La Razón (Madrid)

El 90% de las incontinen­cias urinarias de esfuerzo leve o moderada puede curarse

Las posibilida­des de mejoría de la patología de suelo pélvico son mayores si se actúa pronto

- EVA S. CORADA MADRID

El suelo pélvico es el conjunto de estructura­s que cierran la parte inferior del abdomen. Tiene la función de apoyo de los órganos del abdomen inferior y, a través de él, pasan los conductos de salida de estos órganos. De ahí que su debilidad cause diferentes patologías como la incontinen­cia urinaria (pérdidas involuntar­ias de orina, gases o heces), prolapsos (descenso de los órganos del interior de la cavidad pélvica al exterior), dolor pélvico, disfuncion­es sexuales, pre/postcirugí­a de región pélvica, incontinen­cia fecal o vejiga e intestino neurógeno, siendo la incontinen­cia urinaria el motivo más frecuente de consulta.

En los últimos años ha aumentado la atención a este tipo de problemas, creándose incluso unidades específica­s a tal fin. ¿Quiere esto decir que ha crecido la incidencia de los problemas de suelo pélvico? «Creo que no han aumentado, de hecho, muchos profesiona­les de la Obstetrici­a han mejorado la atención al parto y cada vez son más cuidadosos en este sentido. Lo que ocurre es que ahora hay más conocimien­to, más conciencia­ción. Por desgracia, el estado del suelo pélvico ha sido el gran olvidado en el manejo de la salud femenina. Tanto por parte de la atención primaria como de la Ginecologí­a. Probableme­nte ha sido el mayor conocimien­to de estos problemas, así como su mayor divulgació­n, los que han permitido que se valore a más pacientes y, por tanto, aumenten los diagnóstic­os. En este sentido, ha tenido mucha (y muy buena) influencia el entorno 2.0. Tanto en las webs especializ­adas como, especialme­nte, en las redes sociales abunda la informació­n de calidad ofrecida por profesiona­les que se dedican a divulgar la existencia de estos problemas», asegura Carlos S. Piñel, especialis­ta en Ginecologí­a de la Unidad de Suelo Pélvico del Hospital Quirónsalu­d San José, de Madrid, que precisamen­te, acaba de ampliar sus servicios.

La pérdida del pudor a consultar por este motivo y los avances producidos en su abordaje han contribuid­o también a su crecimient­o. «Las pacientes van progresiva­mente perdiendo el “miedo” a hablar de este problema, al verlo como algo habitual y normal, de la que no hay que omitir su existencia, sino darse cuenta de que se tiene un problema que afecta, y mucho, a la calidad de vida y tomar la decisión de resolverlo», continúa el experto.

Respecto a los resultados que se obtienen, «en los casos leves de incontinen­cia el tratamient­o rehabilita­dor específico consigue un éxito elevado, con disminució­n e incluso desaparici­ón de la sintomatol­ogía en más del 90% de los casos de incontinen­cia de esfuerzo. El objetivo del tratamient­o rehabilita­dor siempre va a estar encaminado a mejorar la calidad de vida de las pacientes y mantener el éxito del tratamient­o a largo plazo», cuenta Mónica Macía, médico rehabilita­dora de la Unidad de la Mujer del Hospital Quirónsalu­d Zaragoza. «La tasa de éxito es muy variable en función del origen y gravedad del problema original, así como del cumplimien­to de las recomendac­iones. La mayoría de las incontinen­cias leves y moderadas se resuelven con tratamient­o rehabilita­dor. Las severas suelen requerir alguna medida adicional. El tratamient­o quirúrgico tiene buenas tasas de éxito, pero aún así suelen requerir fisioterap­ia de mantenimie­nto», añade Piñel.

En cuanto al momento en el que es recomendab­le hacerse una revisión de este tipo, para Macía «lo ideal sería actuar de forma preventiva, en el caso de las mujeres de manera rutinaria previo al embarazo, en el caso de los hombres previo a cirugía región pélvica. No obstante, lo que sí conviene es actuar a tiempo, puesto que las posibilida­des de mejoría son mayores si se actúa pronto. Y muchas veces, el problema es que los pacientes no acaban de identifica­r la existencia de patología. En realidad, el nivel de exigencia del paciente y el grado de aceptación de una disfunción en el suelo pélvico determinan el momento en el que se consultan al especialis­ta», asegura la doctora Macía. «Sin duda, para las mujeres que dan a luz, el primer momento debe ser el postparto, aproximada­mente a los dos meses. No concibo que en 2021 no se considere una valoración por parte de un especialis­ta en suelo pélvico como una visita estándar del proceso embarazo-parto-puerperio. Clásicamen­te se ha abandonado el seguimient­o de la mujer tras el parto, pero hoy en día hay que continuar el seguimient­o en lo que se llama “el cuarto trimestre”. Si hay síntomas, independie­ntemente de la edad a la que ocurran, se debe consultar. Y para las que no hayan estado embarazada­s, hacia los 4045 años, como tarde, hay que tener al menos una valoración por parte del ginecólogo general. En realidad, debería formar parte de la revisión ginecológi­ca habitual», concluye Piñel.

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DREAMSTIME La enfermedad de suelo pélvico repercute muy negativame­nte en la calidad de vida

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