«EL PP SOLO AMA A ESPAÑA SI ELLOS ESTÁN EN EL GOBIERNO»
ComoComo el valor en la cartilla militar, el amor a España se supone en aquellos que aspiran a servirla. Y, la verdad, uno no se imagina a la derecha de este país, reconcomiéndose en el rencor durante los 22 años y pico que el PSOE ha gobernado gobernado España desde la recuperación de la democracia. Los que ya tenemos una edad recordamos perfectamente como nos comimos de un tirón los 13 años y 5 meses de Felipe González y, huelga decirlo, no padeció nuestro amor por España, aunque, todo hay que contarlo, cuando te veías obligado a pedir un crédito al banco para pagar el IRPF te entraba la tentación de buscar refugio en Portugal a esperar que escampara. Ni siquiera cuando supimos que le habíamos costeado los gastos de la amante a un vicepresidente dejamos de amar a España. Es más, nunca pondríamos en duda el amor por España de los socialistas cuando han estado en la oposición. Ni siquiera ante el pacto torticero con los separatistas catalanes y vascos, porque entendemos que son cosas de la baja política, trilera y tal, –donde el catalán hace el papel de primo, que no sabe que la bolita está en la uña y no en los cubiletes–, que no afecta a su amor por España. Es más. Incluso en el devenir histórico del PSOE se reconoce ese amor incondicional a España en cualquier circunstancia. Un amor que llevó a los socialistas a la revuelta de Octubre del 34, –llamarla revolución sería exagerar méritos–, para evitar que gobernara la malvada derecha, o que, en plena guerra civil, aconsejó a Indalecio Prieto la propuesta de entregar la ría y base de El Ferrol a los ingleses, un Gibraltar al norte de la península, para que Londres cambiara su postura en el comité de no intervención. Mire, señor presidente, hacer juicios de las intenciones de los demás es mala política. Hay que juzgar los hechos y, que sepamos, desde la sublevación de Riego, que dejó colgados a los españoles que peleaban por su Rey en las Américas, no hay grandes actos de desamor a España. Quizás, torpezas, egoísmos, ambiciones personales...