De la niñez hasta México
Uno de los problemas de los historiadores es la corrección política. No comulgar con los postulados políticamente aceptados supone despedirse de los circuitos universitarios. De ahí la proliferación de introducciones con alegatos morales para justificar el estudio y que no parezca una glorificación de personajes o sucesos hoy censurados. Esta sumisión, no vista desde los peores años del siglo XX, empobrece estudios meritorios como el que aquí reseñamos. No es necesario en una biografía sobre un conquistador español del XVI empezar diciendo que matar es malo, conquistar es feo y que la imposición cultural es censurable. Lo he visto en algún libro cubano; eso sí, con el nihil obstat de la dictadura. Es una declaración política que no pedimos a un historiador libre. Lo cuenta Carlos Malamud en su última obra: «El sueño de Bolívar y la manipulación bolivariana». Si dejamos a un lado esto, y palabras como «barbarie» y «hecatombe» para definir la presencia de España, no solo de Castilla, en América, el libro de Mira Caballos nos acerca de una manera eficaz a Hernán Cortés. El autor consigue una equidistancia entre los hagiógrafos y los detractores basándose en datos contrastados. Cubre las etapas más desconocidas, como su infancia y juventud, hasta 1519, y su vejez, entre 1540 y 1547. El autor nos ha dejado un libro magnífico que retrata a un personaje con un inagotable tesón, carismático y buen diplomático. Cortés consiguió la alianza con los pueblos tributarios, siervos y enemigos de los mexicas que habían asolado a la
Lo mejor
El descubrimiento de algunas facetas muy desconocidas de Hernán Cortés y su aporte documental Lo peor Realmente no existe nada que reprochar en esta cuidada monografía
población un siglo antes. Tras la victoria, Cortés castigó y se apropió del botín, pero sacó la tierra de un rancio medievo y llevó Nueva España a la modernidad fomentando la producción, la educación, la sanidad y las comunicaciones. De hecho, y así lo cuenta Esteban Mira, la mayoría vio con indiferencia el cambio de poder, y la élite local se sumó a los conquistadores. Hoy, dice, tras cinco siglos y doscientos años de independencia, culpar a Cortés de la situación de México es desviar la atención.