UN ABRAZO POR LA VIDA
EsEs la mejor fotografía del año. El danés Mads Nissen es su autor. Ha ganado el prestigioso premio World Press Photo. Es un momento único, casi irrepetible. Supone una victoria contra la pandemia. Refulge sobre la oscuridad del contagio y la enfermedad. Rosa Luzia Lunardi, de 85 años, recibe un abrazo de la enfermera Adriana Silva da Costa Souza, en la residencia Viva Bem de Sao Paulo, en Brasil, el 5 de agosto de 2020. Es el primero en cinco meses y, con todo, es una expresión de cariño y emoción a través de una cortina de plástico. Se trata de una estampa que retrata, entre los ojos cerrados, los brazos prietos y los grises enlutados, los estragos del mal, pero al mismo tiempo la incontenible voluntad por doblegarlo. El afán de sobrevivir. Es un compromiso por la existencia sellado con un achuchón, como si fuera un pacto de honor prendido a un apretón de manos. Nos representa a todos, porque supone el principio de un renovado comienzo, el de la ilusión de que todo queda atrás y la esperanza de que la tiniebla se disipa. Invoca también la iconografía de la vulnerabilidad y el ensañamiento de una patología brutal con los más frágiles y vulnerables, los mayores, y el calvario descarnado en tantos centros de ancianos convertidos en lazaretos de dolor y soledad. Ha habido miles de Rosas y Adrianas repartidas por el mundo, muchas en nuestro país. Y también demasiadas sin final feliz, un epílogo de abrazos huecos, entre lágrimas secas y el desconsuelo del estertor. Pero sí, sin duda, la obra de Mads Nissen es una «imagen icónica de la Covid-19». Para no extraviar la memoria.