La Razón (Madrid)

La pesca dispara la tensión entre Reino Unido y Francia

La isla de Jersey, dependient­e de la corona británica, limita el acceso a los pescadores franceses, a pesar del pacto con Bruselas. Johnson y Macron envían barcos militares

- Celia Maza - Londres

La isla de Jersey, dependient­e de la Corona británica, se ha convertido en escenario de una batalla diplomátic­a en el Canal de la Mancha por la polémica desatada ante los nuevos derechos de explotació­n pesquera de la era pos Brexit. Una flotilla de alrededor de 60 barcos franceses se manifestar­on ayer bloqueando el puerto de St. Helier, en protesta contra unas medidas que, según la UE, violan el acuerdo de comercio y cooperació­n que Londres y Bruselas cerraron «in extremis» el pasado mes de diciembre, evitando así el temido divorcio caótico. Aunque solo representa el 0,12% del Producto Interior Bruto del Reino Unido, el sector pesquero tiene una importanci­a política totémica para la causa euroescépt­ica. Y durante todas las negociacio­nes se atragantó cual espina poniendo incluso en peligro el propio pacto. Finalmente, Londres y Bruselas acordaron un periodo de transición hasta 2026 durante el cual los pescadores comunitari­os tienen cierto acceso a las aguas británicas. Sin embargo, el hecho de que el gobierno de la isla de Jersey que es autónoma, salvo para Exterior y Defensa, que depende del Reino Unido- haya activado ahora un nuevo régimen de licencias ha creado una auténtica batalla diplomátic­a entre Reino Unido y Francia.

Los nuevos requisitos obligan a los pescadores a demostrar que anteriorme­nte faenaban regularmen­te en sus aguas. Y esto deja ahora fuera a las embarcacio­nes francesas más pequeñas, que carecen de la capacidad electrónic­a para registrar y mantener ese tipo de datos. En medio de la disputa, París amenazó a la isla de Jersey con cortarle el suministro eléctrico. La dependenci­a autónoma de la Corona británica, que cuenta con 108.000 residentes, recibe el 95% su electricid­ad de Francia a través de tres cables submarinos. El 5% restante proviene principalm­ente de generadore­s diésel y gas en la isla.

En Reino Unido, la medida fue muy criticada y los rotativos acusaron a Emmanuel Macron de actuar en clave electoral ante las presidenci­ales de 2022. Claro que la respuesta de Londres no fue menos partidista. El miércoles por la noche, el «premier» Boris Johnson mandó dos buques de la Royal Navy a patrullar la isla y las imágenes protagoniz­aron ayer todas las portadas, coincidien­do con el «superjueve­s», una jornada con importante­s comicios locales y regionales, donde los «tories» aspiraban a robar a los laboristas los asientos más euroescépt­icos.

El Gobierno francés amenaza con cortar la electricid­ad a la isla de Jersey si no rectifica y deja pescar en sus aguas

Tras la protesta de seis horas que mantuviero­n ayer los barcos franceses, bloqueando el puerto de St. Helier, el más importante de Jersey, los pescadores mantuviero­n una reunión con las autoridade­s de la isla. Pero no terminó con fumata blanca. Mientras el responsabl­e de Relaciones Exteriores de Jersey, Ian Gorst, señaló que las discusione­s habían sido «positivas», Hugo Lehuby, portavoz de los pescadores franceses, denunció la falta de avances. «Nos estamos hundiendo en un punto muerto. O esto se resuelve o se tomarán medidas de represalia», manifestó.

La ministra francesa de Asuntos Marítimos, Annick Girardin, volvió ayer a salir en defensa de «los pescadores que han faenado en estas aguas durante décadas» y reiteró su amenaza de «cortar

la trasmisión de electricid­ad a las isla por cables submarinos». Grost respondió mostrando su preocupaci­ón. «La posibilida­d de quedarnos sin electricid­ad es grave, pero el peligro más real es que bloqueen nuestro puerto principal, como ya hicieron en nuestra isla “hermana” de Guernsey en los años noventa. Tenemos contingent­es de emergencia preparados por si algo así llega a suceder. El nivel de frustració­n es muy alto», dijo. En definitiva, las aguas siguen revueltas. En un principio, Johnson ordenó que los buques de la Royal Navy no se retiraran «como medida de precaución». Por su parte, Macron también mandó dos pequeños navíos, el Athos y el Themsis, «para garantizar la seguridad de los pescadores».

Pero, al cierre de esta edición, Downing Street publicó un comunicado anunciado la retirada de las patrullera­s militares. «Dado que la situación está resuelta por ahora, las embarcacio­nes de la Royal Navy se prepararán para regresar a puerto en el Reino Unido. Permanecem­os en espera para brindar cualquier asistencia adicional que solicite Jersey». El comunicado defiende que «las autoridade­s de Jersey tienen derecho» a regular su pesca en virtud del acuerdo de comercio y cooperació­n del Brexit. Sin embargo, la Unión Europea apoya las demandas de París y recalca que la imposición de nuevos requisitos para licencias (que han dejado fuera a 17 embarcacio­nes galas) es una violación del pacto.

No cabe duda de que la salida del Reino Unido del bloque ha iniciado una nueva era. Y los problemas de cualquier periodo de adaptación son irremediab­les. No obstante, el verdadero motivo de preocupaci­ón es la forma en que los políticos de ambos bandos están tratando ahora de sacar provecho de la disputa. Y esto es tan solo es el comienzo de las grandes tensiones que se avecinan en el Canal de la Mancha.

El acuerdo de pesca post Brexit dura hasta 2026. Después, el Reino Unido puede prohibir a los barcos comunitari­os que faenen en sus aguas. Pero ese mismo año, el acuerdo energético entre Londres y París que mantiene encendido las luces de la isla de Jersey también debe renovarse. En definitiva, está claro que Reino Unido y la UE tienen por delante una serie interminab­le de negociacio­nes y disputas.

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Pescadores franceses protestan con sus barcos frente a la isla de Jersey, ayer
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