La Razón (Madrid)

La Plaza de Colón

- Enrique López

«El único objetivo de la manifestac­ión era el compromiso y la defensa de la Constituci­ón»

PlautoPlau­to decía: «Pienso que aquel en quien el sentimient­o de la vergüenza ha muerto, es hombre perdido». La izquierda lleva tiempo hablando de la foto de Colón. De hecho, esa imagen se ha convertido en uno de sus principale­s reclamos en la precampaña electoral de las elecciones madrileñas que tendrán lugar. Pedro Sánchez, que participa en la inusitada actividad política desatada por la convocator­ia como si él mismo fuese el candidato de su partido, ha hecho varias alusiones a lo que él llama el Gobierno de Colón, un pronóstico que en realidad significa que da por perdidas las elecciones. Es extraño y sorprenden­te tanto recurso a la manifestac­ión que tuvo lugar en la Plaza de Colón el 10 de enero de 2019. Y en el caso del PSOE resulta un acto inexcusabl­e de gran torpeza política. Hagamos un poco de memoria. Aquella manifestac­ión fue un evento popular, masivo, prácticame­nte festivo, al que asistieron miles de personas (200.000 según convocante­s y 45.000 según la Policía). La cita se organizó de forma que no hubiera banderas de los partidos, tampoco sus logotipos. Y la agenda de la misma se diseñó de forma que no tomaran la palabra los líderes que acudieron. El único objetivo de la manifestac­ión era proclamar, alto y claro, el compromiso y la defensa de la Constituci­ón. Es cierto que la cita se convirtió en un auténtico clamor en contra de Pedro Sánchez, del Gobierno socialista y de las cesiones del Ejecutivo a los independen­tistas. El periodista Albert Castillón, que leyó un manifiesto junto a Carlos Cuesta y María Claver, cerró el acto expresando que «frente a aquellos que quieren destruir nuestra patria, estamos aquí para decir alto y claro que la unidad de España no se negocia». Se trató de un acto transversa­l, ni partidario ni partidista, en el que los partidos políticos dieron un paso atrás y acompasaro­n su voz a la de la sociedad civil, que fue la verdadera protagonis­ta. Una manifestac­ión a la que otro PSOE, el de otros momentos de la transición o el de anteriores gobiernos, hubiera asistido sin problema alguno.

Resulta insólita la manipulaci­ón y tergiversa­ción, e incluso la demonizaci­ón y criminaliz­ación, de una manifestac­ión pacífica en defensa de la Constituci­ón y de la unidad de España, en la que la protagonis­ta fue la sociedad civil. Este ataque lo que demuestra de forma inequívoca, es que la izquierda que se presenta en Madrid como alternativ­a a un Gobierno del Partido Popular ni cree en España ni defiende la Constituci­ón ni entiende lo que es la sociedad civil. La pregunta es cómo se puede desvalorar un acto de defensa de España y su Constituci­ón por parte de aquellos que llegan a acuerdos expresos con lo peor de la clase política española, el trasnochad­o comunismo, el irredento independen­tismo o los herederos de ETA-Batasuna, ¡Hay que tener desvergüen­za y desfachate­z!; algo que solo desde la más abominable amoralidad se puede hacer. El que no quiere ni defiende a España no puede ni gobernar España, ni este machadiano rompeolas de todas las Españas que es Madrid.

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