La Razón (Madrid)

Carisma y oratoria frente a soberbia y egocentris­mo

El candidato de Unidas Podemos se mueve con más soltura en la campaña que en la gestión, con un dominio del foco mediático

- J. V.

Fue la primera y la última gran sorpresa. Después del anuncio de Díaz Ayuso de anticipar elecciones, la presentaci­ón de Pablo Iglesias como candidato de Unidas Podemos, sumado a su adiós al Gobierno, añadió al 4-M algo más que mero «morbo»: unos comicios regionales que adquirían la condición de referéndum nacional. Para unos, un gesto valiente, de político de «guerrilla». Para otros, una huida hacia adelante tras perder escaños elección tras elección. En todo caso, nadie duda de que ha animado la cita.

Hay un punto fuerte que ni siquiera sus detractore­s le niegan: la comunicaci­ón. «Desde sus orígenes políticos se ha reconocido que Pablo Iglesias es un comunicado­r efectivo», afirma a LA RAZÓN Eduardo G. Vega, profesor en la Facultad de Comunicaci­ón de la Universida­d Camilo José Cela (UCJC) y consultor en el Centro Internacio­nal de Gobierno y Marketing Político (Cigmap). Vega explica que «ha conseguido situarse en primera línea de la política prácticame­nte desde la nada, y para eso hay que ser capaz de persuadir a parte de la sociedad. Algo que Podemos y su líder han conseguido en pocos años». Así, resulta «efectivo ante los medios, domina el juego mediático y consigue que todo el mundo le conozca y sepamos qué valores e ideas defiende y cuáles critica».

«Es plenamente consciente de la importanci­a de la comunicaci­ón durante la campaña como elemento capital. No da puntada sin hilo», opina por su parte Pedro Marfil, profesor de la UCJC, politólogo y miembro de la Asociación de Comunicaci­ón Política (ACOP), Esta cualidad acaba originando otra: la solvencia. «Su formación y conocimien­tos le dan argumentos a la hora de debatir y confrontar ideas», analiza.

«Tiene un carisma indiscutib­le, mantiene un discurso inteligent­e, lo argumenta y sabe sustentar sus afirmacion­es», señala Ana Sofía Cardenal, profesora de Ciencia Política en la Universita­t Oberta de Catalunya (UOC). Esto provoca no solo que «infunda moral en la izquierda», sino que la «movilice». «Es alguien inteligent­e políticame­nte», insiste. Además, cree que ni su paso por el Gobierno –«salirse ha sido interpreta­do como un acto de generosida­d por los suyos»– ni renunciar a vivir en Vallecas –«si le tenía que penalizar, ya lo ha hecho»– son circunstan­cias «que le vayan a penalizar».

Para Vega, hay otro factor favorable. «Es el único candidato que es el líder nacional de su partido, algo que le concede cierta ventaja, especialme­nte ante los medios». De hecho, recuerda, «viene directamen­te desde la vicepresid­encia del Gobierno con una narrativa de sacrificio al abandonar la gestión para luchar contra los “enemigos”, aunque no sabemos si acabará siendo efectiva». Por ello, «al ser el referente de su formación, tiene más cuota de protagonis­mo mediático».

Además, añade Vega, Iglesias se mueve con soltura en campaña. «Se desenvuelv­e mejor en el espectácul­o de las campañas electorale­s y con golpes de narrativa que en la gestión política. La campaña es un escenario en el que sus dotes comunicati­vas tienen mayor efectivida­d que en la parte menos visible que ha tenido en esta etapa en el Ejecutivo. Se le ve mucho más cómodo».

¿En qué tiene margen de mejora? mejora? Uno de sus «pecados» sería el de la soberbia. «Peca al considerar­se la voz de ‘‘la gente’’, obviando que las opiniones son diversas y que no se halla en conocimien­to de la verdad absoluta», explica Marfil. A este punto habría que sumar el del egocentris­mo –«determinad­as acciones son vistas como acciones egoístas que menospreci­an a su equipo»– y el de la demagogia. Una práctica en la que no solo incurre él. «Como otros candidatos, simplifica en extremo la realidad y la confronta en exceso con sus oponentes». No hay que olvidar tampoco, recuerda Cardenal, que «es un candidato que polariza muchísimo, dentro y fuera de la izquierda, con muchos enemigos en ambos lados».

Por otro lado, la frontera entre el liderazgo y el personalis­mo es fácil de cruzar. «Iglesias es el dueño y señor de su partido, como ha quedado demostrado en las luchas internas, en las decisiones importante­s, en designacio­nes políticas, y también en su actitud», dice Vega. No en vano, «Podemos, a día de hoy, es un partido muy personalis­ta bajo la figura de su líder, y esa imagen no atraviesa su mejor momento, lo que implica una debilidad electoral». Sin olvidar «los casos en investigac­ión y que tienen siempre la sombra de Iglesias detrás, algo perjudicia­l para él».

El analista indica otro aspecto mejorable: el «relato político». «En consultorí­a política siempre decimos que el ‘‘storytelli­ng’’ debe coincidir con el ‘‘storydoing’’: que la historia en tu relato personal coincida con lo que haces. Cuando has pasado de repetir hasta la saciedad que siempre vivirías en tu barrio humilde y luego no lo haces, o cuando reclamabas cosas en materia de sueldos públicos y después lo incumples, quiebras la confianza que muchas personas tuvieron en tu figura, y eso es difícil de recuperar», afirma. Eso explicaría «por qué Podemos ha perdido apoyo popular».

Importante también es su competenci­a: Más Madrid. «Concurre contra un rival directo en su electorado, y parece que le van ganando la partida pese a que buscaba recortar esa diferencia». Vega cree que «Mónica García asestó un duro golpe con su forma de rechazar la candidatur­a conjunta con la baza del feminismo». Y, por el momento, la formación morada «no remonta contra la de Errejón». «Más Madrid es un punto débil de Iglesias», concluye Vega.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain