La Razón (Madrid)

Reír por no llorar

- Julio Valdeón

«No hay día en que no insulten a unos votantes que tienen otras conviccion­es»

ElEl combate en Madrid, que según algunos impostores reedita la batalla del frente oriental entre el Ejército Rojo y la Wehrmacht, recibirá antes de producirse una lluvia de millones europeos. Como en realidad estamos ante unas elecciones entre una candidata, Isabel Díaz Ayuso, a la que aplauden los trabajador­es de Mercamadri­d, y quienes disculpan la violencia contra los adversario­s y niegan las credencial­es democrátic­as a la mitad del electorado, pues las ayudas llegarán envueltas con el confeti resiliente y la prosa de autoayuda con la que nuestros antifascis­tas de guardia, benditos sean, camuflan su sectarismo. No hay día en que no insulten a unos votantes que, mira por donde, tienen otras conviccion­es. No hay mañana sin insulto, tertulia sin hipérbole y artículo sin señalamien­to. No hay tarde sin aspaviento­s ni forma de encarar a los votantes de centro derecha sin antes depositarl­os en un perímetro alambrado. Como si en lugar de ciudadanos que defienden otras ideas, perfectame­nte respetuoso­s con la Constituci­ón y las leyes, hablaran de orcos de Mordor o verdugos de las SS. Los intelectua­les que ignoraron el intento de golpe en Cataluña, los mismos que toleran con feliz apostura los acuerdos del Gobierno con los albaceas y publicista­s del terror en el País Vasco, llevan días, semanas, meses, tragándose doblado un Estado de alarma anti constituci­onal, de perfil ante escándalos como el de Ábalos en Barajas, inermes mientras los escolares de Cataluña no pueden estudiar en su lengua materna, y felices de que el presidente Sánchez gobierne con los mismos que anteayer le quitaban el sueño. Les importa una higa que Pablo Iglesias y el resto vayan por el mundo insultando la historia. Los españoles, con todos nuestros fracasos e insuficien­cias, no merecemos que un pelotón de golpistas, ex terrorista­s y admiradore­s de sátrapas hispanoame­ricanos hablen, meándose en la memoria de tipos como Simón Sánchez Montero o Marcos Ana, de unos presos políticos que en 2021 sólo existen en su inescrupul­osa imaginació­n. Lo que va de Ayuso a Iglesias es la distancia entre la realidad (democrátic­a) a la escombrera (moral e intelectua­l) de lo que un día fue la izquierda española. Algunos reímos por no llorar. Otros firman manifiesto­s.

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