El Bernabéu del siglo XXI
DecíaDecía el desternillante Ramón Mendoza, tipo genial donde los hubiera, que «ser presidente del Real Madrid es más importante que ser ministro». Obviamente, no hablaba de oídas. Y, además, fue mandamás del club más importante de la historia en un momento en el que ostentar una cartera ministerial era algo excepcional, nada que ver con la vulgaridad de estos tiempos nuestros en los que tipos, tipas o tipes como Irena Montera, Ione Belarra, Pedro Duque, el ya ex vicepresidente Pablo Iglesias y otros, otras u otres han devaluado y vulgarizado el cargo hasta el infinito.
Ser presidente del Real Madrid es más relevante planetariamente hablando que ser ministro y yo apostillaría que ocupar la Presidencia del Gobierno de España, ¿quién conoce a Sánchez allende nuestras fronteras? Pero también más prestigioso a nivel global que ocupar la Secretaría General de la ONU. Al baranda del club de Chamartín le abren las puertas con más facilidad que al jefe de la ONU, António Guterres, gran tipo, mejor cabeza e indiscutible buena persona. Pero si se hace una encuesta y se pregunta quién y qué es Guterres, el 90% –y seguramente me quede corto– respondería sin dudarlo que no tiene pajolera idea. En cambio, si vamos a Rusia,
Sudáfrica, Marruecos y no digamos ya Argentina todo el mundo sabría identificar a Florentino Pérez. Un Florentino Pérez al que popularmente nadie conoce como presidente de ACS, pese a ser la mayor constructora y empresa de servicios del mundo, un imperio levantado en 40 años sobre la base de una empresa arruinada –Construcciones Padrós–, adquirida a precio de saldo y reflotada en tiempo récord. Hace 15 años tuve como protagonista de El Foro de El Mundo de Baleares que dirigía a Florentino Pérez. Lo presenté como «el Bernabéu del siglo XXI». No me equivoqué. En 35 años el de Almansa ganó seis copas de Europa. El reelegido Florentino Pérez lleva cinco en 18 años y todo hace presagiar que muy pronto empatará a su gran ejemplo vital y que más pronto que tarde le adelantará. El uno construyó su equipo ganador sobre la base de un argentino irrepetible, Alfredo Di Stéfano Laulhé, y el otro lo hizo de la mano de Cristiano Ronaldo en una primera etapa y de Mbappé en esta segunda que se apresta a levantar el telón. El primero levantó el Bernabéu y el segundo está erigiendo el SúperBernabéu. Más allá de todo eso, les une un común denominador: cambiaron a mucho mejor el mundo del fútbol. Bernabéu convirtió un negocio endogámico, ensimismado, proteccionista, en el deporte rey a nivel mundial. Forjó su sueño de la mano de L’Équipe, de su director, Jacques de Ryswick, y del nunca bien ponderado, Raimundo Saporta, un trotamundos sefardí que pese a haber nacido en Constantinopla vivió su infancia en París. Aquel sueño se hizo realidad pronto y constituyó un éxito. El Madrid ganó la primera edición en 1956. Luego vendrían otras cinco en una década. Florentino atesora ya cinco y es el cerebro en la sombra de una Superliga Europea que tiene toda la razón de ser para romper el mafiosesco monopolio que ha montado una UEFA que maneja el circo a su antojo y reparte el parné como le sale del arco del triunfo pese a que quienes ponen el espectáculo, las estrellas y se juegan su dinero son los clubes. Unos clubes que están hartos de ingresar como máximo 117 millones, eso en el caso de que seas campeón de la Champions, y de tener que ir a jugar a campos de mala muerte frente a rompepiernas con más mala leche que talento. Una idea que al menos en una segunda fase debería pasar por convertir la Superliga Europea en una suerte de NBA que impida que Madrid, Barça, PSG, City, Bayern o Juve tengan que disputar competiciones nacionales de nivel deprimente y devaluadoras de jugadores de primer nivel. Y así como Bernabéu fue el ideólogo de la Copa de Europa, Florentino es el alma mater de esta Superliga que multiplicará los ingresos de los participantes, 350 kilos a cada uno de los seis primeros y 450 al campeón. El Madrid revolucionó el fútbol mundial dentro y fuera de los despachos en el siglo XX y lo hace en el siglo XXI. Se repite la historia porque Florentino jamás la olvidó.
Florentino es el alma mater de esta Superliga que multiplicará los ingresos de los participantes»