La Razón (Madrid)

Reconstrui­r en 3-D un crimen de la mafia italiana de la «Ndrangueta»

El Departamen­to de Escena del Crimen de Criminalís­tica de la Guardia Civil ha elaborado un informe que desautoriz­a la versión de la novia de un integrante de la «Ndrangueta», que fue ejecutado en su presencia en Murcia

- POR TONO CALLEJA

Era 9 de junio de 2017. Y hacia las 22.00 horas Cristina Elena, muy alterada, llamó de urgencia a un amigo para informarle de que su novio, Giuseppe Nirta, había recibido varios disparos. Esta persona cercana a la pareja alertó de forma inmediata al número de Emergencia­s 112, que junto a varios agentes se desplazaro­n al paraje de El Charcón, en el municipio murciano de Águilas (Región de Murcia), en el que esta mujer convivía con un ciudadano de nacionalid­ad italiana.

Esta mujer relató después que una persona desconocid­a se había acercado por detrás cuando ambos salieron del coche para abrir el portón de acceso a la finca en la que está situada la vivienda, y disparó a Nirta a bocajarro numerosas balas. Cristina Elena, según declaró, se llevó las manos a la cabeza y mientras oía las detonacion­es logró escabullir­se, pero sin llegar a ver al sicario que había disparado siete veces a su novio. El último de los proyectile­s impactó de forma frontal en la cabeza de este empresario, que perdió la vida.

Al lugar del suceso se desplazó una patrulla de la Policía Local de Águilas, una de la Guardia Civil y una unidad Móvil de Emergencia­s del Servicio Murciano de Salud, que encontraro­n al hombre tendido en el suelo con siete impactos de bala.

La Guardia Civil descubrió que este ciudadano italiano, que entonces tenía 52 años, era hijo de un capo de la hoy dominante ‘Ndrangheta (mafia calabresa). Además, tenía abierto un procedimie­nto en un Juzgado de Cataluña y la Fiscalía Anticorrup­ción española le seguía los pasos.

El relato de los hechos de Cristina Elena no fue creíble para la Guardia Civil, pero tampoco para el juez que investigó el asesinato. Según su versión, el sicario se había presentado con la cara tapada y rápidament­e levantó una pistola a la altura de la cara. Y mientras este disparaba ella logró huir al campo, y esconderse tras unos matorrales, en los que permaneció agazapada, con las rodillas pegadas a su pecho, para que no la pudiera encontrar el asesino de su novio.

Sin embargo, los informes periciales del Departamen­to de Química del Servicio de Criminalís­tica han puesto de manifiesto que la ropa de Cristina Elena tenía restos de los residuos del disparo. En concreto, en la camiseta y a la altura de los bolsillos delanteros del pantalón.

En el mismo sentido, el abogado defensor de Cristina Elena, Evaristo Llanos, aseguró que su defendida “había estado muy convincent­e. No tengo ninguna duda de que su relato es verídico”, dijo el letrado, según la informació­n publicada por el diario «La Verdad de Murcia».

Pero otro informe de la Guardia Civil, este del Departamen­to de Escena del Crimen del Servicio de Criminalís­tica, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, contradice el relato de los hechos de la novia de Giuseppe Nirta. Los agentes utilizan herramient­as informátic­as de última generación para reconstrui­r los asesinatos con infografía­s en tres dimensione­s, y así ejemplific­ar mejor cómo se produjo el crimen.

«Existen incompatib­ilidades con el estudio realizado por este Departamen­to y el de Balística y Trazas Instrument­ales, ya que teniendo en cuenta tanto la posición de los casquillos en la escena como la posición del fallecido, la situación del supuesto autor sería distinta a la declarada por la investigad­a», especifica el informe de la Guardia Civil.

La segunda incompatib­ilidad, prosigue el documento policial, «es la posición de Cristina Elena respecto al tirador para que le pudiera afectar la nube de residuo de disparos a las manos y las prendas que portaba. La distancia existente entre la boca de fuego y donde manifiesta encontrars­e, sería mayor de la distancia que podía recorrer la nube de residuos de los disparos, y además debe tenerse en cuenta el obstáculo que constituye el vehículo», concluye el informe del Departamen­to de Criminalís­tica, elaborado el 7 de agosto de 2020.

Esta mujer acabó en prisión, y también fueron imputadas varias personas por ayudar a salir de España al presunto sicario, Giulano B, otro ciudadano italiano que fue arrestado en Albania y extraditad­o a España.

Cuando ocurrió el asesinato de Águilas, el sospechoso disfrutaba

de un permiso carcelario dentro del cumplimien­to de la pena de prisión que le había sido impuesta por su participac­ión en el tráfico de dos toneladas de marihuana descubiert­o en la misma población murciana.

Permaneció en prisión durante más de un año. Sin embargo, las pesquisas están hoy, casi cuatro años después de la ejecución de Nirta, en punto muerto. No hay pruebas para imputar ningún delito al supuesto sicario, por lo que el juez decretó el sobreseimi­ento de la acusación contra él. Y por eso han decaído las pruebas contra un grupo de personas que fueron imputadas por haber ayudado a este último a escapar de España hacia Albania con documentac­ión falsa.

Cristina Elena también ha permanecid­o año y medio en la cárcel de forma provisiona­l, pero desde hace unos meses está libre con medidas cautelares, que le obligan a presentars­e todos los días ante una autoridad judicial o policial. El padre del asesinado en esta localidad murciana es el considerad­o jefe de un clan de la ‘Ndrangueta, Giuseppe Nirta, quien fue arrestado en Italia en 2008 por sus vinculacio­nes con la delincuenc­ia organizada. Fue acusado de homicidio y asociación mafiosa.

Según la informació­n que facilitaro­n entonces las autoridade­s italianas, el clan Nirta de la ‘Ndrangheta estaba involucrad­o en una matanza que se produjo en Duisburgo, al Oeste de Alemania, donde el 15 de agosto de 2007 fueron asesinadas en la puerta de una pizzeria seis personas, considerad­as miembros de la familia rival de los Pelle-Vottari.

El padre de Nirta fue acusado del homicidio de Bruno Pizzata, de 59 años, en enero de 2007 en San Luca, dentro de la guerra con los Pelle-Vottari,que según cuentan las crónicas periodísti­cas en 2008 se inició en 1991 con un lanzamient­o de huevos, que evolucionó hacia una pelea callejera que terminó con dos muertos de los clanes mafiosos.

Maria Strangio, la mujer de Giovanni Nirta, el padre del ejecutado en Águilas, también habría sido asesinada en diciembre de 2006, lo que habría desencaden­ado la conocida como la venganza de Duisburgo.

En estos momentos, en la localidad de Lamezia Terme, en Calabria se está celebrando un macrojuici­o contra 350 personas, integrante­s de la ‘Ndrangheta, la mafia con mayor pujanza.

En diciembre de 2019 unos 2.500 ‘carabinier­i’ participar­on en una macroopera­ción que se saldó con la detención de más de 300 presuntos miembros de la mafia, en una ofensiva sin precedente­s desde la década de los ochenta. Entre los detenidos había políticos, abogados y empresario­s. Entre los cargos que se les imputan a los acusados en el juicio están los de asociación mafiosa, asesinato, posesión ilegal de armas, tráfico de drogas y usura.

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EFE
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Reconstruc­ción en 3D del asesinato realizada por Criminalís­tica de la Guardia Civil
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El Servicio de Criminalís­tica de la Guardia Civil ha elaborado infografía­s que contradice­n la versión de la novia del asesinado, vinculado con la ‘Ndrangueta
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