«NO VISITÉ LAS RESIDENCIAS DE ANCIANOS PORQUE ERA UNA BARBARIDAD»
NoNo tuvo Pablo Iglesias un día apacible. De esos saludables en los que los astros están alineados. Buscaba un segundo aire como el púgil que se agarra a la cuenta de protección. «¿Cuántas residencias de ancianos visitó durante la pandemia?». La pregunta de Díaz Ayuso en pleno debate fue un directo que entró limpio como una mañana de primavera, como diría el gran Jaime Ugarte. Era una cuestión retórica. La respuesta no es un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma. Cero zapatero. El entonces vicepresidente de Asuntos Sociales no tuvo a bien conocer de primera mano la tragedia de los centros donde nuestros mayores morían a centenares en esos meses bajo su mando único. Su afasia transitoria fue remitiendo con el paso de las horas y al fin despachó su versión de los hechos: «No visité las residencias porque hubiera sido una irresponsabilidad, una barbaridad. Otros son capaces de poner en riesgo la seguridad de los ancianos por hacerse una foto y salir en algún medio de comunicación. Nosotros lo que hicimos fue aumentar las competencias de las regiones, dotarles de una cantidad ingente de recursos, hicimos trabajadores esenciales a los empleados de residencias y coordinamos con el Ministerio de Defensa y la Unidad Militar de Emergencias la tramitación más de 4.000 solicitudes para desinfección». Iglesias ha intentado quitarse como sea los miles de vidas rotas que tiene en su debe. Es misión imposible pedirle un gramo de responsablidad, honestidad y verdad. En aquellos meses fallecieron casi 30.000 personas en las residencias e Iglesias ha replicado con un relato en el que no hay una verdad. Hasta el punto de ser desmentido por el Ministerio de Defensa, que no supo nada del vicepresidente en la titánica labor de los militares por salvar vidas durante los peores días del contagio. Si Pedro Sánchez libró de una muerte segura a 450.000 personas, como solemnemente anunció en junio, ¿cuántas no respirarán hoy gracias a Iglesias? No tienen perdón de Dios.