Fuera de guión
Lo más llamativo del último sondeo sobre las elecciones madrileñas es el inesperado crecimiento de Más Madrid. Es como si los fieles de la izquierda, cansados y desconcertados ante las dos opciones estandarizadas y personalistas que se le ofrecen de su ideología, prefirieran tomar una decisión salomónica y atajar por el camino del medio. Eso entraría en contradicción con todas las teorías que nos han ofrecido hasta la fecha los politólogos. Sobre el papel, al menos en principio, lo que se daba por sentado es que una campaña muy polarizada y agresiva beneficiaría a los argumentos simplistas, los eslóganes, la demagogia fácil, y tensaría a los votantes entre las opciones extremas. Y es cierto que Vox recibe una pequeña inyección de simpatía por el efecto de víctima vallecana, pero, en líneas generales, quien sigue subiendo es Ayuso y el voto de la izquierda, si hemos de atender a los sondeos, se reparte de una manera inesperada. En el caso de que acierten, la tendencia de apoyo a Errejón solo podría interpretarse como un rechazo de sus propios votantes a las dos figuras que han representado a su ideología en el gobierno, también un descontento con la tarea en coalición desde Moncloa, y una búsqueda de nuevas opciones sin salirse de ese espectro fuertemente ideologizado. En cualquier caso, las preferencias de los sondeos ofrecen la impresión de que lo más interesante va a estar fuera del guión hasta el último día.
Un ejemplo es Ciudadanos, a quien todo el mundo da por definitivamente muerto, pero resulta inevitable pensar en el Pedro Sánchez de 2016, de quien todo el mundo se reía y clasificaban como cadáver político. Si el giro del votante de izquierda hacia Más Madrid también se confirma, eso solo podía significar la asunción por parte de gran parte de sus electores de uno de los mensajes iniciales de las encuestas, que es que Ayuso va a ganar y que lo único importante es saber por cuánto. Ese entreguismo de sus oponentes puede fomentar las ideas imaginativas y las búsquedas de alternativas originales a la hora de ir a votar: una cierta relajación entre las filas de los aspirantes a ganadores. Al fin y al cabo, cuesta mantener la intensidad en un país que ya ha tenido suficiente de ella con la angustia de las sucesivas oleadas covid, la incógnita de las vacunas y los constantes cambios de confinamientos. Ni siquiera la tensión política no resuelta entre Moncloa y Comunidad sirven apenas ya para mantener en alto el interés de quienes deben ir a las urnas. Incluso un desborde de enfrentamiento personalista puede ser contraproducente y fatigar por saturación al público buscado.
En los más grandes clásicos de Hollywood, los mejores hallazgos de guión siempre se terminaron dando de una manera improvisada a última hora. Eso sucedió con la frase «nadie es perfecto» en «Con faldas y a lo loco». Y algo similar se dio en el discurso final de «Casablanca». En ambos casos, el relato iba avanzando y se iba filmando aun cuando los guionistas no tenían claro cómo rematar la historia. En el último momento, y después de darle muchas vueltas, un mecanógrafo llegó con las páginas de esas réplicas afortunadas. Puesto que estamos en una campaña en blanco y negro, la comparación me parece totalmente pertinente.
El relato de estas elecciones autonómicas se decidirá en el último rollo. Hasta ese momento los guionistas van a estar llevando sus páginas al plató por ver si hay suerte y dan con una escena afortunada. Mientras, vamos a ver muchas réplicas, unas mejores y otras peores. Pero, si nos atenemos al clásico esquema de planteamiento-nudo-desenlace hay que reconocer que apenas nos encontramos en la primera bobina de esta superproducción que enfrenta a los dos grandes actualmente de la interpretación política patria, los dos mejores roba-escenas del momento. Lo único que podemos hacer el resto es olfatear el aire cambiante para intentar adivinar hacia dónde va la intención de voto, siempre contando con la aparición de esos personajes de reparto como el amigo simpático del héroe, papel a la medida de Más Madrid. Eso sí, no olvidemos que a ese personaje se lo cargan siempre en los relatos antes de la última escena.
En los clásicos de Hollywood los mejores hallazgos siempre se terminaron dando a última hora