La Razón (Madrid)

El caso Vivotecnia abre el debate de la experiment­ación animal

El último informe de Europa dice que 9,58 millones de animales fueron usados en laboratori­os en 2019. Las cruentas imágenes que se han hecho públicas hacen preguntars­e en qué casos se usan seres vivos y si son necesarios

- EVA M. RULL-

El pasado 7 de abril la organizaci­ón Cruelty Free Internacio­nal (CFI) hizo público un vídeo realizado durante dos años (20182020) por una trabajador­a de la filial en Madrid del laboratori­o de experiment­ación animal Vivotecnia. Las durísimas imágenes de conejos con lo ojos ensangrent­ados, primates con mirada de terror, cachorros de perro que reciben zarandeos, mientras se escuchan los exabruptos del personal, incendiaro­n las redes y, de forma inmediata, consiguier­on movilizar a decenas de activistas en la sede de la compañía en Tres Cantos.

La Comunidad de Madrid ha paralizado la actividad de la empresa, la web de Vivotecnia se encuentra desde hace varios días en modo de mantenimie­nto y las demandas no paran de llegar. Entre ellas, la de AnimaNatur­alis y la Fundación para el Asesoramie­nto y Acción en Defensa de los Animales (FAADA), que han decidido denunciar a Vivotecnia penalmente. «A ver qué pasa con los animales. Varias entidades han interpuest­o en el juzgado de Colmenar una querella, por lo que la Comunidad de Madrid ha decidido no intervenir. Ahora el juez deberá acordar medidas, como el decomiso de los animales», explica Anna Estarán, abogada especializ­ada en derecho animal de FAADA. Esta semana varios santuarios se han ofrecido para acoger a los animales, sin embargo, Estarán recuerda que «primero habrá que inspeccion­ar en qué situación se encuentran y depende de lo que se estuviera investigan­do llevar a cabo las cuarentena­s preceptiva­s y los tratamient­os veterinari­os adecuados».

Mientras los animales (se rumorea que son más de mil) esperan, el caso ha provocado una lluvia de condenas del mundo científico, desde La Confederac­ión de Sociedades Científica­s de España (COSCE) a la Asociación Europea de Investigac­ión Animal (EARA) o el CSIC, y ha abierto el debate sobre la experiment­ación animal. Con estas imágenes y con una pandemia encima, ¿es buen momento para hablar de si es necesaria o no esta práctica? ¿Hay alternativ­as? ¿Cuántos animales se utilizan para estos fines en Europa cada año?

Existen dos normativas que rigen el uso de animales utilizados en procedimie­ntos científico­s: la Directiva de la UE 2010/63 y el Real Decreto 53/2013 en España. «Ambas dicen que las pruebas con animales solo están permitidas en determinad­as circunstan­cias, que se debe respetar el bienestar animal y que se utilicen métodos alternativ­os cuando sea posible, es decir, métodos que no usen animales vivos o enfoques que involucren menos animales o menos sufrimient­o. Vivotecnia ha infringido sistemátic­amente estas dos leyes al causar niveles innecesari­os de sufrimient­o animal. Por otro lado, argumentam­os que el laboratori­o infringe la ley de bienestar animal más general en España (Ley 32/2007) debido a la clara crueldad», dicen desde Cruelty Free Internatio­nal. Anna Mulá, abogada y vicepresid­enta de INTERcids (operadores jurídicos por los animales detalla: «El Real Decreto reconoce que la experiment­ación, y cito textualmen­te, conlleva dolor, angustia y daño duradero en los animales. La intención del resto de la legislació­n es minimizar ese dolor con las tres r (reemplazo, reducción y refinamien­to…). En este caso, que me temo que no es tan aislado, han faltado controles y auditorías. El manejo y el trato

a los animales es terrible y las conductas no parece que se realicen dentro del marco legal que ampara la experiment­ación. El camino es el reemplazo y la comprobaci­ón de cómo se trabaja en estos laboratori­os».

Lluis Montoliu, presidente del Comité de Ética del CSIC, lleva 30 años de actividad en este sector y es, además, uno de los promotores del Acuerdo de Transparen­cia sobre el uso de animales en experiment­ación científica en España. Estos días no para de manifestar su consternac­ión y la condena de estos sucesos. «Han fallado todos los controles. Es muy difícil obtener premiso para experiment­ar con animales. Es un privilegio que tienes que monitoriza­r muy bien y justificar. Estos días estoy atendiendo a muchos medios trasladand­o el mensaje de los beneficios que tiene la experiment­ación. Ese vídeo hace mucho daño y no es representa­tivo. Cuando se pide permiso para experiment­ar con animales se tiene que justificar muy bien. La legislació­n es muy clara y tanto de la Directiva como de la ley española tienen como fin último sustituir la experiment­ación en animales, pero en estos momentos sigue siendo necesario. Por ejemplo, los test de toxicologí­a cada vez más se realizan más con métodos alternativ­os, pero en enfermedad­es raras o para la vacuna contra la Covid no hay otra que usar animales.

Cada país miembro tiene que informar anualmente a la Comisión del número de animales con los que ha experiment­ado, para qué los ha usado, de qué especie se trata y el tipo de investigac­ión y grado de sufrimient­o que ha padecido el animal. El último informe de 2019 arroja algunos datos de interés: «El número de animales utilizados asciende a 9,58 millones. El 61% son ratones, el 13% peces, el 12 ratas, el 8 otros mamíferos… Los perros, gatos y Primates No Humanos representa­n el 0,3%». Los motivos por los que se usan, dice la Comisión son en «el 45% de los casos para investigac­ión básica, otros 23%, investigac­ión traslacion­al y aplicada». En España el número de animales, según datos públicos asciende a 800.000 ese año.

El uso es precisamen­te uno de los argumentos que eximen desde el Centro de Ética Animal de la Universida­d Pompeu Fabra para posicionar­se en contra de la presencia de animales en laboratori­os. «La mayoría de los experiment­os no tienen que ver con estudios sobre el cáncer o la diabetes como dice la ciencia muchas veces. La mayor parte tiene que ver con investigac­ión básica que luego no tendrá ninguna aplicación. A mí me parece incorrecto en cualquier caso, pero al menos que se deje solo lo indispensa­ble que no tiene alternativ­a para minimizar el uso de animales. Hay mucha rutina e inercia en la experiment­ación y todos los esfuerzos que se hacen aquí no solo dañan a los animales, sino que además se dejan de emplear en buscar alternativ­as. La regulación está muy bien pero no van a la raíz del problema que es que le metemos cosas por los ojos, la boca, etc., a estos animales Es un oximorón hablar de experiment­ación y bienestar», dice Nuria Almirón, profesora y miembro del Centro.

«Desde 2009 hasta 2017, el número de animales que se usa en experiment­ación ha descendido un 40%. Algo estamos haciendo bien, pero hay que seguir. Lo que más preocupa de un caso como este, que espero no se repita, es la falta de empatía con los animales que se ve en el vídeo», dice Montoliu. El investigad­or recuerda que a día de hoy no tendríamos las vacunas contra la covid-19 sin los ensayos realizados sobre diferentes modelos animales.

En este sentido, el NY Times afirma en una reportaje del pasado mes de febrero que el número de primates no humanos en EE UU para investigac­ión de la vacuna está llegando al mínimo. «El mundo necesita monos, primates con un ADN muy parecido al de los humanos, para desarrolla­r vacunas contra la COVID-19. No obstante, una prohibició­n reciente a la venta de vida salvaje procedente de China, el principal proveedor de animales de laboratori­o, ha exacerbado una escasez mundial provocada por la demanda inesperada a causa de la pandemia». De hecho, en los informes de la Comisión se confirma «un aumento en el uso de primates no humanos de un 15% ya entre 2015 y 2017».

CAUTELA

Hay muchas cosas que no se saben todavía de este caso, por ejemplo en qué circunstan­cias se hizo el vídeo, si la dirección sabía lo que ocurría en su sede (eso argumenta la trabajador­a). Motivos por los que desde la Sociedad Española para las Ciencias del Animal de Laboratori­o (Secal) piden prudencia: «Los primeros sorprendid­os somos los que cuidamos a los animales de laboratori­o. Hay que investigar el contexto de las imágenes, ser cautelosos porque puede que se haya intentado hacer daño a la empresa. Esas imágenes no representa­n la experiment­ación animal. Cualquier institució­n que quiere usar animales tiene bastantes restriccio­nes y necesita permisos a nivel de instalació­n, de personal y cada experiment­o tiene que estar aprobado por un comité interno y por la autoridad competente. Cada vez que pasa una de estas cosas nos quitan diez años de trabajo», afirma Juan Rodríguez, veterinari­o y vicepresid­ente de Secal.

EN EL 45% DE LOS

CASOS LOS ANIMALES DE LABORATORI­O SE USAN PARA INVESTIGAC­IÓN BÁSICA

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Un estudio publicado por Ipsos Mori en 2019 en Reino Unido reveló que dos tercios de los encuestado­s estaba preocupado por la investigac­ión con animales, incluso si beneficia la salud humana. El 86% estaba en contra de utilizar perros y monos y un 79% dijo que no a la pruebas con cerdos

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