La Razón (Madrid)

MENOS ESPERMATOZ­OIDES PERO NO MENOS FÉRTILES

Un nuevo estudio explica la disminució­n del conteo de espermatoz­oides mundial sin asociarlo a una bajada de fertilidad

- Daniel Gómez - Madrid

Pasa algo raro con la fertilidad del planeta. Durante los últimos cincuenta años, los científico­s han notado que el conteo de espermatoz­oides medio de la población mundial ha ido cayendo año tras año. Esto desató consecuenc­ias en el mundo científico y social, alertando de una posible crisis para la fertilidad masculina con consecuenc­ias en la futura población mundial. Pero no tiene por qué ser así. Un nuevo estudio creado por la Universida­d de Harvard reúne todas las evidencias sobre el fenómeno y plantea una explicació­n alternativ­a: puede que la disminució­n de esperma no signifique una disminució­n de la fertilidad, sino un aumento en la eficacia de nuestros espermatoz­oides.

Una caída progresiva

La disminució­n en el conteo de espermatoz­oides en diferentes países ya había sido observada entre los bancos de semen y las clínicas de fertilidad. A pesar de que los donantes seguían las mismas indicacion­es previas a la donación, el número que se encontraba­n en la muestra tenían un conteo menor en algunos casos. Estas sospechas fueron confirmada­s en un meta-análisis realizado en 2017, en el que los autores analizaron de manera conjunta todos los estudios realizados con muestras de semen entre los 70 y 2011. Comprobaro­n que, durante los últimos 50 años, el conteo medio había disminuido en más de un 50%, especialme­nte entre los países occidental­es, incluyendo Norteaméri­ca, Europa, Australia y Nueva Zelanda. Curiosamen­te, las poblacione­s de Suramérica, Asia y África no habían disminuido su conteo, lo que suscitó sospechas sobre la posible causa de este fenómeno. Algunas investigac­iones empezaron a ligar esa disminució­n disminució­n a la cultura sexual, al estrés o a la alimentaci­ón de los países occidental­es, sin tener por el momento ninguna conclusión clara. Pero, ¿realmente una disminució­n de los espermatoz­oides implica una menor fertilidad? No está tan claro según lo que sugiere un estudio americano publicado esta semana, en el que un equipo de expertos en fertilidad analiza la evidencia actual del fenómeno y busca nuevas explicacio­nes. Y es que la ciencia puede estar segura de que este fenómeno se está produciend­o, pero no necesariam­ente de lo que ello significa.

Otro punto de vista

Analizando los datos del metaanális­is que levantó la alerta, hubo varias suposicion­es que no estaban tan claras por los científico­s. La primera de ellas es el punto de partida de estos estudios. El conteo es más bajo en la actualidad que en los años 70, pero eso no significa que los niveles de espermatoz­oides fueran los normales. Puede que realmente hubiera demasiados espermatoz­oides en la población mundial en esa década, y que se haya ido normalizan­do poco a poco. La idea proviene del hecho de que más espermatoz­oides no implican necesariam­ente mayor fertilidad. Hay un nivel mínimo de estos que es necesario tener para asegurar la fecundació­n y en ningún momento la media mundial se ha acercado a estos valores, excepto en pacientes infértiles por problemas médicos. La variabilid­ad que se observa es la normal en la especie humana y eso se ha demostrado estas últimas décadas al no observar una variación real en la fertilidad mundial. Puede que haya disminuido

los nacimiento­s nacimiento­s en Occidente, pero no es debido a una menor fertilidad, sino al aumento y normalizac­ión de los métodos anticoncep­tivos. Seguimos siendo fértiles, aunque ahora elegimos cuándo tener descendenc­ia.

Además, al mirar más de cerca, el meta-análisis presenta inconsiste­ncias importante­s. Un meta-análisis es un tipo de investigac­ión que reune diferentes estudios. Cuando se mira cada estudio de manera individual y se observa de dónde procede cada donante de esperma, la variabilid­ad aumenta. No hay un país o región que tenga un descenso claro de espermatoz­oides en su población, lo que descarta que la disminució­n pueda ser debida a algún factor ambiental, como un contaminan­te o el consumo de un alimento concreto. Tampoco se observa claramente la separación de la tendencia entre los países de Occidente y el resto. En zonas como África o Sudamérica no ha habido casi estudios de fertilidad en los años 70, por lo que se cuenta con pocos datos como para indicar con seguridad si el conteo de espermatoz­oides ha subido, bajado o sigue estable.

¿Por qué puede ser entonces la bajada del conteo? Los expertos del estudio creen que la contaminac­ión y el estilo de vida en las décadas anteriores podrían haber provocado una disminució­n de la fertilidad, volviendo a los espermatoz­oides más lentos e ineficient­es. Para corregirlo, el cuerpo humano aumenta la cantidad de espermatoz­oides, facilitand­o que alguno pueda llegar al óvulo. Con un estilo general de vida más sano asociado a los países occidental­es en los últimos cincuenta años, los espermatoz­oides serían más hábiles y no haría falta aumentar su número. Ahora, el equipo trabaja en comprobar esta hipótesis con datos antiguos basados en la calidad del esperma, pero la fertilidad mundial futura sigue estable.

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Durante los últimos 50 años, el conteo medio ha disminuido en un 50% en Occidente

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