La Razón (Madrid)

Telecos, una guerra de precios que pone en jaque al sector

La irrupción de operadores móviles virtuales ha propiciado una drástica caída de las tarifas y afectado a los ingresos de las grandes compañías, que advierten de que las inversione­s necesarias corren peligro

- POR R. L. VARGAS

También tienen problemas para captar el valor de los que usan sus redes y rentabiliz­ar así sus inversione­s

En 2006 se produjo en el sector de las telecomuni­caciones español un terremoto cuyas réplicas perduran todavía hoy. Ese año, el mercado se abrió a las operadoras móviles virtuales (OMV), compañías que, sin necesidad de tener una red propia, podían hacer la competenci­a a las tres grandes telecos –Telefónica, Vodafone y Orange– alquilando sus infraestru­cturas de comunicaci­ones. Fue, como lo define Javier Ramírez, analista de Stratesys, «un cataclismo en el sector de las telecomuni­caciones» que comenzó a dibujar el actual panorama español del sector, en el que los consumidor­es tienen hasta 40 marcas de telefonía entre las que elegir. Un éxito en términos de competenci­a, tal y como ha auspiciado la Comisión Europea en los últimos años, pero también un peligro para la propia sostenibil­idad del sector y la digitaliza­ción del país apoyada en la inversión en nuevas redes y el desarrollo de nuevos servicios, según advierten las grandes compañías.

El pasado ejercicio, Telefónica, Vodafone y Orange facturaron en conjunto 21.518 millones de euros, una cantidad muy cercana a los 19.063,5 millones que sumaron en 2000 entre la propia Telefónica y los gérmenes de las otras dos compañías, Retevisión y Airtel. Con la diferencia de que aunque el número de líneas de teléfono fijo apenas ha variado, al pasar de 17,39 millones en 2000, a 19 millones en 2020; el de líneas móviles sí que ha crecido exponencia­lmente desde los 24,26 millones a los 54,8 millones. Además, se ha producido la irrupción de internet y la televisión de pago.

¿Qué ha pasado para ese aparente estancamie­nto de la facturació­n de las grandes? Aunque los datos del año pasado están distorsion­ados por el efecto del coronaviru­s que provocó, por ejemplo, una caída del 40% de los ingresos por «roaming» de las operadoras por el hundimient­o del turismo; lo cierto es que desde hace años la facturació­n de las grandes compañías tiene dificultad­es para crecer por la guerra de precios que han desatado las OMV. Liberadas de las grandes inversione­s en redes que sí tienen que hacer Telefónica, Orange y Vodafone, estos operadores «pueden trabajar con costes muy contenidos gracias a una estructura mucho más delgada, lo que les permite ofrecer unos precios muy ajustados», explica Jesús Duarte Merelo, profesor titular de la Universida­d Loyola del área de Organizaci­ón de Empresas.

Más bajo coste

La consecuenc­ia de este apoyo a las OMV es que en España han proliferad­o como en ningún otro punto de Europa impulsadas muchas de ellas también por las propias grandes, que buscan de ese modo no perder comba en el segmento «low cost». Tanto Telefónica como Orange y Vodafone han creado segundas y terceras marcas más económicas para frenar la fuga de clientes a esa competenci­a de bajo coste. Pero, como analizan Javier Ramírez y Fernando Vela de Stratesys, se

Los precios de las OMV son más baratos porque el ingente gasto en la red lo asumen las principale­s operadoras

trata de movimiento­s no exentos de riesgo y que, mal medidos, se pueden volver en su contra y penalizar todavía más sus ingresos por el riesgo de «canibaliza­ción» que entrañan. «Vodafone, Movistar y Orange no pueden ser muy agresivos con los precios de sus “low cost” para no hacer la competenci­a a sus tarifas más altas. Pero tampoco pueden permitirse que los clientes se vayan a otra operadora. Es mejor perder un 40% de ingresos que el 100%», explica Ramírez. Su estrategia, no obstante, no ha terminado de funcionar y mes a mes los datos de la Comisión Nacional de los

Mercados y la Competenci­a (CNMC) arrojan un mayor peso de las compañías low cost en el mercado. La ratio de contratos de menos de 50 euros al mes ha escalado en cinco años de menos del 20% hasta el 55%.

La otra vía que las grandes han explotado para tratar de mantener los ingresos es paquetizar sus servicios en ofertas convergent­es –móvil y fijo, internet y televisión– con las que lograr un mayor ingreso por cliente. Pero, como aseguran Ramírez y Vela, aquí han acabado también por hacerse otra gue- rra de precios para captar a esos consumidor­es de alto valor que no se han pasado al «low cost». «Es el dilema del prisionero: una baja precios para mantener cuota y el resto la imita», asegura Ramírez.

A pesar de no poder vivir de espaldas a esta guerra de precios, las grandes operadoras han tratado de ser más racionales con sus tarifas, como aseguran desde Orange. Entre otros motivos, porque ellas sí necesitan fondos para seguir invirtiend­o en la expansión y la conservaci­ón de la red que usan y que tienen que alquilar por ley a las OMV. Y es precisamen­te esta carga financiera extra la que, en su opinión, se convierte no sólo en una desventaja competitiv­a sino en una amenaza en sí misma para el sector. «En España hay demasiados operadores y el mercado está demasiado fragmentad­o, de manera que el nivel de competenci­a no es compatible con las inversione­s necesarias en el país, especialme­nte de cara a nuevos despliegue­s de fibra y 5G. Es importante hacer balance entre competenci­a e inversión, sobre todo en estos momentos. La competenci­a es sana siempre que no comprometa la inversión necesaria para que España se recupere antes de la crisis y salga más reforzada. Ahora, sin embargo, eso no es así», aseguran desde Orange.

Pero la guerra de precios por la irrupción de operadores «low cost» no es lo único que está erosionand­o los ingresos de las grandes operadoras. Hay otros aspectos, como la composició­n de su cartera de servicios y lo que cobraban por ellos, que también ha evoluciona­do. «Por ejemplo, las operadoras europeas dejaron de ingresar más de 13.000 millones en 2013 debido a la populariza­ción de WhatsApp, ya que los usuarios dejaron de usar los SMS y hay que recordar que se cobrara por mensaje enviado», explica

Jesús Duarte.

Guillermo Rius, profesor en la escuela de negocios The Valley Digital Business School, añade que las compañías han fracasado de igual manera en servicios avanzados. «Han logrado cumplir bien con su cometido principal, pero en lo que se refiere a lo que hace un ciudadano usando la red, no», explica. Básicament­e, explica Rius, las grandes operadoras se han encontrado con que ellas ponen la red y otros la rentabiliz­an. Las compañías están encontrand­o dificultad­es para monetizar las fuertes inversione­s que han realizado en infraestru­cturas. «Su idea era que con tener la red era suficiente, que eso les garantizab­a los ingresos. Pero no es así porque, además, no son capaces de captar el valor de los que la usan», añade Rius. Los servicios de libre transmisió­n (OTT), los prestados por plataforma­s que emiten contenido a través de internet como Hetflix o HBO sin necesidad de recurrir a operadores tradiciona­les de difusión, están sobrecarga­ndo cada vez más unas infraestru­cturas que soportan las telecos sin que éstas puedan trasladar esa carga a sus ingresos. Las operadoras han presionado para que se les permita limitar el acceso a sus redes a estas plataforma­s y a compañías como Amazon o Google, para que así no se sobrecargu­e y requiera de menos inversión. Pero tanto en EE UU como en Europa ha imperado por el momento la doctrina de la «net neutrality» o neutralida­d de la red. Es decir, el libre acceso sin limitacion­es.

Este principio de «net neutrality», junto a la guerra de precios, la necesidad creciente de inversión y a la doctrina europea en pro de la libre competenci­a para favorecer a los consumidor­es –lo que redunda en más empresas, pero más pequeñas y débiles– está no sólo lastrando los ingresos de las compañías europeas, incluidas las españolas, sino también su desempeño en bolsa. En un mercado como Estados Unidos, donde sólo hay tres operadoras para un mercado de 328 millones de habitantes, los ingresos medios por cliente (ARPU) cayeron apenas cinco dólares entre 2006 y 2016, de 40 a 35. En ese mismo periodo, el retroceso en Europa, donde operan unas 400 compañías para una población de 446 millones de habitantes, fue del 50%, de 32 a 15 dólares. Un buen negocio para los consumidor­es por lo que a la reducción de las tarifas se refiere pero no tanto para las empresas. Y eso, los inversores lo ven.

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En España existen 40 compañías que prestan servicios de telefonía, por tres en EE UU
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REUTERS

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