Los inconvenientes de una agricultura 100% ecológica
Un informe del Institut Agrícola Català de San Isidre avisa del peligro que supone para la independencia alimentaria de Europa
El Institut Agrícola Català de Sant Isidre advierte en su último informe mensual de que «una agricultura 100% ecológica compromete la independencia alimentaria en la UE». Durante décadas, el análisis, diseño y aplicación de las políticas europeas partía de fundamentos de base que se daban por hechos. Uno de los más importantes es la capacidad instalada de producción, transformación y comercialización de productos agroalimentarios a costes asequibles para el consumidor final. Ha tenido que venir una fortísima crisis sanitaria y económica para hacernos caer en la cuenta de la importancia de las capacidades estratégicas agroalimentarias, en un contexto de importantes restricciones en el comercio mundial.
La crisis nos ha hecho ver el riesgo de que lo que se ha dado siempre por hecho, puede no ser así siempre. De ahí el aumento de la preocupación de las instituciones europeas por la seguridad del suministro alimentario de 27 países que suman casi 500 millones de personas, no porque ya se hayan producido importantes restricciones, sino por las que se pueden producir en el futuro. El informe prosigue que preocupa el efecto que pueda tener a medio plazo la adopción de políticas como las estrategias del «campo a la mesa», de la biodiversidad, el plan de acción de economía circular o, recientemente, la estrategia de promoción de productos ecológicos.
Cuando se habla de «producción agroalimentaria» no se puede caer en el simplismo de solo pensar en el alimento final: es necesario pensar en todos y cada uno de los eslabones de la cadena de valor alimentaria, donde hay consumos intermedios y donde Europa es ampliamente deficitaria como en la producción de fertilizantes. El informe revela la dependencia europea de importaciones de terceros países en oleaginosas, cereales, frutas tropicales, frutos secos, café y cacao, estando la mayor parte de ellas calificadas por riesgo de deforestación en sus países de origen o con una considerable huella de carbono, la cual se pretende penalizar con el establecimiento de un arancel de carbono en frontera.
Si bien algunos estudios no señalan evidencia concluyente de reducción en términos globales de la producción alimentaria al generalizarse la agricultura ecológica y de proximidad, al analizarse por capítulos de producto sí se observan diferencias notables tanto en la producción como en la capacidad de alimentar a una misma población.
Según este estudio enfocado a Europa y Norteamérica, pasar de un sistema de producción intensivo o súper-intensivo a un sistema basado en agricultura ecológica supone la reducción de entre un 25% y un 40% de los rendimientos por hectárea, mientras que sí mejorarían los rendimientos en los casos de cultivos poco intensivos y sin acceso a fertilizantes y otros suplementos. Si en los próximos años el 50% de la superficie agrícola se cultiva bajo los actuales cánones regulatorios «ecológicos», el impacto en los precios globales de las materias primas agrícolas se situaría entre un 6% y un 10%.
En suma, en vez de poner como objetivo la «municipalización» de los mercados agroalimentarios con base en agricultura ecológica, es necesario poner el foco en la actual superficie cultivable gestionada de manera «tradicional», con bajos rendimientos y cuya supervivencia depende de los pagos directos de la PAC. Es necesario evitar que la UE se convierta en enemiga de sí misma, advierte el Institut Català Agrícola de Sant Isidre.
Pasar de un sistema intensivo a otro basado en la agricultura ecológica reduce hasta un 40% el rendimiento por hectárea