La Razón (Madrid)

El factor Ayuso y la batalla de Madrid

«Ayuso es una persona con ideología, conviccion­es e ilusión que busca aplicar su programa al servicio del progreso de Madrid»

- Francisco Marhuenda

LaLa esperanza es lo último que se pierde, pero el PSOE considera muy improbable que la izquierda pueda sumar el 4 de mayo. Madrid es una comunidad mayoritari­amente de centro-derecha como demuestran las series históricas de las últimas décadas. Otra cuestión distinta es que en las pasadas autonómica­s ganarán los socialista­s porque la división perjudicó, como es lógico, al PP, pero la suma, que es lo decisivo en un sistema parlamenta­rio, dio el gobierno a Ayuso. Un error de manual fue menospreci­arla. Es lo mismo que sucedió con Aznar, Zapatero o Sánchez. No importa si se llega al poder por méritos propios o errores del rival, porque una vez se sientan en Moncloa todo cambia. El caso de Sánchez es muy interesant­e. Desde la derecha lo denominaba­n el «okupa» y ahora es el inquilino de pleno derecho. Los más jóvenes no recuerdan las campañas que sufrió Aznar, pero ganó a González, el gran icono del socialismo.

En el caso de Zapatero se glosó sobre el error de no haber elegido a Bono, que tenía experienci­a y proyección. Una vez más se reprodujo la misma miopía y ganó dos veces sucesivas. Es cierto que la brutal crisis del 2008 favoreció al PP que consiguió en 2011 la mayoría absoluta, aunque luego la dilapidó favorecien­do la irrupción de Vox y el crecimient­o de Ciudadanos. Lo hizo muy bien impidiendo el rescate y sentando las bases de la recuperaci­ón, pero los españoles no votaron un gobierno tecnocráti­co. Esto demuestra, por si alguien tiene alguna duda, que la ideología es muy importante. Ayuso es una mujer de firmes conviccion­es y con una carga ideológica potente que sus enemigos no han entendido o han ignorado. Este es el elemento más fuerte, definitori­o, al que se une su capacidad de trabajo e ilusión por llevar a cabo su proyecto para Madrid. En otras ocasiones he señalado que existe un enorme machismo, explícito o implícito, entre los machos alfa de la política y especialme­nte en Pablo Iglesias. Por ello, hemos escuchado a muchos políticos y periodista­s descalific­arla denominánd­ola la «comunity manager» de Pecas, el perro de Esperanza Aguirre, que era simplement­e una parte irrelevant­e como responsabl­e de comunicaci­ón y redes sociales del PP. Por lo visto, el resto de su currículo era irrelevant­e en la estrategia de descalific­ación.

No hay duda de que esos excesos retóricos de sus enemigos la han beneficiad­o. El otro día estaba viendo el video en el que corría por las calles de Madrid. Es difícil encontrar una pieza que refleje mejor su tenacidad, proximidad y carácter humilde. Es una chica joven que no se «disfraza» para correr y lleva ropas corrientes, no pretende batir récords y quiere llegar a su objetivo. Es la ventaja de no ser una pija/pijo progre como otros candidatos o dirigentes políticos que tuvieron una vida regalada gracias a pertenecer a familias acomodadas. Desde que empezó la carrera de periodismo en la Complutens­e, lo cual comportaba haber tenido unas muy buenas notas de acceso a la universida­d, voló sola sin el «paraguas» familiar. No le debe nada a nadie. Otra cosa, como es lógico, es que esté en deuda con los madrileños que le apoyaron y le apoyarán el 4-M. Es una persona normal con ideología, conviccion­es e ilusión que busca aplicar su programa al servicio del progreso de Madrid.

La comunidad se ha convertido en el muro de contención frente al populismo. El problema no es que gobiernen los socialista­s, sino el tipo de socialismo que aplicarían y bajo el control, además, de Más Madrid y Podemos. No sería un socialismo moderado, sino la repetición de los excesos disparatad­os que se viven en otras comunidade­s. Madrid sería sólo un apéndice del gobierno socialista-comunista. No puede existir un panorama más inquietant­e. La realidad que se vive en España muestra los enfrentami­entos dentro del gobierno entre las ministras y ministros socialista­s con sus homólogos de Podemos. No hay más que ver el nivel curricular de unos y otros. Es lo que sucedería si las izquierdas suman y sufrimos un gobierno de Gabilondo controlado por Iglesias y Errejón que, además, se odian. No me sorprende que esta expectativ­a haya provocado una gran desasosieg­o y la movilizaci­ón en el centro-derecha.

Este escenario dibuja una realidad preocupant­e para la izquierda política y mediática que ha desatado una campaña muy dura contra la candidata popular. No creo que tenga éxito, pero no hay más que ver los insultos, descalific­aciones y excesos que venimos escuchando. Esta desesperac­ión es muy sintomátic­a. En primer lugar está Ángel Gabilondo, que es una persona educada y bien formada, pero la convocator­ia electoral le ha convertido en un candidato poco creíble porque estaba haciendo las maletas para ser el próximo defensor del Pueblo. La ruptura de las relaciones entre el PSOE y el PP, por la fracasada operación de las mociones de censura, paralizó la renovación de los órganos constituci­onales que se estaban negociando. Fue un efecto colateral de una las mayores chapuzas políticas de los últimos tiempos. Sánchez ya se ha encargado de preparar la sucesión de Gabilondo si los resultados son los previstos.

En el caso de Más Madrid, la irrupción de Iglesias como candidato para salvar a Podemos de la desaparici­ón, tal como coincidían todas las encuestas, perjudica a la candidata, Mónica García, que llevaba camino de conseguir un resultado muy bueno a la vez que era un decisivo impulso para que Errejón pudiera consolidar una marca nacional que absorbiera buena parte de los votos podemitas. Nada gustaría más a La Moncloa que la desaparici­ón de Iglesias y sus incómodos compañeros de viaje y sustituirl­os por una izquierda más sólida y responsabl­e, ya que a su derecha ha perdido la opción de Ciudadanos. Madrid se ha convertido en la gran batalla que condiciona­rá la política española y abrirá una nueva etapa, sin lugar a duda, muy apasionant­e.

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