La Razón (Madrid)

Las «cobayas» españolas de la vacuna de Janssen

En medio de la polémica por las secuelas de esta vacuna hablamos con dos voluntario­s de su ensayo clínico: «El riesgo cero no existe»

- POR ÁNGEL NIETO LORASQUE FOTOGRAFÍA DE JESÚS G. FERIA

JAVIER CANTÓN 32 AÑOS (MADRID) «Entiendo la preocupaci­ón que puedan tener las mujeres ante esta vacuna. Sería ventajista por mi parte decir que me hubiese vacunado si fuera mujer»

Y de nuevo estalló la polémica sobre los posibles efectos secundario­s de las vacunas contra la covid. Si primero fue la controvers­ia generada por la trombos provocados por la de Astrazenec­a, esta semana la revolución ha girado en torno al antídoto monodosis con el que todo el mundo soñaba para acelerar el proceso de vacunación. La aparición de seis casos de trombos entre siete millones de personas vacunadas en Estados Unidos con Janssen condujo a la paralizaci­ón del proceso de inmunizaci­ón con las dosis de esta farmacéuti­ca para analizar lo sucedido. De hecho, el miércoles estaba previsto que llegaran a España 300.000 dosis, pero fue cancelada la entrega comprometi­endo así el calendario de vacunación.

Ante las dudas que se han generado contactamo­s con dos españoles que se han sometido al ensayo de la compañía farmacéuti­ca de Johnson & Johnson para averiguar si, de nuevo, estamos cayendo en el alarmismo o si lo sucedido es digno de preocupaci­ón.

Álvaro Bañón, economista y profesor en la Universida­d de Navarra, lo tiene claro: «Miedo ninguno, el riesgo cero no existe», sentencia. Este navarro de 52 años asegura no haber tenido ningún síntoma desde que le inyectaron la vacuna en pruebas. Fue en diciembre cuando se enteró de que se buscaban voluntario­s para un ensayo en fase III que estaba realizando la empresa, del cual forman parte 30.000 pacientes de nueve países, entre ellos 2.000 españoles. Él es uno de ellos: «Me llamaron en enero, me hicie

ron unas cuantas pruebas, un reconocimi­ento médico, firmé un consentimi­ento informado y me pusieron la primera dosis y es que, aunque la vacuna solo es una, en el ensayo ponen dos, no conozco el motivo. Me pidieron que me instalara una aplicación en el móvil para enviar una serie de cuestionar­ios periódicos sobre cómo me sentía así como posibles síntomas y ya está», cuenta.

Aunque dice que siempre «queda un resquicio para el miedo o la duda», él en todo momento se mostró determinad­o a participar en el ensayo «porque al estar avalado por la Universida­d de Navarra y por el laboratori­o Johnson & Johnson tenía total confianza». Tanto es así que en su familia recibieron la noticia de tan buen agrado que incluso su mujer también quiso apuntarse, pero se le pasaron los plazos: «Quienes sí se apuntaron fueron dos hermanos míos y algún que otro conocido. Es necesario contribuir al desarrollo de la ciencia y a poner una solución a la pandemia. Tampoco le di demasiadas vueltas».

Confianza en los números

Por este motivo tampoco se llevó las manos a la cabeza cuando esta semana se hicieron públicos los casos de trombos en algunas de las personas que recibieron la vacuna: «Al contrario, me llevo las manos a la cabeza cuando la gente duda si vacunarse. Estoy cabreado y muy enfadado porque no se está explicando bien a la población lo que ocurre. Yo, que tengo fe total en los números, como economista que soy, me parece una exageració­n y un alarmismo innecesari­o suspender la vacunación por seis casos entre siete millones de vacunados. El balance de riesgos-beneficios está balanceado totalmente hacia los segundos», analiza.

Para Bañón, hay un enorme vacío de liderazgo y conciencia­ción social: «A la gente no se le puede pedir que no tenga miedo, están asustados, es normal. Llevamos un año muy duro, pero necesitamo­s faros, guías que nos digan que la vacuna es una solución magnífica. Hay más riesgos si no nos vacunamos. De hecho, creo que vacunarme con Janssen ha sido lo más seguro que he hecho en los últimos meses. ¿A alguien le ha dado por mirar las contraindi­caciones de tomar paracetamo­l?». Ahora, este economista pamplonés espera a su cita del 27 de abril en la que, si todo va bien, pondrá fin a su periplo como «cobaya».

El caso de Javier Cantón es similar, aunque él sí experiment­ó cierto malestar cuando le pusieron la primera dosis. Fue en septiembre: «Tuve 37,5 de fiebre y mal cuerpo durante un par de días. Luego se pasó. Tras la aplicación de la segunda dosis no noté nada y en el tercer pinchazo de recuerdo que me pusieron el pasado lunes tampoco. Ya me han confirmado que yo he sido de los que le han inoculado el adenovirus y la verdad es que me alegra estar ya vacunado porque si me hubieran puesto placebo yo no sé cuándo habría podido recibir la vacuna. Así que, a fin de cuentas, me considero un afortunado», explica. Él ha llevado a cabo el ensayo en el Hospital La Paz de Madrid y se presentó por dos motivos: para contribuir al desarrollo de la «pócima» contra la covid y también para ser de los primeros en conseguir la inmunizaci­ón: «Entre mis familiares y amigos, al principio, se recibió mi decisión con bastante escepticis­mo. Yo les conté todos los detalles para calmarles y que supieran que me había metido en algo seguro. Cuando lo comprendie­ron se pusieron muy contentos de que me hubiera animado. Eso sí, los compañeros de trabajo me hacían bromas: ‘‘Te va a salir un tercer brazo’’, me decían».

Ante el revés ocasionado por la aparición de determinad­os efectos secundario­s en personas inoculadas con Janssen, Cantón reconoce que «entiendo que las mujeres, a las que al parecer más reacción les está dando, estén preocupada­s. Sin embargo, me parece mal el miedo que se está trasmitien­do a través de las redes sociales y algunos medios de comunicaci­ón». Pero, ¿si ahora tuviera que vacunarse con el antídoto de la firma estadounid­ense y fuera mujer, lo hubiera hecho? «Sería ventajista por mi parte decir que sí con rotundidad, creo que sí lo haría porque el beneficio es mayor que el perjuicio, ten en cuenta que si extrapolam­os los resultados a España, serían 47 personas las que habrían tenido problemas con esta vacuna». Este bioquímico granadino residente en Madrid dice sentirse dividido entre su faceta profesiona­l y la personal para valorar si seguir inmunizand­o o esperar a tener resultados más claros de cada una de las vacunas: «Como científico entiendo que los productos médicos deben estar totalmente vigilados y no se puede aplicar a la población alguno que sea perjudicia­l. Por otro lado, como ciudadano, quiero que todo el mundo pueda inmunizars­e para que recuperemo­s nuestra vida normal. Lo suyo sería aplicar a cada segmento de la ciudadanía el tipo de antídoto más eficaz, pero sé que no es sencillo y que llegar a ese punto requiere tiempo».

Cantón reconoce que solamente sintió «cierto alarmismo» cuando en noviembre se suspendier­on por un breve tiempo los ensayos de Janssen con motivo de una reacción inesperada en uno de los voluntario­s. «Cuando el comité médico independie­nte determinó que no había una relación directa y se pudo seguir con el ensayo me relajé», reconoce.

Después del tercer pinchazo del lunes, tan solo tendrá que someterse a un par de revisiones más y en el próximo mes de noviembre, si no hay ningún imprevisto, no tendrá que volver de nuevo al hospital: «Tengo bien claro que volvería a hacerlo de nuevo si fuera necesario, no por gusto o placer, ya que implica un esfuerzo importante, sino por el bien que produce para la sociedad». La semana que viene, los responsabl­es del estudio le darán un certificad­o en el que quedará constatado que es inmune al Sars-Cov-2 y que por lo tanto, puede regresar a su vida prepandémi­ca.

Bañón afirma que «aunque siempre queda un resquicio para el miedo es muy positivo el balance riesgo- beneficio» Cantón reconoce que solo tuvo cierta preocupaci­ón cuando se paralizó el ensayo por la reacción adversa en un voluntario

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