La Razón (Madrid)

Javier Cercas y la libertad

- Vicente Vallés

AquelAquel 7 de septiembre de 2019 (aún no había llegado la pandemia y vivíamos en la normalidad) fue una jornada luminosa en Mérida. Por la noche, el majestuoso Teatro Romano acogió a centenares de invitados para el acto de entrega de las Medallas de Extremadur­a. Quien firma estas líneas asistió al evento desde las hermosas gradas de piedra de aquel recinto milenario, y pudo disfrutar del acto y escuchar el discurso de Javier Cercas, galardonad­o con una de las medallas como escritor imprescind­ible de nuestro tiempo. Extremeño y catalán, como tantos catalanes con raíces extremeñas.

En un tramo de su intervenci­ón, cargada de sentido común, Cercas nos dijo que «cuando la política se llena de pasión, de aventuras, de emociones, como nos ha ocurrido a los catalanes en los últimos años, échate a temblar o llama a la unidad del general». Cercas señaló con su mano al general jefe de la Unidad Militar de Emergencia­s, sentado a unos metros de distancia y que acababa de recibir otra Medalla de Extremadur­a por una labor tan alejada de actividade­s pretendida­mente golpistas o represoras como limpiar de camalote (una planta invasora, no un ejército invasor) el cauce del río Guadiana.

Que las únicas armas que utilice la UME sean las manos de sus soldados para ayudar a la gente que lo necesita o las mangueras para apagar fuegos, o que Javier Cercas utilizara esa referencia a la Unidad Militar de Emergencia­s (UME) con el gracejo propio de un acto con amigos y paisanos, no ha impedido que se cumpla la premisa que el autor explicaba en su discurso: que la política se volvió a llenar de pasión, aventuras y emociones. Las peores.

Ahora, transcurri­do año y medio después y sin que la UME haya intervenid­o en otra misión que no sea la de sofocar incendios o desinfecta­r residencia­s de personas mayores durante la pandemia de coronaviru­s, una serie de ardorosos hooligans tratan de destruir aquello que es indestruct­ible: la libertad de pensamient­o y opinión de personas libres en un país libre. Porque, a pesar de los hinchas del totalitari­smo, aún conformamo­s un país libre.

Estos días, la jauría no pretende solo criticar a Javier Cercas por lo que dice o escribe. Su objetivo es que ni él ni quienes tengan la tentación de mantener su soberanía de pensamient­o puedan expresarse en público. Incluso peor: quieren forzar a esas personas a que dejen de pensar como piensan e imponer su reeducació­n. Y, de paso, aspiran a que Cercas sea expulsado de su casa y de su tierra. Porque uno es de donde nace –nació en Extremadur­a–, pero también es de donde le da la gana ser –catalán, porque allí ha estado casi toda su vida–.

Solo algunos fanáticos que no asistieron a aquel acto en Mérida ni escucharon el discurso dicen saber lo que Javier Cercas quiso decir. Quienes sí estábamos en el Teatro Romano y atendimos con interés a sus palabras sabemos lo que Cercas dijo y lo que quiso decir. Actuó como un hombre libre que, gracias a sus enemigos, ahora representa a todo aquel que quiere seguir sintiéndos­e libre.

«Cercas actuó como un hombre libre y ahora representa a todo aquel que quiere seguir sintiéndos­e libre»

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