Auténtica pero impulsiva, lo juega todo a la ideología
Su estrategia es clara: cada uno de sus mensajes marca el ritmo de la campaña. Con todo, ese protagonismo puede costar errores
Han bastado dos años, y una pandemia entre ellos, para que el perfil de Isabel Díaz Ayuso haya experimentado una transformación que pocos presagiaban en 2019: de aquella candidata tímida e inexperta que logró in extremis la presidencia, a convertirse en una de las líderes más férreas del PP y el principal azote del «sanchismo». Las encuestas son unánimes: la actual presidenta continúa ampliando su ventaja respecto al PSOE. Ahora bien, ¿dónde están sus fortalezas y en qué aspectos tiene margen de mejora?
Pedro Marfil, profesor de la Universidad Camilo José Cela (UCJG), politólogo y miembro de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), señala un primer punto fuerte: el lenguaje. «Es capaz de utilizar un lenguaje muy cercano y comprensible para los ciudadanos. Alejado de tecnicismos consigue conectar con la gente», explica.
Otro de sus atributos ha sido el liderazgo. «Durante la pandemia ha mostrado un modelo alternativo al frente de Madrid. Y ahora tratará de contraponerlo como alternativa al modelo del Gobierno central, más restrictivo», apunta Marfil. Todo eso sin olvidar la «comunicación», piedra angular de toda campaña. «Tanto ella como su equipo son conscientes de los resortes que hay que pulsar para que sea efectiva».
Eduardo G. Vega, profesor en la Facultad de Comunicación de la UCJC y consultor en el Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político (Cigmap), ve en su «autenticidad» una baza. «Es auténtica, no se la percibe como un producto de marketing político. Eso genera odios y pasiones, algo que, en el momento actual, con una sociedad polarizada, le viene muy bien». Por ello, es «una candidata que todo el mundo conoce y la identifica política y personalmente por su trayectoria como presidenta, y especialmente por la gestión de la pandemia. Todos saben por qué la van a votar o por qué no, y eso es clave».
El experto cree además que es una «política con carácter. No tiene miedo a expresar sus ideas, a discutirlas con quien sea y a enfrentarse con quien haga falta defendiendo lo que cree, sin comañade, plejos. Y lo hace argumentando siempre en favor de los intereses de los madrileños». De hecho, la falta de carácter ha sido «bastante criticada en los últimos tiempos por parte del electorado del PP», como es la «derechita cobarde» argumentada por Vox.
Con todo, hay un punto que Vega considera vital: la estrategia, «su gran éxito». «Toda la campaña está girando sobre lo que ella propone: su figura personal, su gestión, su lema, sus mensajes y su narrativa sobre la libertad, especialmente clave con las medidas sanitarias restrictivas. Domina el marco de debate en los medios», asegura. Además, gracias a eso, «ha alejado posibles debilidades, como los casos de corrupción del partido y los de Madrid».
Ana Sofía Cardenal, profesora de Ciencia Política en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), cree que Ayuso ha «capitalizado una oposición a la coalición de izquierdas de Sánchez». Además, «saca pecho de su gestión sin pestañear. No duda. Tiene una sobreconfianza al respecto y lo hace de forma inquebrantable». Todo ello, con un «estilo desinhibido», lo que «conecta con una derecha dura, más cercana a Vox».
Por otro lado, la experta considera que le están favoreciendo «sus políticas a la contra en la gestión de la pandemia», algo que «le ha hecho popular entre ciertos sectores, como la hostelería, pero que podría volverse en su contra» si los datos de la evolución del virus le son desfavorables.
Hay otro factor, según Cardenal puede jugar a su favor, pero también perjudicarle: un discurso «hiperideologizado». «Esto tiene una ventaja: le permite no hablar de los detalles de su gestión. Pero hay un sector del electorado más exigente y más comprometido con las políticas públicas que quiere explicaciones sobre lo que ha hecho. Y esto, en ciertos sectores, es impopular». Por eso, resulta «menos creíble como gestora» que el resto de candidatos».
Vega cree que esa «autenticidad» de Ayuso, «al haber pasado a la primera fila nacional, la de los grandes focos mediáticos», le ha hecho «cometer errores». «La autenticidad es una característica que también puede restar. Y Díaz Ayuso tiene recorrido para mejorar y que juegue mucho más a su favor, reduciendo equivocaciones».
También considera mejorable su «media training», sus comparecencias ante los medios. «Para ser efectivo hay que lanzar pocos mensajes y de forma reiterativa, jugando el partido propuesto por cada periodista, pero luchando por la iniciativa y condicionando preguntas con las respuestas. Ayuso puede aprovechar mejor la oportunidad en las entrevistas para colocar sus mensajes». Algo, afirma, también aplicable a sus discursos.
Un tercer escollo, según Vega, es Cs. La candidatura de Edmundo Bal «vive un momento muy delicado. Pero si saca el 5% y condiciona el gobierno, puede perjudicar a Ayuso y dejarla en una situación muy delicada». En resumen, la formación naranja es «una amenaza» para ella. De ahí «el arduo trabajo para atraer a sus miembros», como Toni Cantó.
Por último, Marfil señala tres grandes defectos: la impulsividad– «en ocasiones, pierde los estribos, lo que le lleva a realizar comentarios contraproducentes»–; el «desconocimiento de determinados temas fundamentales en campaña»; y la «demagogia». Algo no exclusivo de la candidata: pero en lo que, según Marfil, también incurre: «Simplifica en extremo la realidad y la confronta en exceso con sus oponentes».