Evitar el naufragio, echar al PP y un tripartito madrileño
Díaz Ayuso pilló con el paso cambiado al resto de formaciones en Madrid cuando convocó elecciones. Especialmente a Podemos. Por debajo del 5% en las encuestas y sin candidato. Ser fuerza extraparlamentaria en Madrid, como ya le sucedió en 2019 en varias comunidades, supondría un «shock» para un partido que reivindica haber nacido del espíritu de las protestas del 15-M en la Puerta del Sol. La gravedad de este escenario obligaba a los morados a dar un golpe de efecto. Que Pablo Iglesias dejara de ser vicepresidente para fajarse en esta pelea, sin embargo, no estaba en las quinielas de nadie. Al echarse sobre sus espaldas la responsabilidad de esta contienda, Iglesias asume un riesgo: un mal resultado podría precipitar su final político y el adelanto de su relevo al frente de Podemos. Sin embargo, en el equipo morado se agarran a lo ya vivido en el pasado: la capacidad de Iglesias para remontar en las campañas electorales. Es junto a la presidenta Ayuso el candidato que más se juega el 4-M. Son varias sus metas. Pero debe cumplir con todas para salir airoso: quedar por delante de Más Madrid, sumar junto a los otros partidos de la izquierda al menos 69 diputados y reeditar una coalición en Sol como la que, pese a todas las dificultades, armó en Moncloa. Pero ni Madrid es España, ni Gabilondo es Sánchez.
«Tenemos que sumar, pero no vamos a ganar pidiendo perdón ni tampoco apareciendo como acomplejados»