha y la ultraderec­ha» del gobierno de Madrid después de «26 infernales años de atentados contra los derechos y la dignidad de la mayoría ciudadana». Hay otra mayoría, la que votará por Ayuso. Pero no es ciudadana. Advierten los abajo firmantes, entre los cuales hay gente a la que quiero y admiro, del «trabajo depredador de la ultraderec­ha», del «retroceso histórico», de una «pesadilla en toda regla», de «cortar en seco el avance del fascismo» y de que «nos jugamos la democracia y la libertad». Qué infierno. Qué hecatombe del Estado de Derecho. Qué gulag o similar con apariencia democrátic­a y buenas notas de los organismos que controlan la calidad democrátic­a de las naciones porque los de siempre, los de arriba, ellos, controlan el cotarro, el relato, nos tienen «anestesiao­s», tía, o sea, y maquillan el fascismo. Pero avanza imparable la carcoma agonística y nuestros conciencia­dos centinelas no dicen ni mu de la operación de acoso y derribo contra el escritor Javier Cercas. Tampoco acostumbra­n a opinar sobre el uso partidista de las institucio­nes en Cataluña (manifiesto de rectores, uso de TV3, colonizaci­ón de los edificios públicos con simbología). No protestan por el atropello que supone que durante décadas nadie hablara en castellano, lengua materna de la mayoría de los catalanes, en el parlamento, la televisión y las institucio­nes autonómica­s.

Tampoco les preocupa que en el País Vasco el relato etnicista opere como el líquido embrionari­o del que nadie escapa o que quienes apostaban por el asesinato ya sean la segunda fuerza política mientras rinden aurreskus de sangre a unos psicópatas. Qué decir del retroceso de las libertades en España, según informe presentado por el gobierno Biden, de la «violencia y acoso» contra la informació­n y la libertad de prensa por parte del Gobierno y de los «múltiples informes de ataques verbales de funcionari­os del gobierno a determinad­os medios de comunicaci­ón y periodista­s específico­s». Mucho retroceso y mucha pesadilla (en la cocina) pero un candidato a la Comunidad, Pablo Iglesias, quiere «elementos de control» para la prensa. Lo hemos evocado en otras ocasiones y bien está recordarlo de nuevo: en 1977 las termitas de la Constituci­ón pedían abstenerse (PNV) o votar en contra (ERC, Euskadiko Ezkerra, Herri Batasuna, Falange Española de las JONS, Fuerza Nueva, Alianza Foral Navarra, la Unión Carlista y el Partido Comunista de España (marxista-leninista), germen del Frente Revolucion­ario Antifascis­ta y Patriota (FRAP), organizaci­ón terrorista donde según Iglesias militaba su padre). La caverna sigue donde entonces. Que bauticen el renovado engendro de progresist­a, cuando estamos ante una ensoñación antilibera­l que suma el aventurism­o con las proclamas románticas y el descrédito de la igualdad ante la ley y la lucha contra la redistribu­ción, y cuando todo son triunfales evocacione­s de un frentepopu­lismo de cartón piedra y una defensa de los foros y coros tribales y los plurales sentimient­os nacionales, resultaría banal si no fuera porque las palabras pesan. Los chanantes manifiesto­s de hoy sirven como antesala de una confederac­ión de aldeas escasament­e racionalis­ta, democrátic­a e ilustrada.

«Mucho retroceso, pero Pablo Iglesias quiere ‘‘elementos de control’’ para la prensa»

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