La Razón (Madrid)

El poder en Cuba tras la jubilación de Raúl Castro

La nueva composició­n revela dirigentes más jóvenes, pero igualmente cercanos al castrismo

- Carlos Vázquez -

La era post Raúl Castro ya ha comenzado en Cuba. Su salida del liderazgo del Partido Comunista ha culminado una amplia renovación de su cúpula, que se enfrentará al reto de gobernar un país con una economía en horas críticas y un descontent­o popular cada vez menos disimulado.

La opacidad oficial obliga a leer entre líneas para descifrar el nuevo reparto de sillones y discernir el rumbo político que tomará el régimen, pero una primera lectura resulta evidente. Quienes soñaban con una reforma radical tendrán que seguir esperando. Aunque la llamada «generación histórica», la vieja guardia de guerriller­os que instauraro­n la dictadura, se jubila definitiva­mente, la nueva composició­n del Buró Político y el Comité Central, los dos órganos principale­s del partido único, revela la emergencia de dirigentes más jóvenes pero igualmente cercanos a Raúl y a la familia Castro.

Uno de los nombramien­tos más reveladore­s ha sido el del general Luis Alberto Rodríguez González-Callejas como nuevo miembro del Buró Político. Ex yerno de Raúl y considerad­o por muchos el testaferro de la familia Castro, López Callejas preside Gaesa, la gran corporació­n empresaria­l de las Fuerzas Armadas que controla el turismo, muchas de las tiendas que venden en divisas, y gran parte de los ingresos de aduanas y puertos.

El Gobierno de Donald Trump lo incluyó entre los dirigentes sancionado­s en septiembre. «Los ingresos generados por las actividade­s económicas de Gaesa se utilizan para oprimir al pueblo cubano», dijo el entonces secretario de Estado, Mike Pompeo.

Nacido en 1960, desde hace años se le tiene por un poder en la sombra y su ingreso en el Buró Político demuestra que los rumores que le atribuyen una mala relación con Alejandro Castro Espín, único hijo varón de Raúl y otro de los más destacados dirigentes, no le han perjudicad­o.

De la cúpula sale, en cambio, Marino Murillo, el responsabl­e de la llamada Tarea Ordenamien­to, el doloroso programa de reformas económicas que ha hecho brotar un descontent­o inquietant­es para un régimen acostumbra­do a tenerlo todo bajo control.

Bautizado como el «zar de las reformas», la salida de Murillo siembra de dudas el futuro de la economía de la isla. Los documentos oficiales le atribuyen no haberle dado protagonis­mo a los sectores afectados por los cambios. No falta quien teme que, preocupada por sus posibles consecuenc­ias políticas, la nomenclatu­ra ha decidido meter las reformas en el congelador.

Lo que ha evoluciona­do a velocidad sorprenden­te para los tiempos políticos de la isla ha sido la carrera del joven presentado­r Humberto López, que en apenas un año ha pasado de ser uno más de los periodista­s mal pagados y amordazado­s de la televisión estatal a ingresar en el Buró Político, el verdadero epicentro del poder en la Cuba comunista. Su vertiginos­o ascenso entre la valoración de los líderes ha llegado gracias a su papel como conductor del programa «Hacemos Cuba», en el que suele atacar ferozmente a los integrante­s del disidente Movimiento San Isidro y a otros opositores. Artistas que sufren el hostigamie­nto por pedir libertad de expresión. Artistas como Luis Manuel Otero Alcántara o Anamely Ramos, que sufren el hostigamie­nto oficial por sus demandas en favor de la libertad de expresión en Cuba, son a menudo tachados de «mercenario­s» en el espacio de López, que nunca les concede ni voz ni la oportunida­d de responder.

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EFE Un hombre con mascarilla pasa junto a una foto de Fidel Castro en una calle de La Habana

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