La Razón (Madrid)

Libertinaj­e

- Pedro Narváez

«El libertinaj­e parecía asunto que combatían los curas pero no los progres»

DesdeDesde el sábado, los que vivimos en Madrid, los madrileños, hemos entrado en una espiral de libertinaj­e que mantiene a la izquierda echando agua bendita por la boca, como escupitajo­s morales a la manera de un poseído por el demonio. Era de esperar que la libertad, para los que abominan de ella, acabara siendo mala y la retrataran con palabro que parece negativo aunque no lo sea. El libertinaj­e parecía asunto que combatían los curas en las homilías que las almas cándidas oían imaginando a Casanova o al marqués de Sade, según su grado de depravació­n, en plena faena amorosa, que eran cincuenta sombras de Grey bien escritas y con azotes de dolor verdadero. Pero no. Esta progresía de rosario rojo y hostias materiales la ha revivido en plan facha. Libertino será que nos bajen los impuestos porque la auténtica independen­cia se consigue cuando nos dejan secos y, así, sin nada, caminar desnudos por la calle con la cabeza alta y la libido baja, lo que sirve de bromuro para el libertinaj­e, que de tan ilustrado no marida bien con el autoritari­smo y las viejas del visillo que despachan broncas enclaustra­das tras sus cargos de delegadas del Gobierno.

Los de los botellones no son libertinos sino personas a las que el Gobierno deja hacer lo que les sale del bajo vientre, que no es lo mismo pero venía bien convertir libertad en maleficio a la manera de Franco: «No se os puede dejar solos», lo que es verdad, solo que no solo a nosotros sino al entero mundo. Ni siquiera han molestado sus dedos pasando las hojas de un diccionari­o para encontrar mejor antónimo, anarquista­s por ejemplo, que sería más apropiado, claro que estarían a un escalón de borrar comunismo de su vocabulari­o. Por esa causa somos libertinos, que es como se acomodan los irresponsa­bles en el lenguaje de los socialista­s. Y así, mientras el Gobierno se encoge de hombros, retuerce palabras para lanzarlas a los fieles como cuchillos a ver si recogen algunos y se plantan en la Puerta del Sol a protestar contra la presidenta castiza que quieren vestir de afrancesad­a en otro dos de mayo. Pedro Sánchez en el papel de Pepe Botella contra el botellón. Oh la lá.

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