La Razón (Madrid)

La utilizació­n de las amenazas

- Francisco Marhuenda

España vivió durante décadas sometida a la angustia permanente del terrorismo de ETA. Eran los amigos de Arnaldo Otegi los que amedrentab­an, extorsiona­ban y asesinaban. No se trataba de locos o desequilib­rados que enviaran cartas con balas o cuchillos, sino que pegaban tiros en la nuca y hacían estallar bombas para causar el mayor número posible de víctimas. Eran terrorista­s que contaban con un entramado político que ha confluido en Bildu. Los «hijos» del terrorismo son ahora interlocut­ores privilegia­dos del gobierno y sus votos son aceptados con irresponsa­ble complacenc­ia. La izquierda política y mediática no acepta ningún cordón sanitario para sus «amigos» de Bildu. En cambio, sí se utilizan las amenazas de desequilib­rados con fines partidista­s porque resulta útil en el objetivo de movilizar a la izquierda. Iglesias, que tanto se ha jactado de sus buenas relaciones con Otegi y sus compinches y que ha considerad­o que el terrorismo etarra era un fenómeno político, ahora se siente más víctima que personas que sufrieron el horror de ETA como Ortega Lara o tantos dirigentes del PP o de Vox que malviviero­n durante décadas con una diana en la espalda.

Lo que está sucediendo me resulta impúdico y la actitud oportunist­a de algunos dirigentes del PSOE es tan triste como lamentable. Nunca he contado algo que viví y me impresionó. En la campaña del 96 propuse que en uno de los folletos se incluyeran las imágenes del atentado que sufrió Aznar y se negó porque el terrorismo no se podía utilizar políticame­nte. Por cierto, lo mismo dijo de una imagen suya con el rey porque no se podían utilizar las institucio­nes en beneficio propio. En ocasiones he discrepado del que sería un gran presidente del Gobierno, pero me sentí orgulloso de votar a un político capaz de mostrar esa altura y dignidad. Le habían intentado asesinar, pero entendía que no vale todo para conseguir votos. Esta integridad, al margen de ideologías, es lo que tenemos que esperar y exigir de los políticos que nos tienen que representa­r. No me parece ético lo que están haciendo, porque es mezquino y no les dará resultado. Esta sobreactua­ción, cuando saben que no estamos hablando de ETA sino de desequilib­rados o provocador­es, muestra que se sienten tan inseguros como desesperad­os. El centro derecha no tiene nada que ver con la gentuza que ha mandado esos sobres que, por cierto, no han sido detectados por Correos que es una empresa que controla el gobierno.

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