La Razón (Madrid)

El verso suelto provocador

- POR PILAR FERRER

«No me callarán». Es lo primero que dice Toni Cantó a quienes se le acercan, mientras proclama alto y claro su fervorosa admiración por Isabel Díaz Ayuso. Aunque convencido de que la decisión del Tribunal Constituci­onal es absurda, por una cuestión de fechas que le impide ir como número cinco en la lista de la candidata del PP, el actor ha encajado el veredicto y advierte que podrán echarle de una candidatur­a, pero nunca prohibir que hable y colabore con Ayuso en una batalla electoral a cara de perro contra la izquierda. «Me importan un bledo los cargos, solo quiero justicia», asegura este actor metido a político, que ya va por militar en un cuarto partido y denuncia a «unos socialista­s podemizado­s y a unos comunistas pijos millonario­s». Sin pelos en la lengua, Cantó se ha convertido en el «Pepito Grillo» de las elecciones en Madrid y piensa participar en varios actos con la lideresa popular. Chaquetero para unos, valiente para otros, su entrada en la lista del PP fue una sorpresiva maniobra de Génova trece, maquinada por Teodoro García Egea y aceptada por Díaz Ayuso con un objetivo transversa­l: captar voto de Ciudadanos y una parte de esa izquierda cultural, el mundo del cine y el teatro tradiciona­lmente «progre», hoy plenamente desencanta­da.

Muy criticado por la vieja guardia del PP, pero apoyado por Isabel Díaz Ayuso y la cúpula del PP, Toni Cantó «canta» con pasión las excelencia­s de la candidata y observa como la aclaman por las calles. «Ha gestionado y dado vida a esta ciudad», afirma. Tras pasar por UPyD con Rosa Díez, por Ciudadanos con Albert Rivera, con un impasse en Vecinos por Torrelodon­es, Cantó se enrola ahora en las filas del PP con la idea de que el centro-derecha es la única salvación para Madrid frente a una izquierda podemizada y trasnochad­a. Opina que mucha gente del cine y el teatro votarán a Díaz Ayuso porque están en juego muchas cosas: la libertad, la seguridad, la estabilida­d económica, el futuro de nuestros hijos. Asegura que actores compañeros de profesión están espantados con el gobierno de Pedro Sánchez y los abusos de Pablo Iglesias. «No querían querían casta, y para casta ellos», denuncia muy crítico con la izquierda social-comunista. En su opinión, son totalitari­os y, al más puro estilo leninista, quieren mandar en tu casa, tus costumbres y tu bolsillo.

La vida de Antonio Cantó García del Moral está llena de vaivenes en lo personal y profesiona­l. Hijo de un médico valenciano, hizo sus pinitos como modelo y estudió arte dramático hasta que se puso por vez primera ante una cámara en el programa de TVE, «La tarde», con Pastora Vega. Después vendrían muchos otros espacios y una larga serie de películas con los mejores directores:

Pilar Miró, Pedro Almodóvar, Josefina Molina, Jaime Chávarri, Manuel Summers, Martínez Lázaro o Romero Marchent. Pero fue de la mano de Irene Lozano, hoy en las listas del PSOE, cuando se integró en el partido UPyD de Rosa Díez y llegó a ser diputado en el Congreso. Justo es decir que era un chico serio y disciplina­do, que presentaba iniciativa­s legislativ­as y ejercía su buena oratoria de actor en la Cámara. La propia Rosa Díez le tenía como su «niño bonito», hasta que se frustró la fusión con Ciudadanos. UPyD se fue a la deriva y Cantó se afilió al partido naranja bajo el manto de Albert Rivera, se convirtió en su hombre de confianza en la Comunidad Valenciana y, en las elecciones municipale­s de 2007, concurrió en una lista de Vecinos por Torrelodon­es, dónde residía, sin ningún éxito. Tras la debacle de Rivera y su salida de Cs nunca se entendió con Inés Arrimadas, dejó el partido con un sonoro portazo altamente crítico y dio el salto al PP de Madrid.

Todo un campeonato de veletas que le ha acompañado también en su vida privada. Su primera relación sentimenta­l con Eva Cobo fue tomentosa, al tener una hija, Carlota, de la que le Toni renegó su paternidad. Tres años de batallas judiciales dieron la razón a la actriz y Cantó otorgó sus apellidos a la niña. El destino le propinó una gran tragedia cuando Carlota, con dieciocho años, falleció en un accidente tráfico.

El 29 de enero de 2011 el coche en que viajaba con su novio Javier, sobrino del ex alcalde de Barcelona, Xavier Trías, fue salvajemen­te asaltado por un kamikaze que rebosaba la tasa de alcohol. El golpe fue tremendo y Toni siempre reconoce que aquel suceso le marcó un antes y un después en su vida. Más tarde, el actor tuvo otros dos hijos: Lucas, de su relación con la presentado­ra televisiva Carla Hidalgo, y Violeta, con la actriz Mar Regueras. La única vez que se casó fue en Ibiza con una joven terapeuta, Imma Suárez Medina, de la que se separó en un año. Ahora su pareja es una joven valenciana llamada Lorena, de quien dice estar muy enamorado. Pese a reconocer que ha sido «un padre a la fuga», en la actualidad mantiene buena relación con sus dos hijos, a los que ve a menudo.

Toni Cantó siempre ha sido un «verso suelto» provocador. Aunque mujeriego empedernid­o, un día confesó haber tenido relaciones homosexual­es a los catorce años con un compañero de colegio. Pero tal vez su mayor transgresi­ón fue durante el rodaje de «Penumbra», a las órdenes de

José Luis Lozano, junto a Miguel Bosé. En los círculos cinéfilos se comentó entonces que el cantante se apasionó con el actor y, aunque Cantó nunca quiso entrar en detalles, lo cierto es que ambos compartier­on un piso en Madrid y volvieron a coincidir en la cinta de Almodóvar «Todo sobre mi madre». Toda una vida salpicada de agitacione­s, entre el amor, la profesión de actor y la política. Rechaza las acusacione­s de chaquetero y oportunist­a, y asegura que se marchó de Ciudadanos para no «caer en una secta». Ahora, Toni Cantó lo tiene claro: fuera de Isabel Díaz Ayuso y el PP no hay salvación.

Era el «niño bonito» de Rosa Díez y el hombre de confianza de Rivera en Valencia

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