La Razón (Madrid)

«Era un fideo, pero ya corría mucho»

Iñaki Williams soñaba con ser «futbolista de Primera» cuando estaba en el Natación y el Pamplona, clubes que fueron como una familia para él. Mañana juega su tercera final de Copa

- Francisco Martínez - EFE

«Yo, médico. Yo, bombero», contestaba­n los chavales en el Club Deportivo Pamplona a la pregunta de qué querían ser de mayores. «Yo, futbolista de Primera División», era lo que decía Iñaki Williams. Lo tenía claro. «Y todos reían y eso, pues mira...». La anécdota la recuerda Manolo Larumbe, presidente del club navarro al que Williams llegó con 14 años. «Tenía potencial para hacer gol y una velocidad más que el resto. Ya comentábam­os que si tenía suerte, que también es necesaria, podía llegar. Él quería ser futbolista y se notaba en los partidos, en los entrenamie­ntos... Y lo ha conseguido», continúa Larumbe. Y tanto que lo ha conseguido: juega en el Athletic Club, lleva 275 encuentros en Primera y mañana va a jugar la final de Copa contra el Barcelona. Será su tercera final de este torneo, porque ya estuvo en la de 2015 contra el mismo rival (perdieron, él marcó el 3-1) y en la reciente contra la Real Sociedad. Lo que sí ha ganado el Athletic este curso es la Supercopa, precisamen­te al Barça, partido resuelto en la prórroga con un golazo de Williams por toda la escuadra.

«Ya lo conocíamos y lo incorporam­os en la temporada 2008-09 para jugar en el cadete. Siempre estaba en una categoría superior a su edad», sigue haciendo memoria Larumbe, que desvela que a Iñaki no le importaba nada bajar una categoría para jugar en la que en realidad le tocaba por edad. En el Pamplona también estuvo Nico, el hermano del delantero del Athletic que sigue sus pasos y ahora juega en el filial rojiblanco. Todos dicen que tiene más calidad y más técnica. «Pero se lo tiene que ganar, como ha hecho Iñaki», avisa Manolo Larumbe. «Los dos han sido cuidados de una forma privilegia­da, tanto él como su familia. Tenían grandes apuros y el Pamplona hizo lo indecible. Tenerlos días, llevarlos de vacaciones, buscarlos, traerlos, no pedirles lo que no podían dar y cuidarlos muchísimos en temas de educación», explica el presidente del club navarro que tiene como lema «crecer jugando». Y ambos lo hicieron...

...Pero no sólo ahí. Williams ha contado algunas veces su dura historia: sus padres son ghaneses, saltaron la valla de Melilla para llegar a España con su madre embarazada, llegaron a Madrid y fueron a Bilbao gracias a Cáritas, donde nació él. Después se trasladaro­n a Pamplona y allí jugó al fútbol en su primer club, el Natación. «Yo le cogí con ocho añicos, de benjamín. Era un sol, siempre se estaba riendo. Su situación era complicada y teníamos que hacer un poquito de padres. Tenía que recogerle, llevarlo a casa, a entrenar... Porque al final el padre se tuvo que ir a trabajar, la madre estaba trabajando. Estaba un tío un tiempo y el hermanico, que era pequeño», cuenta quien fuera su entrenador, Javier Serrano. «Era finico, un fideo, pero ya corría mucho y tenía buen golpeo. Al final, el cuerpo lo echó en cadete. El primer año, en fútbol-sala, llegamos a la final de benjamín y perdimos con Osasuna», rememora Javier. «La semana que jugamos la final fui a recogerle para entrenar y no estaba, no lo localizaba, y me tuve que ir a buscarlo por los jardines de la Rotxapea [su barrio]. Estaba siempre en la calle. Era muy mágico, y en el club lo queríamos un montón», añade. Al año siguiente ya lo subió a jugar a fútbol 7. «Con espacios más grandes destacó más, pero por ejemplo a la selección de Navarra no lo llevaban. Una vez fue a una preselecci­ón, pero luego no lo llamaron. En el equipo nuestro destacaba y era de los que mejor competía, atacaba bien los espacios, tenía buen tiro con la derecha... Pero en esas edades ves a chicos que dices: “Éste es el mejor de la categoría”. Y él no lo era. Iñaki técnicamen­te era bueno, no tenía problemas para controlar un balón, aunque con la izquierda le costaba más. Trabajaba mucho la velocidad y era como más juego de calle», describe Javier.

Tampoco Osasuna se fijó en él. Julio era el coordinado­r del Club Natación y una de las personas que siempre estaba con él, llevándole a entrenar y devolviénd­olo a casa. Lo llevó a Tajonar a hacerse las pruebas, pero no llamó la atención. «No es el perfil que buscamos», le dijeron.

Por eso se marchó al Pamplona, que es un club convenido del Athletic. Creció, dio el estirón para unir su físico a las cualidades innatas y acabó en los «leones». «No fue fácil que el Athletic lo fichara. Les tuvimos que dar varios empujones, sobre todo a su representa­nte. No íbamos por el mismo camino, y menos mal que nos hizo caso a nosotros», desvela Manolo Larumbe. Era 2012 y llegó a los juveniles. El 6 de diciembre de 2014 debutó con el primer equipo en San Mamés ante el Córdoba.

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Iñaki Williams volverá a ser la gran baza ofensiva del Athletic ante el Barça

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