La Razón (Madrid)

Mantener la crispación como estrategia

- Lorente Ferrer

«Gracias a la estrategia de tensión de Vox y Podemos superan el 8% de los votos»

«El cuerpo a cuerpo entre Monasterio e Iglesias da oxígeno a sus partidos»

«Sigue el trasvase de Cs al PP. Esta semana es el mayor volumen: 408.000 electores»

«Con una baja participac­ión las derechas dominan de modo contundent­e»

ApocoApoco más de una semana de las elecciones del 4-M observamos tres comportami­entos muy definidos, por un lado la campaña «tranquila» de Isabel Díaz Ayudo y Edmundo Bal. Por otro la ferocidad que muestran Podemos y Vox, y por último la falta de iniciativa de PSOE y Más Madrid que esperaban merendarse a los morados, y ahora ven con preocupaci­ón la última carta jugada por Unidas Podemos.

Desde que comenzó la campaña electoral, los datos daban por extraparla­mentario a Ciudadanos, pero no alejaban demasiado del 5% a Vox y a Unidas Podemos. El voto útil hacia el Partido Popular estaba debilitand­o a los de Abascal, así como el crecimient­o de Más Madrid a costa del PSOE y sobre todo de UP, comprometí­a la existencia de los de Iglesias por encima del 5%. El cuerpo a cuerpo entre Rocío Monasterio y Pablo Iglesias da oxígeno a dos partidos que todas las encuestas los situaban cuartos o quintos, cercanos a la línea roja del 5% y muy alejados de los tres primeros; PP, PSOE y Más Madrid.

Gracias a la estrategia de la tensión elegida por Vox y Unidas Podemos superan cada uno en estos momentos el 8% de los votos, lo que les permite subsistir en la Asamblea de Madrid con 12 y 11 escaños, respectiva­mente. Pero para ello no deberán levantar el pie del acelerador de la crispación hasta el mismo 4-M.

Continúa el trasvase de votantes de Ciudadanos al PP. Esta semana se alcanza el mayor volumen; 408.000 electores naranjas ya han dado el paso y votarán a Ayuso. Este ejército de votantes supone el 64,8% del los que en 2019 votaron a Aguado y ahora no votarán a Bal.

Vox apuesta por la estrategia de visibilida­d que le da la confrontac­ión con la extrema izquierda y que justifica el voto hacia la formación de Monasterio, diferenciá­ndose del PP. Al mismo tiempo los de Abascal preparan la negociació­n con el PP para después del 4-M , por lo que tiene la pretensión de al menos repetir con 12 escaños para no mostrarse débil ante un PP que está unificando a la carrera la mayor parte del voto de las derechas. De momento Vox ha conseguido contener la fuga de votantes hacia los populares, pero aun así representa­n el 30,2% del voto de Vox de 2019.

En las izquierdas también existe intercambi­o intercambi­o de voto, especialme­nte entre Más Madrid y Unidas Podemos. La principal fuga de votantes de Más Madrid lo constituye el 13,7% de sus electores que marchan al partido morado. Mientras que el principal trasvase de los podemitas es el 14,9% que elige ahora a Más Madrid. Mientras que el PSOE no es destino importante de votantes de Más Madrid o de Unidas Podemos. Pero sí es exportador de votos al PP; el 10,5% del electorado socialista opta ahora por los de la calle Génova, mientras que tan solo el 6,9% tiene proyectado votar a las formacione­s a la izquierda del PSOE. En concreto, un 4,4% a Más Madrid y un 2,5% a Unidas Podemos.

El PP no tiene rival entre los votantes de 30 y más años. Es el partido más elegido con diferencia, mientras que en el segmento de 18 a 29 años sufre la competenci­a de Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos, que relegan la candidatur­a popular a la cuarta posición. Se da la circunstan­cia de que este segmento, el de 18 a 29 años de edad, es el que menor participac­ión tendrá en las elecciones del 4-M, estimándos­e entre estos votantes una abstención del 48,9% sobre el total del censo, tanto entre residentes en la comunidad autónoma como en el extranjero. Cuando la media de todos los segmentos de edad es del 35,2%.

La participac­ión que se prevé es similar a la de las elecciones de mayo de 2015 y 2019, entre el 68% y 69% de los 4.783.528 madrileños censados residentes en la comunidad. O entre el 64% y 65% del total del censo si añadimos los 329.130 madrileños residentes en el extranjero.

En estas dos ocasiones anteriores las derechas se impusieron a las izquierdas. Pero en una situación con menor participac­ión las derechas dominan de modo más contundent­e. El ejemplo lo tenemos en las elecciones de 2011, con la menor de las participac­iones del siglo, con un 65,9%. La desmoviliz­ación de la izquierda llevó a las derechas a alcanzar un récord electoral; el 58,0% de los votos, frente a tan solo el 35,9% de las izquierdas. Las izquierdas solo pueden derrotar a las derechas con participac­iones cercanas o superiores al 70%, como sucedió en mayo de 2003.

El PSOE es el principal causante de mantener unos niveles de participac­ión que favorecen la victoria de las derechas en las urnas, pues hasta el 11,1% de sus votantes se abstendría­n ahora, frente a tan solo el 6,7% de Más Madrid o el 6,6% de Unidas Podemos.

Otro elemento que contribuye a crear inestabili­dad es el porcentaje tan elevado de votantes de Ciudadanos que a una semana de las elecciones afirman que se abstendrán, el 14,8%. Mientras que son las otras dos formacione­s de las derechas, PP y Vox, las que menor porcentaje de abstención presentan; únicamente el 2,4% y el 5,5%, respectiva­mente, afirman que no votarán el día 4 de mayo.

Una de las claves de estos comicios va a estar en el sur de la región. Son solo seis de los 179 municipios de la Comunidad de Madrid y solo seis de los 21 distritos de la capital. Doce territorio­s del mapa de la región en los que viven casi uno de cada cuatro madrileños. Su censo suma ya más de un millón y medio de personas.

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