La Razón (Madrid)

UN HOTEL CON LA CIUDAD A SUS PIES

- J. V. Echagüe

NoNo ha cumplido aún dos años de vida, pero la pasarela de cristal del Hotel Riu Plaza de España se ha convertido en uno de los grandes atractivos de la capital. Tras su inauguraci­ón, en el último trimestre de 2019, no era raro ver largas colas a las puertas del hotel, rodeando la manzana. Madrileños y no madrileños se agolpaban en su entrada para ascender hasta la planta 27 y poder así contemplar la ciudad, a unos cien metros de distancia del suelo. Una urbe en 360 grados: además de una vista privilegia­da de los alrededore­s –plaza de España, Gran Vía, el barrio de Malasaña...–, también nos hace más cercana la zona norte de la ciudad, desde la Torre de Colón, pasando por los rascacielo­s de Azca, y hasta las Cuatro torres de la Castellana.

La coyuntura del último año y medio nos ha impedido disfrutar de este espacio tanto como nos gustaría. No solo porque las aglomeraci­ones hayan sido –y aún lo son– algo contraindi­cado desde un punto de vista sanitario; también porque la ciudad que se podía contemplar desde la pasarela no es la que conocemos. Una ciudad con distanciam­ientos sociales, con toques de queda y con zonas básicas de salud es, a la fuerza, una ciudad con menos vida. Y Madrid, con el paso de los años, se ha ganado esa descripció­n tan neoyorquin­a, tan propia de las metrópolis: nunca duerme. La actividad se prolonga 24 horas al día, siete días a la semana.

El horizonte se va despejando. Poco a poco, pero cada vez con menos nubarrones. Queda menos para que desde el Riu, desde la azotea del Círculo de Bellas Artes, desde Las Vistillas o desde el Teleférico de la Casa de Campo se pueda volver a sentir una ciudad en ebullición. Aunque quizá no vuelva a ser del todo la misma. Algo que no sería necesariam­ente malo. Quizá, para entonces, nos hayamos acostumbra­do a los paseos a pie, a evitar traslados en coche innecesari­os y, en resumen, a disfrutar de un ocio más saludable, para nosotros y para los demás. Lo que no cabe duda es de que, cuando llegue el momento, valoraremo­s más que nunca lo que significa vivir en una ciudad de amplias calles y avenidas. Tan grandes que incluso los que hemos nacido aquí desconocem­os aún muchos de sus recovecos y secretos.

La pasarela de cristal del Riu Plaza de España, a cien metros de altura, nos hace mirar al último año y medio que ha vivido nuestra ciudad

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GONZALO PÉREZ Turistas toman fotos desde la pasarela de cristal del Hotel Riu Plaza de España

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